Lucha social

  • Manolo Victorio

El enojo social ante una injusticia u opresión de un poder factico o establecido, revienta, necesariamente, en movimientos sociales. Así ha sucedido siempre.

La masa no puede por lógica elemental, encabezar movimientos sociales, tiene que organizarse, formar una pirámide para impactar y vencer inercias o prácticas que la agobian.

Ahí en esa conformación piramidal, según los estudiosos de la teoría política, en la punta de la pirámide, se decantan los liderazgos que marcan la hoja de ruta a la masa amorfa, incitan a la movilización y trabajan en la organización.

México ha sido un país de lucha social, liderazgos facticos emanados desde la llegada de los españoles, recaídos en La Malinche como precursora de un liderazgo obligado por la supervivencia que derivó en la estructura del poder en la conquista, hasta los grandes próceres que ahora son santones de cabecera de la cuatrote, con Benito Juárez García como modelo a replicar en formas, usos y costumbres por parte de Andrés Manuel López Obrador, sedicente discípulo a pie juntillas del prócer de Guelatao, Oaxaca.

En paradoja práctica, los liderazgos sociales han sido enterrados, soslayados, marginados por la política de la cuarta transformación quien obvió desde el principio a las organizaciones establecidas, bajo pretexto de eliminar el intermediarismo; por ende, clientelismo electoral.

La figura popularísima de AMLO se erige en el aniquilamiento de las organizaciones sociales, muchas -habrá que aceptarlo- nacidas como ramales o extensiones de partidos políticos o sindicatos. La fuerza del presidente radica que la cifra que él dicta en la tasa de los apoyos sociales, llega íntegra a los beneficiarios sin moche o rasurada, prácticas anquilosadas de los líderes sindicales o dirigentes de membretes partidistas.

Existe otro lucha social, la que nace de la opresión constante de organismos gubernamentales o poderes fácticos que se apropian del espacio público, conculcándole a la población su propio devenir hacia el bienestar común, finalidad de todo el colectivo social.

En los 60 kilómetros a la redonda que marca el Programa de Emergencia Radiológica Externa (PERE) como radio de acción inmediata ante un accidente de la Central Nuclear de Laguna Verde, única planta generadora de energía eléctrica a base de uranio enriquecido que opera en el país, ubicada en la costa de Palma Sola, municipio de Alto Lucero, que produce el 5 por ciento de la energía que consume México, nació un movimiento social de lucha encaminado a la justicia que debe aplicarse a las poblaciones radicadas en 35 municipios bajo el radio de acción del PERE.

Los habitantes, vecinos de la planta, bautizada popularmente como “El monstruo de la laguna verde” por el riesgo permanente que implica un accidente nuclear, no ven justicia entre el riesgo de vivir cerca de una nucleoeléctrica y los beneficios que debieran recibir en sus recibos de pagos bimestrales a la CFE por vivir 24/7 con Jesús en la boca todos los días.

La resultante de la ecuación es que no hay una justicia social debido a la operación de Laguna Verde. Es más grande el riesgo que el beneficio. Es una mala inversión para estos 35 municipios que opere esta nucleoeléctrica en El Farallón.

Para enfrentar al monstruo de Laguna Verde, la población, la masa enojada, decidió confiar en una organización, una Asociación Civil llamada románticamente “La leyenda de Chucho el roto”, cuyo dirigente, Francisco Fernández Morales, conocido como “El Potro”, encontró un filón de oro, porque la queja social brotó más allá de las fronteras del Programa de Emergencia Radiológica Externa.

La gente estaba enojada por los abusos de la Comisión Federal de Electricidad en la aplicación arbitraria de las tarifas, atentado contra la economía de las familias veracruzanas.

A partir del 2001, “El Potro”, hoy desaparecido, extraviado o ausente porque no aparece desde el 26 de octubre del 2022, fecha que se le vio por ultima vez en un poblado de Actopan, llamado San Isidro, fue nutriendo un activismo social que lo llevó a ser legislador local, catapultado por la fuerza social que encontró en los recurridos por las poblaciones afectadas por las altas tarifas de energía eléctrica en un estado que aporta el 14 por ciento del fluido eléctrico que consume el país.

Jorge Morales Barradas, vocero de “La leyenda de Chucho el roto”, quien ha tomado el estandarte de la lucha social como cabeza visible, ha intentado dialogar hasta con las piedras en pos de una reclasificación tarifaria para la zona de Laguna Verde y para todo el estado. No ha encontrado eco. Su voz es una predica en el desierto, pese a que la lucha social organizada data desde el 2001.

Morales Barradas ha encabezado movilizaciones, ha encauzado el sentimiento popular con plantones en oficinas de la CFE, cierres carreteros, protestas en municipios y nada.

Su tesis más actual radica en que así como el presidente decretó un borrón y cuenta nueva en la reclasificación tarifaria en Tabasco, así puede firmar un documento que reclasifique las tarifas en el estado de Veracruz, fijando a un gran porcentaje de regiones, sobre todo el sur, la cuenca del Papaloapan y las zonas costeras, en la tarifa 1F cuyo rango de consumo es de 2,500 kilowatts hora, aplicada en zonas donde el termómetro marca 33 grados de temperatura promedio.

La tarifa 1F sería la más conveniente debido al cambio climático, aunque -sostiene Jorge Morales- también se está en la lucha porque se reclasifiquen otras regiones calurosas con las tarifas 1D cuyo rango no debe superar los 31 grados de temperatura promedio y la 1E cuyo tope son los 32 grados de temperatura ambiente.

“Quienes por cuestiones de mercadeo electoral o proselitista se desgarran las vestiduras prometiendo que pugnarán por bajar el costo de la energía eléctrica, mienten, el costo es mismo, lo que buscamos es una reclasificación, ampliar el rango de consumo de energía de las familias sin que caigan en las casillas de otra clasificación donde se castiga el alto consumo”, sostiene el vocero.

Jorge Morales sostiene la simpleza de la justicia social, “si Veracruz es productor de energía eléctrica, entonces que se nos reclasifique, que se nos haga justicia”, que se apliquen las tarifas 1C, 1E y 1D valorando los índices de temperatura ambiente.

“Si en Tabasco se logró, se logrará en Veracruz”, sueña Jorge Morales Barradas.

… Del mismo costal.

En Veracruz, Movimiento Renovador Democrático (MRD), que encabeza Marco Antonio Moncayo Parra, también ha desenterrado el hacha de guerra contra dos enemigos: El Grupo Metropolitano de Agua y Saneamiento y la Comisión Federal de Electricidad.

Los liderazgos sociales emergen ante la desesperación ante los abusos recurrentes.

Moncayo Parra reúne, cada día, a más voces de usuarios desesperados al no poder enfrentarse a los dos imperios, uno público y otro privado, que se llevan más del 60 por ciento del ingreso de las familias porteñas.

Como un bárbaro contra los romanos, Marco Antonio Moncayo defiende a los desposeídos del abuso institucional y privado.

Lo dicho al principio, los liderazgos sociales emergerán ante el abuso de poderes fácticos, institucionales o privados.