La turbia y ominosa muerte de Juan Mendoza

  • Jorge Morales

La madrugada del primero de julio fue hallado el cuerpo sin vida de Juan Mendoza, ex periodista policíaco de El Dictamen y director del portal Escribiendo La Verdad, sobre la carretera federal Santa Fe- San Julián. Nada de lo que ha dicho hasta ahora la autoridad, en este caso la Fiscalía General de Veracruz, sobre la versión preeliminar de su muerte -suponiendo que estén investigando otras líneas-, cuadra, pretendiendo reducir las causas a un simple y burdo atropellamiento que permita dar carpetazo ipso facto al expediente.

Juan, quien tenía una vida modesta, salió por la tarde del martes de su domicilio manejando un taxi -actividad que compaginaba con el periodismo- pero nunca regresó a su casa. El miércoles por la madrugada las autoridades recogerían su cadáver, en calidad de desconocido, pero no sería hasta el jueves cuando sería identificado por su propia esposa directamente en las planchas del Servicio Médico Forense de Boca del Río, en alto grado de descomposición y con múltiples huellas de lesiones y fracturas.

Su muerte, enturbiada por el descarado cinismo de la Fiscalía, emitiendo un comunicado en el que daba “por esclarecido” su desaparición y homicidio desde el mismo jueves, despierta uno de mis mayores temores con motivo de la oleada de asesinados contra periodistas en Veracruz: el cambio de patrón en el asesinato de periodistas, mediante la acción encubierta y disfrazada, con la complicidad oficial.

Desde el asesinato de Moisés Sánchez Cerezo, que detonó una reacción virulenta del gremio periodístico y de la opinión pública, exhibiendo al gobierno de Veracruz y al gobernador Javier Duarte de Ochoa, atisbé y así se lo comenté a varios cercanos, sobre la posibilidad de que el criminales planearan encubrir el próximo asesinato de un periodista en Veracruz, para reducir el costo político y mantener el perfil bajo.

Por eso lo ocurrido a Juan Mendoza prende las alarmas. La versión oficial sobre las causas de su muerte lejos de dar tranquilidad, preocupan.

Hablando con compañeros de Juan Mendoza supe que él no daba servicio en carretera federal por no tener los permisos y por el temor a la inseguridad (Meses antes de su muerte ya había sido asaltado). El miércoles, cuando fue hallado su cuerpo sobre la carretera federal, no portaba ningún documento de identificación ni se localizó el taxi, por lo que fue remitido al forense en calidad de desconocido. Y como colofón, ¿de dónde salió y quién le puso la venda que portaba en la cabeza y que aparece en fotografías mientras su cuerpo permanecía en la carpeta asfáltica? Juan Mendoza no fue víctima de un simple accidente, como se quiere hacer creer.

Es urgente que una instancia externa y con credibilidad, ajena a la Fiscalía de Veracruz realice una autopsia del cadáver e investigue el caso.

Así se lo hice saber a familiares del periodista el pasado viernes, previo a que sus restos fueran inhumados y así se los ha ofrecido -en relación a la asesoría para el respectivo trámite- la Comisión Estatal de Atención y Protección de Periodistas, luego de acordarlo en sesión de PLENO del pasado sábado.

Creo que si como periodistas dejamos pasar este caso, podríamos lamentarlo.