Luna Papa

  • Agustín Güiris
Luna Papa, pues, está llena de instantes que refrescan la magia de la que es capaz el cine.

Luna Papá

(Bakhtyar Khudojnazarov, 1999)

Construida bajo un inmaculado sentido del humor, una belleza folclórica y un realismo mágico inmanente, Luna Papa es una obra que bien se acomoda en la pureza de sus personajes; entrañables seres que viven día a día en su pequeña localidad, un imaginario y atemporal pueblo de Asia Central delimitado por su suelo: propiedad de los muertos y sus memorias; confesionarios para quienes se han quedado atrás, así como un espacioso y bello cielo azul que funge como la gran puerta de entrada para las aventuras, experiencias y nuevas vidas. Pretexto perfecto para que nuestro personaje central, que aún no ha nacido, nos guíe bajo su voz por las andanzas de la familia Bekmouradova, resignado linaje que trata de superar los obstáculos propios de la vida, así como el de intentar recobrar un orgullo que en realidad no ha perdido pues siempre ha estado bajo la estrella de su unión.

La tercera cinta de Khudojnazarov es una bella apuesta que se desgasta en momentos festivos llenos de magro color. Una combinación de infortunio e ingenio que se da gracias a la escasa luz de la luna, la pasión por las artes y la ingenuidad de sus actuantes; todos ellos tocados ya por la tragedia y a punto de tener una segunda ronda con esa extraña silueta. Con la madre muerta, el progenitor trata de cuidar de las fuerzas externas a su familia, conformada de dos hijos: el mayor, que ha quedado demente después de la guerra (poseedor tanto de de una fuerza inusitada como de una capacidad mayúscula de predicción que se da la creencia de ser cualquier tipo de transporte; sobre todo aeroplano) y la menor, cuyo alocado amor por el teatro la ha hecho ser víctima de un oportunista en el pleno de la noche y ha quedado embarazada sin saber a ciencia cierta quien puede ser el padre. Secreto que mantiene y trata de solventar antes de confesarlo.

Claramente el objetivo de la cinta se torna hacía la búsqueda. Una búsqueda que termina por dotar la trama bajo el talante de una road movie y un hilarante entramado que va dando paso a situaciones candorosamente disparatadas, necedades que afrontan la naturaleza propia de la creación y todo lo que circunda tras sus deseos, temores y nervios iniciales. Momentos que encaminan a la obra por la senda del desatino y el absurdo, sí, pero que le conceden una sutil gracia que la empapa en un carácter de honestidad. Luna Papa, pues, está llena de instantes que refrescan la magia de la que es capaz el cine; ejercicios de una agudeza e inventiva que despiertan un espacio cuasi fantástico en el que todo puede o bien podría ser posible. Imaginaciones cuya respuesta se encuentra en los límites que impone la fe de quienes cohabitan dicha dimensión.

Khudojnazarov deja que sus actores se extiendan en la amplitud de sus planos, permite que sus acciones se manejen bajo un respiro franco. Su dirección concede un campo de sinceridad que se agradece tras el marco en que nos ajusta. Su visión es legítima y fidedigna, al igual que la colectiva fotografía de sus 4 colaboradores en dicho departamento, el montaje de sus dos editores, el diseño de producción y la música original. Elementos que empatan perfectamente en el estilo de la cinta. Con Luna Papa, pues, nos enfrentamos claramente a un trabajo en conjunto, un equipo bien canalizado. Una administración plena que va detrás de una meta fílmica llena de locura y encanto.

El trabajo del realizador nacido en Tajikistan es refinado a pesar de su revestimiento. La belleza y virginidad de su encadenado está llena de candor, de un portento que entretiene y turba con su iniciativa a cada secuencia. Su mano es firme y sostiene un estado anímico agradable y fértil. Sus personajes, si bien tienen obligadamente que aquietar las calamidades que el destino les tiene reservadas, siempre han de encontrar la solución en sus más profundos anhelos. Con un mágico final, esta cinta nos recuerda que el trabajo cinematográfico a veces puede seducirnos sin tantos aspavientos técnicos, apostar por una narrativa simple pero llena de humanidad que hechiza desde un inicio a la razón de que la experiencia propia de ver un filme es, y debería de ser en muchas ocasiones, un sueño que compartir. Y en esta ocasión, claro, con un nonato.

Luna Papá de Bakhtyar Khudojnazarov

Calificación: 3.5. de 5 (Buena). 

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Agustín Güiris

Realizador independiente y profesor de cine en diversas instituciones. Realizó un Master en Dirección Cinematográfica en España y ha dirigido y producido cortos de ficción y diversos proyectos de documental.