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Ruta Alcocer aplicó la de “si atropellan a alguien mejor que lo maten”

  • Juan Eduardo Flores Mateos
Familiares de Juan Gómez Cortés piden justicia y que se castigue al responsable de su muerte.

A Juan Gómez Cortés lo mataron con saña. Un autobús de la ruta Alcocer, número 2030, lo embistió con su frente de acero mientras jugaba carreritas con otro camión en la intersección de Avenida Xalapa y Vendrell, en la colonia Ortiz Rubio de este puerto.

Y en vez de que el conductor, identificado como “El Gordo Memo” por los familiares de don Juan, se detuviera a auxiliarlo, le pasó encima de la cabeza, con las llantas de su unidad, para destrozarle la mandíbula y parte de la cara.

La sobrina de “Don Juanito” como era conocido en el barrio, Silvia Mendoza Cortés, aseguró que desde que  vio las imágenes de su tío en un periódico amarillista local no puede dormir.

 “Cuando compré el periódico dos días después (del accidente), vi la foto de mi tío, le destrozaron su mandíbula y el rostro, desde entonces yo no puedo dormir bien”, comentó mirando hacia el piso.

La señora Silvia Mendoza está parada detrás de la reja de su casa en el Infonavit Buenavista. Detrás juega uno de sus nietos con un balón.

Al recobrar un poco el sentido, Silvia Mendoza, explica que hasta la fecha no hay justicia para su tío, pues el camión sigue circulando.

“El autobús sigue circulando, ¿dígame usted si eso no es una barbaridad? ¿dígame si es legal que el autobús siga circulando? Nosotros queremos justicia y hasta la fecha los del Ministerio Público nos dicen que no pueden detener a nadie porque no lo agarraron en flagrancia”, explicó.

Fuerte, bonachón y trabajador

Juan Gómez Cortés tenía 83 años, tuvo ocho hijos –cinco mujeres y tres hombres- y toda su vida fue contratista para obras.

Era fuerte y bonachón, y siempre vivió con una sola mujer: Dolores Román, la madre todos sus hijos. Dolores y Don Juan estaban separados, pero procuraba ir a ver a su ex mujer todos los días a su casa en Dos Caminos, pues se llevaban muy bien.

Don Juan ya no trabajaba de contratista, era comerciante, vendía pedacería de oro y se le veía siempre con un pequeño maletín negro donde traía su mercancía.

Además era de esos jarochos de antes, que preferían recorrer la ciudad a pie, sin importar la humedad del trópico o los fuertes ‘nortes’ que hacen que los porteños usen bufanda.

Ese día 28 de abril por la mañana, “Don Juanito” había salido de su casa ubicada en Vendrell y Orizaba con destino al Millenium Medical Center, en Boca del Río, o eso es lo que una sobrina alcanzó a escuchar.

“Mi sobrina que estaba en la parada del camión le preguntó “¿onde va tío?”,  y él le respondió que iba a un ‘Medical Center’, y mi sobrina le preguntó, ¿por qué no agarra un Bajadas, tío? y él le dijo que “no”, que prefería caminar a Collado y agarrar un Díaz Mirón”, relató Mendoza Cortés.

Familiares inconformes con declaración de concesionaria

A los más de 100 familiares de Don Juan que viven en la colonia Ortiz Rubio no les gustó la declaración en el Ministerio Público de la concesionaria del autobús que, según testigos, mató a don Juan.

“Mi tío no es ningún anciano, los ancianos son los que van así (hace una posición encorvada, imitando a alguien con bastón) y mi tío estaba muy fuerte, se mantenía solo. Ese día la señora de la concesión, que por cierto camina como si ya lo estuviera, le dijo al MP ¿que por qué dejaban salir a los ancianos solos?” narró Silvia.

Hasta ahora el Ministerio Público le dice a la familia que siguen las investigaciones y que si no han apresado al “Gordo Memo”, presunto asesino de Don Juan, es porque no lo agarraron en flagrancia.

De acuerdo con las versiones de ese momento, sobre todo de Alfredo Cortés, quien fue uno de los que presenció el incidente, el autobús después de aplastar al señor Juan huyó a toda máquina. Pero un motociclista lo siguió y le tomó fotos.

“Hay un motociclista que va a declarar, él le tomó fotos, lo siguió y lo vio. Muchos les tomaron fotos al autobús, ya hay dos testigos que lo señalan (a él)”, indicó Silvia, aunque también pide que algún pasajero que lea esto acuda a declarar para señalarlo.

Sin embargo dice que la dueña o el dueño del autobús no se ha puesto en contacto con ellos siquiera para ayudar a identificar al responsable, y tampoco ayudó con los gastos funerarios.

“Si todo lo paga el seguro no sé por qué el señor no se presenta, podría salir muy fácil. El otro día ya fueron patrullas a una casa donde estaba el autobús pero no lo detuvieron porque no lo agarraron en flagrancia. Eso fue en la calle Alvarado donde creo vive su mamá”, explicó.

Los que pagaron el funeral fueron las autoridades, las mismas que no se preocupan por fomentar la prevención de los delitos o los accidentes, las mismas que han ignorado las manifestaciones por el aumento al transporte público y su pésimo servicio, las mismas insensibles que no aplican la Ley General de Tránsito y Transporte del Estado.

Silvia Mendoza también está enojada con el periódico local porque no considera justo que exhiban de esa manera a las personas que mueren.

“¿Sabes? Creo que esa foto las compró El Órale porque cuando llegaron los periodistas o ya mi tío estaba cubierto o ya se lo habían llevado, y no, no se me hace justo que pongan las fotos así , de esa manera, ni la de mi tío ni la de nadie”, reclamó.

La familia del señor Gómez Cortés no sólo extrañará su brío, sino también esa alegría que lo caracterizaba en las fiestas familiares donde gustaba bailar.

“Yo quiero que pongas ahí que mi tío no es ningún anciano, te lo repito, mi tío era una persona sana”, recalcó.

Mendoza Cortés, antes de meterse a su casa y volver a recordar esas imágenes infaustas donde su tío aparece acostado bajo una manta azul, y en la que se miran unos zapatos blancos, inertes, sentencia:

“Sabes, mijo, lo que le hicieron a mi tío creo que no se vale, ¿sabes por qué? Porque a él le aplicaron eso que los concesionarios suelen decirle a sus choferes: Que si atropellan a alguien mejor que lo maten, porque les sale más barato lidiar con alguien ya muerto que vivo”.