El futuro en el pasado

  • Rafael Arias Hernández

Adictos a masoquismo,  irresponsabilidad,   desinterés personal  o apatía social,  sostenemos  y padecemos malos y peores servidores públicos, presuntos responsables, prófugos e impunes.  ¿El pueblo tiene el gobierno que se merece?

Nuestra cultura   orienta  más a ser pasivos, obedientes y agachados. Poco a ser participativos, responsables públicos, solidarios sociales y exigentes con los gobiernos.  Más bien complacientes, reactivos, olvidadizos, incapaces en  control de daños  y poco previsores.

Obligados medio componemos. Libres usualmente no nos anticipamos.

Prever, planear y pronosticar, al igual que actualización y organización, orden y disciplina, respeto y principios o valores éticos,  no son habilidades muy frecuentes o dominantes en nuestra cultura, mucho menos en el gobierno.

Prisioneros del “ahí se va”, de “lo que viene conviene”,  “que paguen los que vienen”, etc. En buena medida somos ajenos a lo previsible, anticipable y, sobre todo,  a evitar lo evitable, a asegurar  lo importante o trascendental, a mantener disciplina y control democráticamente hablando.

“Ahí Dios dirá”. “Lo que ha de ser será”.

Una y mil formas de no asumir la responsabilidad del futuro que se decide hoy, y que empezó en el pasado. Irresponsables y mediocres, ineptos y corruptos siguen en gobiernos porque lo permitimos, no detenemos, despedimos y sancionamos.

Tarde nos damos cuenta del tamaño del daño que causan. Y ahí están, porque aún así, no aprendemos. Se comete el error, lo demás son consecuencias.

VICTIMAS Y VERDUGOS.

En nuestro país como en otros, los tiempos políticos se hacen más intensos cuando se acercan las elecciones.

Lamentablemente, todavía exageramos y casi nos concentramos por completo en la representación y poco en la participación, menos, mucho menos en la evaluación y corrección, como formas de aprendizaje y de previsión.

Hablamos demasiado de elección y casi nada de revocación, de rendición de cuentas y buenos resultados. Ciegos, sordos y mudos en identificación y sanción,  en detener y procesar a responsables de errores, pérdidas y daños. ¿Cómplices?

Así, decidir quién debe gobernar, se convierte equivocadamente, en el único asunto de la Democracia y del  interés general de la Sociedad.

De ahí que de origen no hay razón y motivación suficientes para hacer que las instituciones funcionen, que se apliquen las leyes y que se gobierne al gobierno.  También sucede que no se atiende ni apoya  lo que promueve la poca participación ciudadana,  de  organizaciones sociales y  partidos políticos; se desconoce contenido y alcance de acciones y programas vigentes;  alcances de propuestas de supuesto o real cambio en  estructuras y funciones de las instituciones. Estos y otros, asuntos  importantes hay que tener presente.

INEFICIENTES Y DELINCUENTES GUBERNAMENTALES

En fin, creemos que  ponemos demasiada atención al quién o  quiénes, pero desgraciadamente tampoco en este terreno aprendemos y prevemos lo previsible. Preciso insistir. En demasiados casos no hemos sido, ni somos capaces de evitar que los verdugos, los mediocres, ineptos y corruptos continúen en el gobierno, asciendan de puesto  y hasta resulten candidatos a otros cargos públicos.

Simple y sencillo. Hechos y consecuencias muestran  que no hemos sido capaces de contener y evitar presencia, crecimiento y fortalecimiento de ineficiencia y  delincuencia gubernamental. Notoria impunidad las fomenta y sostiene.

Excepciones aparte, no damos la atención necesaria al fortalecimiento del Estado de Derecho, a la representación pública responsable, y  a la actualización y mejoramiento de estructura y funciones institucionales de seguimiento y control, de reducción y combate permanentemente a la corrupción.

Y ahí vamos. No entendemos ni  asimilamos lo que  soporta y padece la población. Presencia y actividad gubernamental  incompletas sin  participación social, evaluación pública, corrección y previsión verdaderas no simuladas, falsas.

Principios de la democracia, determinar y acatar  la voluntad de la mayoría y asegurar su bienestar,  para legitimar existencia y acciones del poder público; y garantizar vigencia y  eficacia de las instituciones públicas.

