El prestigio en busca del sentido

  • Nyx Diahann Sánchez Fierro
Lo sustancial y lo trivial. La moralidad como forma de cohesión social. Bienestar de la sociedad.

En los últimos años y debido a la modernidad de la que somos parte, ha surgido un concepto interesante de analizar y lo propone Eduardo Galeano, este es “la cultura del envase”, que define a las personas que solo concentran su atención en lo superficial, en lo que se nota y las categoriza dentro de un panorama superior al de los demás, es decir, la presunción rebasa (en muchos casos) la dignidad y la entereza como ser humano. Se presta más atención al envase que al contenido y con ello pierde el sentido la apreciación del hombre y, como consecuencia a esta pertenencia, la vida se está convirtiendo en un proceso cuantificable. ¿Cuánto tienes? ¿Cuánto puedes? ¿Cuánto demuestras? Olvidando la esencia que consolida a las personas.

El prestigio es el buen concepto colectivo en el que se tiene a una persona, o bien, alguna situación o lugar, sin embargo para muchas personas esto pasa a último término y con el afán de no seguir ciertos lineamientos éticos, justifican sus acciones visualizándose como una parte ajena a la sociedad, hacen las cosas apresuradamente, sin interesarse en el prestigio (propio y circunstancial), los intereses personales (en muchas ocasiones económicos) se apoderan de las necesidades humanas y no dan oportunidad de entender la importancia de la moralidad.

De tal forma que la sociedad actúa de manera superficial, busca satisfacer las necesidades como parte de su deber, por ejemplo, la gente busca tener un empleo y ganar lo necesario sin dar tanta importancia a la calidad de la empresa; cada vez es más común que las personas no quieran formar una familia y esto se debe al mal concepto que se tiene sobre el matrimonio; muchas personas estudian una profesión porque es lo que les corresponde, pero lo hacen sin vocación y existen posibilidades de que no sean profesionistas prestigiosos.

La misma cultura va direccionando nuestra atención en lo informal, a lo fácil o a lo inmediato, se desvalorizan actos que te definen como humano, algunas personas tienen deudas económicas y no pagan sin importarles su imagen, su compromiso, sus acuerdos; es muy fácil para ellos romper tratos y huir de la situación; a otras personas les da lo mismo casarse una o diez veces, no aprecian lo correcto, ni al amor; se les resta importancia a las mentiras sin entender que éstas corrompen la esencia y los vuelve seres deshonestos, desleales y en algunas ocasiones inhumanos; ejercen algún cargo político sin importar los intereses sociales; actúan por conveniencia aun estando en contra de sus principios;  lo importante para este tipo de personas es ganar o salir victorioso en el momento pero, ¿qué pasa después? ¿Cuál es la credibilidad o la imagen que causan a las demás personas? Contemplando que son parte de la misma sociedad, tendría que ser un aspecto que atraiga la atención para mejorar, ganar también consiste en vivir en armonía, de manera íntegra, sin causar daños, trabajando por el bienestar común, sin deudas económicas y morales.

El prestigio define el tipo de persona que eres y tu mejora continua, no se debe confundir con el estatus social que se tiene, o simplemente la apariencia, la congruencia es importante. El prestigio se refleja, no se presume, y debería ser considerado como parte de la formación humana y de la educación, eso favorecería determinantemente a las sociedades y su estilo de vida; no se puede mejorar una sociedad si no se evoluciona el pensamiento a favor del bienestar social y como consecuencia el personal.

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Nyx Diahann Sánchez Fierro

Psicóloga social por la UAT (Tlaxcala), investigación en la conducta homicida. Docente en Bachillerato. Estudia maestría en Educación (UPAEP) y aborda temas de psicología, ética, educación  y sociedad.