Veracruz, la gran estafa

  • Héctor Yunes Landa
Es necesario que hagamos una reflexión profunda sobre lo que actualmente sucede en Veracruz

La mañana de ayer domingo tuve la oportunidad de rendir mi Quinto Informe de Labores Legislativas como Senador de Veracruz. Lo hice convencido de que debemos contribuir al empoderamiento de los ciudadanos, y que sea la rendición de cuentas una condición ineludible para los servidores públicos.

Hoy la Cámara de Senadores ha dejado de ser la exclusiva representación de los estados en el pacto federal para convertirse en una herramienta eficaz de gobierno.

Fue un encuentro muy emotivo. Tuve la oportunidad de informar ante los ciudadanos y representantes de los más diversos sectores políticos y económicos y sociales reunidos en el Club de Leones de la ciudad de Veracruz de manera detallada sobre las tareas que he desarrollado para dar viabilidad y certeza al nuevo Sistema Nacional Anticorrupción.

Otra de las actividades que he realizado con pasión y orgullo ha sido a favor de los veracruzanos migrantes en Estados Unidos. Hace tres años iniciamos un gran proyecto llamado Casa Veracruz que hoy tiene representación de ambos lados de la frontera. Hemos fortalecido los lazos con las familias que están en nuestra tierra, pero también los hemos apoyado en la vida cotidiana que realizan en ciudades como Los Angeles, Houston, Laredo en Estados Unidos, y Tijuana y Ciudad Juárez en México.

Pero debo reconocer que en estos cinco años, los retos han sido más grandes que los logros. El desempeño del gobierno, de los partidos políticos y las instituciones no satisface a la colectividad y esta desconfianza deriva del ejercicio pernicioso del poder público.

Es necesario que hagamos una reflexión profunda sobre lo que actualmente sucede en Veracruz y a los veracruzanos.

Veracruz no merece lo que está pasando. Nuestro estado vive hoy su peor crisis, producto de la ominosa corrupción del gobierno que recién salió y profundizada por la incapacidad absoluta de la actual administración estatal.

El autodenominado llamado “Gobierno del cambio” ha resultado una gran estafa. Veracruz nunca había enfrentado una crisis tan grave como la que hoy vive en materia de deuda pública, de pobreza y de inseguridad. No es casualidad que ocho de cada diez veracruzanos reprueban su gestión y que no reconozcan ningún avance.

No debemos olvidar que quien hoy nos intenta gobernar, en campaña se vendió a sí mismo como justiciero, pero hoy aplica una justicia selectiva, llegando al extremo de vender impunidad a quienes había señalado a cambio de lo que se conoce como el “vómito negro”.

No obstante su compromiso de no contraer deuda pública durante su gobierno, la actual administración estatal en sólo cuatro meses solicitó préstamos a instituciones bancarias por 11 mil millones de pesos.

Además, Veracruz recibe 23 por ciento más de participaciones. Los ingresos públicos alcanzaron durante el primer semestre del año más de 55 mil millones de pesos; esto es, 7 mil 568 millones más de lo que el gobierno anterior recibió en el mismo periodo de 2016.

A finales del mes de junio, según lo reportó la propia Secretaría de Finanzas, el gobierno tenía en bancos 8 mil 455 millones de pesos que hoy se encuentran “sudando” en un sauna financiero, no para convertirse en obras sino en votos.

Por ello, anuncié que el próximo jueves presentaré ante el pleno de la Cámara de Senadores un Punto de Acuerdo para hacer un exhorto a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público para que en el marco de sus facultades  revise el mecanismo financiero y los términos pactados en la negociación, así como el costo beneficio para las finanzas del Estado.

Como la mayoría de los veracruzanos, estoy convencido de que Veracruz no es un estado pobre, sino un estado empobrecido. Por eso no debemos abandonar la plaza ni claudicar  en la aspiración de seguir sirviendo a Veracruz y a México.

No debemos construir el futuro de Veracruz sobre las ruinas que nos han dejado. Tenemos que poner de pie una vez más a este gran estado. Cumplir esa tarea, Yo sí puedo.