Más letal que el COVID-19

  • Darío Suárez

Estimados lectores, en anteriores columnas he dedicado el espacio para abordar temas de índole estatal y alcance nacional, buscando el interés de quienes apuestan por conocer más acerca de la perspectiva de los acontecimientos. Sin embargo, en esta ocasión haré referencia a la existencia de un virus más letal que el propio covid-19, la pandemia que desde hace más de un año tiene en confinamiento al mundo entero y que ha matado a millones de personas.

Actualmente, en Martínez de la Torre, mi ciudad natal, en donde radico desde entonces, me he dado cuenta del cambio tan radical que con el paso del tiempo este lugar ha dado, y no haciendo referencia al ámbito económico o demográfico, sino al del comportamiento social. Quizás en alguna parte de nuestra entidad, de México o del mundo, exista situación similar, pero para la gente que aquí habita esta es la de mayor proximidad, con la que vive a diario, su entorno.

En este municipio habitan aproximadamente 120 mil habitantes, según datos del INEGI, los cuales a diario viven con la zozobra de lo que sucederá hoy, mañana o en cualquier otro momento. En este lugar, el COVID-19 perdió su letalidad, en contraste con la situación que prevalece, la inseguridad ha matado el miedo al SARSCoV-2 y lo ha dejado indefenso ante lo que a diario se repite, tanto que ya se ha vuelto parte de la cotidianidad del lugar.

Para quienes tienen acceso a dispositivos móviles, la nota roja de los medios de información locales, a través de sus plataformas digitales, es una constante que sucede a diario y que cada vez que suena la alerta de transmisión en vivo, la pregunta obligada por parte de la gente es: ¿Ahora a quién habrán matado? De la misma forma, comienzan a seguir dicho reporte para saber si no se trata de algún familiar al que desgraciadamente le haya tocado y en lo primero que se piensa es en escuchar los generales de la víctima para poder descartarlo.

Pero de tanto que se repite esta situación, lo sorprendente es que ya se haya hecho normal y cotidiano, y que la gente en lugar de exigir mayor seguridad y mejores cuerpos policiacos ya se haya acostumbrado a vivir como hasta ahora. El patrón siempre es el mismo, por un lado, ambulancias y paramédicos que nunca pueden salvar la vida del herido o simplemente notifican el deceso de la persona en manos de individuos a bordo de motocicletas; por el otro, cuerpos policiacos que lo primero que hacen al llegar es capturar la imagen del occiso para enviarla a los medios y ganar la primicia de la nota roja, pero que no mueven un solo dedo para dar con los delincuentes y nunca logran capturar a alguien para presentarlo como probable responsable.

Para las autoridades locales nada sucede, los días pasan y no hay resultado, no hay explicación, no hay versión alguna respecto de lo que acontece, ni mucho menos una estrategia para obtener resultados y poder abatir a la delincuencia que a diario azota a este lugar, que si bien es reconocido a nivel nacional como la capital mundial de los cítricos, también lo es ahora por los números en secuestros e inseguridad, en donde según el Consejo ciudadano para la seguridad pública y la justicia, en su reporte del 2019, Martínez de la torre se encuentra en el primer lugar a nivel nacional.

Es increíble, que en tan solo unos años, este municipio lleno de prosperidad y tranquilidad, haya pasado de esa situación a vivir como hasta ahora. Aquí, el covid-19 paso a segundo término, sus casi 700 casos actuales y las cerca de 100 defunciones en lo que va de la pandemia, en nada sorprenden ante las cifras tan alarmantes de los últimos días, en donde mínimo una persona es asesinada a balazos.

Sin embargo, esto nos lleva a hacernos una serie de preguntas: ¿Por qué se dan tantos casos? ¿Será parte de un ajuste de cuentas entre bandas locales? ¿Se estarán disputando la zona? ¿Por qué la policía municipal, estatal y ahora la guardia nacional, nunca llegan antes sino, como todo el tiempo, al final y nunca detienen a alguien? ¿Por qué cada vez son más los casos en donde la persona asesinada es simplemente un joven o adolescente? ¿Qué nos estará pasando como sociedad cuando ya nada nos sorprende?

Lo único cierto, es que esta es la realidad que actualmente impera y que se ve muy lejano el momento en el que deje de suceder, es por ello que la población de este lugar ha optado por mejor acostumbrarse a los acontecimientos y dejar de esperar en que todo pueda cambiar, se ha perdido la capacidad de asombro y se ha desvalorizado la vida y el respeto por los demás, siendo este virus es aún más letal.