Ante inocultables  inconformidad y conflictividad social,   persistir en el cambio pacífico y democrático, en el fortalecimiento  institucional  y en el uso y aplicación  de la Ley como instrumento de  promoción y consolidación de dicho cambio.

Perseveramos, pero no lo suficiente. No extraña, enterarse o padecer ineficiencia y  delincuencia dentro o fuera del gobierno. Lo más grave y delicado al respecto, es  no hacer  lo suficiente y efectivo. Resultado más deterioro y  conflictos, que se complican y aumentan. Más leña a la hoguera.

No hay retorno al pasado. Hay que inventar nuestra propia ruta y la forma de transitar por ella. Todos estos elementos y otros más, caracterizan la realidad política. Por eso nunca termina el esfuerzo por persuadir, por convencer, para cambiar y para ser mejores.

La nueva cultura de la participación está en  el centro de la revolución de nuestro tiempo, la del cambio pacífico y democrático.

 “La salida –escribía Don Jesús Silva Herzog- no está donde se pone el sol sino donde nace, no está en la noche sino en el alba. Cuando el rumbo se pierde en la vida social, no se encuentra retrocediendo, deshaciendo lo andado; el rumbo se encuentra avanzando. El que camina hacia delante con la mirada atenta y escrutadora halla al final el sendero; el que recula no ve por donde va y a la postre desbarranca. La solución no está en las formulas caducas del pasado sino en nuestra capacidad, con apoyo en la experiencia histórica, de intuir el paisaje recóndito del mundo de mañana”.

Imprescindible asumir la responsabilidad de prever, empezando por evitar que los mismos ineficientes y delincuentes en el gobierno accedan a otro cargo o representación pública.

Insistir, intentarlo es el reto. Aunque, ante esta buena intención otra es la realidad. Hay incluso casos de  ineficientes y delincuentes,  que regresan al lugar del crimen a repetir y perfeccionar sus fechorías.  Más pérdidas y sacrificios sociales.

Al final, el problema no es de ellos, ni de los que los nombran, apoyan y promueven. El problema es de la sociedad que tiene que cargar y pagar pérdidas,  daños y deudas. Mismas consecuencias. ¿Tenemos  el gobierno que merecemos?

“Tome las riendas del futuro o el futuro tomara las suyas”. Aconseja  Patrick Dixon. @RafaelAriasH

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Rafael Arias Hernández

Actualmente es Investigador del IIESES y maestro de la Facultad de Economía de la UV.

Cuenta con  Licenciatura en Economía, por la Universidad Veracruzana. Obtuvo mención honorífica Cum Laude.  Maestría en Economía con especialización en Desarrollo Regional y sub especialización en Historia del Pensamiento Económico. Salt Lake City, Utah. USA. Diplomado por la U.V. en “Habilidades del Pensamiento”.  Alta Dirección AD2 Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas. (IPADE). Becario en los programas Lincon-Juárez y LASPAU.  Asesor académico y maestro de Enseñanza Media, Esc. De Bachilleres Noc. “Art. 3º Constitucional”, Xalapa, Ver. Maestro en la Facultad de Economía, y de la Maestría en Desarrollo Regional. Historia Económica, Desarrollo Económico, Desarrollo Regional, Taller de Investigación, Metodología, Habilidades del Pensamiento y otras cátedras. Maestro en “Técnicas de Debate” de la maestría en Acción Política y Administración Pública, de la Universidad Anáhuac. Xalapa, Ver.

Director General Técnico y Secretario General de la Universidad Veracruzana.

En el Gobierno Federal, fue Delegado Estatal de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial en Veracruz, y Director de Desarrollo Regional en SPP. En el Gobierno del Estado de Veracruz ha sido Asesor Económico, Jefe de Prensa y Comunicación Social, Director General del Instituto Veracruzano de Cultura, Director General de Industria, Comercio y Estadística, Coordinador de Participación Ciudadana, Coordinador Ejecutivo del Comité de Planeación para el Desarrollo (COPLADEVER). SEFIPLAN, (2010)

Miembro de diversas Asociaciones Civiles y ciudadanas, como el Colegio de Urbanistas y Planificadores, el Colegio de Economistas; la Fundación Cambio XXI A. C.; y de la Fundación Colosio A.C. Colaborador de diversas revistas y publicaciones académicas. Articulista de diversos periódicos, y de otros medios de comunicaciones nacionales, estatales y municipales.