¡Acarreados prestados y aplausos rentados!

  • Javier Niembro

En la política mexicana se puso de moda exhibir el músculo político vía concentraciones masivas de gente, gritando arengas de amor e idolatría hacia los lideres que según los convocados son las mejores personas del mundo.

En dichas concentraciones se deben cumplir con ciertas reglas de vestimenta, de colores, de actitudes, de comportamiento, es decir un sinfín de reglas para que los asistentes las cumplan a cabalidad, so pena de ser señalados con el dedo flamígero de los revisores o de los que con lista y pluma en mano pasan a verificar quienes si cumplieron la cuota acordada con el líder y quienes lo engañaron con su poca convocatoria, peor aún con su inasistencia, en este último supuesto el castigo será fatídico: LA PERDIDA DE LA CONFIANZA, DEL TRABAJO O DEL APOYO $, LA EXPULSION DEL PARAÍSO CUATROTERRENAL.

La lucha de egos entre los grupos de poder en México se da en la arena pública llamada zócalo de la CDMX, plancha monumental con poco más de 40 mil metros cuadrados se dan cita miles y miles de simpatizantes de cada grupo, cada que se sienten ofendidos el uno por el otro, o cada vez que el ego se les disminuye, tomando como pretexto para la convocatoria alguna fecha o conmemoración histórica.

La pasada marcha del 18 de marzo, es una respuesta a la marcha convocada dos semanas atrás por un cumulo de asociaciones y partidos políticos que se dicen defender el INE. El Gobierno Federal en turno no se puede dar el lujo de perder cancha ante el incesante empuje de la oposición por arrebatarles el poder.

Las diferencias entre unas y otras convocatorias son mínimas, sin embargo, las pocas son muy visibles: unas llegan con sus propios medios y con recursos mínimos, gente que asiste con una convicción clara de a que van y cuáles son sus demandas; los otros llegan con medios pagados por el líder regional, de colonia o del estado de donde provienen, con una nula convicción de a que van, saben que es apoyo al líder, al tlatoani mayor, y con eso es suficiente.

Sin embargo, al final el aplauso que otorgan al discurso del líder que no escucharon y que más aún no les importa -es un aplauso rentado-, pagado desde las arcas públicas y en el mejor de los casos pagado con parte de las quincenas de los funcionarios públicos que deben aportar voluntariamente a fuerzas, aportación que hacen gustosamente ante la organización, pero que abajo, en la medianía de su austero salario lloran y rajan por evidente abuso del movimiento hacia su raquítico salario.

Al final como resultado tenemos a grupos que se vanaglorian con fotos y videos de los momentos más álgidos de su evento, festejan su éxito como si fuera el día de su graduación, se dan por satisfechos como si el logro de acarrear gente resolviera el problema de inseguridad latente en nuestro país, ríen a carcajadas reunidos como dando por hecho que han resuelto los feminicidios dolorosos y crecientes, se abrazan y se gozan como si su presencia en la reunión fuera la solución a los problemas que no pueden resolver como gobierno, ese mismo gobierno que los convocó, que los utiliza, y que ellos con tal de seguir cobrando su salario austero deberán soportar 2 años más y hacer creer que son felices, en el fondo pronto se observara la realidad, la triste realidad, LOS APLAUSOS FUERON REENTADOS Y LOS ACARREADOS PRESTADOS.