Ahora que --coloquialmente hablando-- le llegó el agua al cuello al presidente Andrés Manuel López Obrador por los reclamos de la crisis del agua que se presenta en 21 de 31 entidades federativas, incluyendo ciudad de México, según la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), el Ejecutivo federal planteó hace unos días la idea de construir un acueducto muy grande para llevar ese líquido de los ríos Grijalva, Usumacinta, González, Coatzacoalcos, Papaloapan “y de todos los ríos de Veracruz”, hacia la Ciudad de México y el norte, Nuevo León y otros estados. La solución --a “bote-pronto”, puede decir--, en realidad no resuelve el problema que se padece ahora, debe insistirse que es ahora, y se agudizará en los próximos meses; para hacer ese ducto se necesitaría mucha inversión, y en verdad no se cree que el Presidente  quiera frenar el gasto que desde hace cinco años se viene haciendo en las obras del Tren Maya y la Refinería Dos Bocas, y pedir a la Cámara de Diputados reasignar estos recursos, y otros etiquetados para la quebrada empresa estatal PEMEX, o para la nueva Mexicana de Aviación y el aeropuerto Felipe Ángeles que sigue ocupando presupuesto para su operación, entre otros, cuyos proyectos, sobra decir, han resultado onerosos e inútiles, para destinarlos a la magna infraestructura hidráulica a la que se refiere para atender la necesidad urgente de la población, y ni aún así, esos trabajos llevarían años realizarlos, años, es imposible realizarlos de la noche a la mañana. Esa no es la solución mágica, pero los gobernadores de Veracruz y Tabasco no respondieron con una sola palabra, no pueden ni quieren llevarle la contraria a su jefe político, y el único que lo hizo fue José Yunes, precandidato al gobierno del estado, quien le dijo que los veracruzanos tienen prioridad para resolver los problemas de falta de agua.

No citó dónde se presentan estos problemas, pero es público que esa escasez la sufren en la capital Xalapa y su zona aledaña, sobre todo Emiliano Zapata, donde indiscriminadamente y probablemente por corrupción han autorizado la creación de un sinfín de fraccionamientos, y lo mismo en la conurbación Veracruz-Boca del Río-Medellín Alvarado, que es la de mayor concentración poblacional de la entidad, pero en mayor o menor medida, se presenta en todo el estado. 

  ¿Y Rocío Nahle, va a defender a quien la impuso en esa candidatura o va a defender a los veracruzanos o guardará silencio? Sólo en algo tiene razón el Presidente: en Veracruz y Tabasco hay suficiente agua, sí, pero no las obras suficientes para derivar y transportar ese vital líquido a las ciudades y comunidades agrícolas y ganaderas. En una gran porción de Veracruz, los ganaderos y agricultores cada año sufren por la sequía y se pierden miles de cabezas de ganado y producción de granos y alimentos por esa falta de agua. Además, se necesitan más presas como las instaladas en Chiapas, La Angostura y Malpaso, la de Infiernillo en los estados de Guerrero y Michoacán, y la de Temazcal en Veracruz y Oaxaca, que datan de 1960, 1973, 1961 y 1955, es decir, hace muchos años, cuando los gobiernos tenían visión de futuro.

En esta materia, los gobiernos, y particularmente este, no han hecho ni un poco para resolver el problema de la escasez del vital líquido que tiene su origen en la criminal desforestación y en la falta de cultura para cuidar este recurso, y el futuro ya nos alcanzó. Es urgente resolver este problema que ya sufren Aguascalientes, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Durango, Guanajuato, Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Yucatán, Zacatecas, pero también Veracruz, y el aprovechamiento de  nuestra agua, primero tiene que ser para los veracruzanos.

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