- Veracruz
Ilda, checadora de urbanos sobrevive sin salario fijo en Veracruz
“Algunas personas nos dicen checadores, pero realmente somos, por decir, chismosos”, dice entre risas Ilda Fernández Esteves, mientras sostiene su tabla donde anota el tiempo de las rutas de los camiones de transportes públicos que circulan por la parada de la avenida Ignacio Zaragoza, en el puerto de Veracruz.
La mujer robusta y de carácter fuerte, pero dicharachera, tiene 18 años de trabajar como checadora y nueve de estar en la parada de la avenida Zaragoza, donde a diario transitan cientos de personas y conductores que con cariño y amabilidad la saludan, pues todos los días la ven en ese sitio, atenta al tiempo de los urbanos.
Su voz ronca se mimetiza entre el ruido de los cláxones, pero no lo suficiente como para evitar que los conductores no escuchen los minutos que van atrasados o adelantados de sus compañeros.
Uno de los principales objetivos que tienen los checadores y checadoras es medir el tiempo que llevan los camiones, para que no se atrasen o se adelanten de sus demás compañeros y tener un correcto orden para que la ciudad no sea un caos, asegura Ilda.
“Te apoyas con una tabla, hojas, los nombres de las rutas, una pluma y tu reloj, ese es el que no debe de faltar, tu vas anotando el número de carro, la ruta y el tiempo. Ellos se van guiando sobre la información y así saben cómo les va trabajando el compañero”, puntualiza.
El trabajo podría parecer fácil, pero se necesita de agilidad mental y concentración, afirma la mujer de 60 años, pues cada minuto cuenta; además de que los conductores van a prisa, por lo que no se puede dar el lujo de distraerse con cualquier cosa.
A cambio de esto, recibe una moneda de 10 o cinco pesos como gratificación por parte de los conductores. Su trabajo empieza al medio día y termina a hasta la noche, aunque prefiere no decir la cantidad que gana, este empleo le alcanza para tener a alguien que la asiste y le ayude a checar.
“Los conductores nos dan una moneda al final del día, empezamos a charolear de las 6:00 a 6:30 hasta las 9:30 que ya es cuando me voy, pero con eso es más que suficiente”, agrega.
El único oficio que ha desempeñado
Ilda cumple 18 años en este oficio, cuando comenzó, relata, fue como empleada de una ruta de transporte público que actualmente ya no circula.
Con el pasar de los años se hizo de una “zona”, como le llama a la parada donde está, la necesidad fue la que la orilló a incursionar en este oficio, ya que tenía una hija con discapacidad y unos padres que mantener.
Este fue el primer trabajo que desempeñó y el único apoyo económico con el que cuenta, pese a que es un oficio informal en el que no tiene seguridad social, expresa que no puede dejarlo, ya que a su edad no es fácil de conseguir un nuevo empleo.
El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) indica que, en el primer trimestre de 2022, la suma de las personas en todas las modalidades de empleo informal, como Ilda, fue de 31 millones, que representó 55.2 por ciento de la población ocupada en el país.
Esto quiere decir que la mitad de la población ocupada no cuenta con seguridad por cualquier accidente que llegue a sufrir durante sus horas laborales, en esta cifra se encuentra Ilda, quien está consciente del riesgo que significa.
Esto lo vivió durante la pandemia de la covid-19, durante dos meses estuvo sin trabajar, por causa de las medidas sanitarias y la disminución de pasaje, lo que afectó a los microbuseros, luego de que los horarios de las rutas disminuyeran y con eso vino las propinas para los checadores.
Durante toda esa temporada, sobrevivió gracias a la pensión que tenía su madre; no obstante, los conductores le pidieron que regresara a checarles el tiempo.
Rutas que dejaron de circular
La pandemia causó que algunas rutas dejaran de circular, pero Ilda menciona que esto no es nuevo, pues desde hace 18 años que empezó, han “desaparecido” cuatro, debido a la disminución de pasajes.
Ella comenzó a checar 14 rutas de transportes urbanos; las primeras dejaron de circular fueron los camiones de Icazo, Serdán, Playa y Revolución, el último fue Chivería-micro.
“Con todo esto de la pandemia ha cambiado mucho, hay menos carros, yo llego a las 12 del día, pero empecé llegando a las 8:00 de la mañana y me iba hasta las 10 de la noche”, recuerda.
Otro de las cosas que afectó fue la disminución de camiones, antes de la pandemia algunos urbanos salía con diferencias de cuatro a cinco minutos, ahora ese tiempo aumentó de 12 hasta 20 minutos, explica la checadora.
Este oficio le dejó a Ilda muchas amistades y el reconocimiento de la gente que al diario la ve sentada en aquella parada, no importa si hay viento, lluvia o sol. Después de la muerte de su hija, hace tres años, y de su madre, hace unos meses, se quedó con una de sus amigas, que apoda “La Negra” y que la ayuda a checar el tiempo de los camiones.
Ella será quién se quede con su lugar, pues es la única que le gustó ese trabajo y que pese a los contratiempos sigue ahí.
ys