Nos proyectamos todo el tiempo

  • Jafet R. Cortés

El universo que nos rodea, presenta –cada vez en mayor medida- una serie de personajes con los que nos sentimos identificados y muchos otros con los que no. Pero, ¡qué es lo que hace que unos se conviertan en memorables, y otros, definitivamente, produzcan -de plano- un rechazo tan grande que podría asemejarse al odio!

No hay respuestas absolutas, pero esta breve descripción de posibilidades, la pongo en la mesa, con la intención de que podamos acercarnos en mayor medida desde la reflexión.

Al hablar de personajes "memorables", me refiero a aquellos con los que nos sentimos identificados –aunque a veces no sepamos precisamente por qué-, ya sea que provengan de libros, películas, series, obras de teatro, etcétera; siempre hay uno –no necesariamente el protagónico- entre todos los otros que nos cautiva más; que forma una sutil atracción o un profundo rechazo.

El vínculo que generamos con nuestros personajes favoritos, se construye a partir de su forma de ser, de sus decisiones; o de una manera más profunda, al mostrarnos un reflejo casi exacto de las escenas que vivimos en nuestra propia vida: batallas sin cuartel que seguimos padeciendo, heridas que permanecen abiertas, nostalgias acompañadas con arroz; pérdidas de todo tipo; miedos profundos conectados con nuestras propias conductas.

No necesariamente tenemos que elegir un personaje, porque aquella conexión puede formarse con obras completas, canciones y artistas, cuando encuadran a la perfección, según el criterio de cada quien, en nuestra historia de vida.

Quizás no te has dado cuenta aún, pero puede ser que te sientas identificado con personajes u obras de un mismo tipo o que coinciden en los tonos morales de la paleta de valores que tenemos.

Es posible que sientas esa conexión desde una postura de identidad y pertenencia; por aspiraciones propias que tenemos de ser y de vivir; o en cierto sentido, desde la activación de nuestros mecanismos de defensa, que busquen avalar nuestra conducta, sumando a aquella resistencia que tenemos al cambio.

Desde nuestras aspiraciones, destaca el vínculo que podemos generar con esos personajes resilientes que salen adelante pese a toda una serie de infortunios; aquellos que cumplen roles que nosotros deseamos tener en nuestra vida; aquellos que se animan a salir de la cotidianidad, que dejan de sobre pensar y actúan de manera impulsiva por un momento; así como aquellos personajes adinerados, poderosos, encantadores, exitosos.

La conexión que logramos desde la pertenencia e identidad, tiene matices diversos. Mientras vamos imaginando o viendo las escenas donde estos personajes intervienen, nuestra historia de vida se va amalgamando de a poco hasta el punto de coincidir plenamente en un sentido emocional.

En ocasiones, lo anterior termina despertando aquellas vivencias que pensábamos ya olvidadas, pero que solo permanecían ocultas a la vista del recuerdo; heridas que creíamos completamente sanadas, pero no, la identidad y pertenencia desata de nueva cuenta el llanto de aquellos duelos que continúan vivos, al momento.

Así como sentimos conexión, también podemos llegar a sentir un absoluto rechazo por ciertos personajes o historias. Aquí caemos en el terreno de la proyección como medio de defensa.

Hermann Hesse planteaba que, "cuando odiamos a alguien, odiamos en su imagen algo que está dentro de nosotros", y así es como llegamos a sentir cierta animadversión por ciertos personajes, porque quizás, pese a todo lo que podamos llegar a pensar, vemos reflejada una parte de nosotros mismos que no nos gusta, o por la frustración que trae consigo un deseo-aspiración que no hemos podido cumplir.

La proyección se construye como un mecanismo de defensa desde la atribución a otras personas lo que nos pasa. En la vida cotidiana, se ve representada por diversos miedos: tener miedo a que nuestra pareja nos sea infiel, siendo que nosotros estamos pensando en hacerlo; regañar severamente a nuestros hijos, familiares, colaboradores o estudiantes –si somos maestros- por cuestiones que nosotros mismos hacemos; entre otras múltiples conductas relacionadas.

En el caso de la proyección hacia personajes, en cierta medida, podría partir de la necesidad de sentir alivio, de buscar la aceptación de nuestras acciones, aun cuando estas puedan llegar a lastimar a otros o a nosotros mismos.

A través de lo anterior, camuflamos nuestros defectos, los maquillamos quizás sin saberlo, teniendo como meta desentendernos de nuestros propios sentimientos y emociones que nos resultan incómodas; en ocasiones, nos camuflamos de esta forma buscando la preservación del narcisismo.

Vernos en alguien más resulta útil si prestamos atención en aquellos puntos de coincidencia que nos pueden abrir los ojos. Darnos cuenta de quienes somos es un paso importante para avanzar en aquella competencia personal que tenemos todos los días por ser mejores de lo que fuimos; un paso importante para sanar.