Veracruz, pérdida de empleos y salarios

  • Rafael Arias Hernández

En México, notoriamente  la fábrica de pobres y hambrientos gubernamental sigue a todo lo que da.

En Veracruz, por ejemplo, un rápido y breve análisis comprueba que no sólo crecen desempleo y subempleo también se pierden fuentes de trabajo; además, disminuye el ingreso de los empleados y se pierde capacidad de compra.

A diciembre de 2013, sólo en el empleo formal registrado en el IMSS se tenían 750,232  y para septiembre del 2014, se había reducido a 745,295, perdiéndose en el estado de la prosperidad, 4,937 empleos formales,

En cuanto a población ocupada, en el mismo lapso, de 3, 142,303 se redujo a 3, 104, 982. Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE),  en la entidad, hay 37, 311 ocupados menos.

Así que, ¿dónde están los cientos de miles de empleos dignos y bien pagados?

Respecto a niveles de ingreso salarial, según la misma fuente, la situación también empeoró pues se incrementaron los que no reciben salarios (55,536) y ya suman 312,970; y los que reciben hasta un salario mínimo mensual, unos 2 mil cien pesos al mes,  aumentaron  (31,789), así que ya llegan a un total de  553,044. Sumados son 866,014, alrededor del 28.6% de la población ocupada estatal.

Para darse una idea del tamaño del daño, bastaría sumar  a los que no reciben retribución,  los que ganan hasta un salario mínimo y  los disponibles 532,855. Esto daría idea mínima, de la magnitud del empobrecimiento en el estado de Veracruz. El total de estos tres, llega a 1, 398,969.

Esto es, en cifras cerradas, 1 millón 400 mil,  el 23% de la población económicamente activa, mayor de 14 años.

En cambio, por otro lado, continuaron disminuyendo los que ganan hasta dos, tres, cinco y más de cinco salarios mínimos. Se estima en 164,061 los que han visto reducir sus ingresos salariales en lo que va de 2014.

Además con recesión económica estatal, ¿Cuál prosperidad?

Temas amplios y complejos que hay que seguir abordando.

De Salario Mínimo, a Salario de la Miseria

Diversas fuentes contribuyen al fortalecimiento de miseria y marginación, ventajoso campo de cultivo para el fortalecimiento de  inseguridad e inestabilidad social, así como de ineficiencia y delincuencia en los gobiernos.

Sobresalen,  la falta de políticas públicas eficientes y de probados resultados, tanto en fomento económico y creación de fuentes de trabajo, como en desarrollo social; el deficiente y cuestionado manejo de recursos públicos, y el creciente e injustificado endeudamiento gubernamental; el criticado uso y abuso de programas sociales y asistenciales, clientelistas político-electorales, que en muchas formas condicionan y manipulan a beneficiarios y aspirantes potenciales.

Y, desde luego, los bajos niveles de competitividad y productividad; la creciente informalidad, desempleo y subempleo; los menguados salarios y las escamoteadas o nulas prestaciones; las frecuentes alzas de precios y el consecuente deterioro de la capacidad de compra, sobre todo salarial; y, en general, el poco interés y esfuerzo institucional por conservar, ampliar y elevar los parciales niveles de bienestar social alcanzados.

En este contexto, hay que destacar que por más importante que sea la acción del mercado, sobresale también  la omisión y comisión del Estado, cuyos gobiernos irresponsablemente se han mantenido en la cómoda tarea de autorizar simbólicos e intrascendentes aumentos, que ya han convertido al referente de salarios mínimos, en una indiscutible fuente de pobreza obligatoria, debilitando estructura y funcionamiento del mercado interno, base de la economía nacional.

Es más, recientemente, organismos internacionales, como la Comisión Económica Para América Latina (CEPAL), confirman que el único país del área, donde el salario mínimo no ha crecido es México, hecho que impide al trabajador cubrir sus necesidades básicas.

Así, queda en letra muerta constitucional aquello de que: “Toda persona tiene derecho al trabajo digno y socialmente útil; al efecto, se promoverán la creación de empleos y la organización social de trabajo, conforme a la ley…”

Más preocupante si  se pasa a la interminable colección del humor negro, o de las inagotables buenas intenciones que aseguran que: “Los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia, en el orden material, social y cultural, y para proveer a la educación obligatoria de los hijos...”

En fin, en muchas formas, incluyendo la oficial,  se ha comprobado que el salario mínimo es menor a la línea de pobreza. Esto es, lo indispensable para la supervivencia, está por encima de lo que oficialmente se fija y decreta como retribución salarial mínima o suficiente.

Millones y millones de mexicanos, y sobre todo las mejores economistas, las amas de casa, comprueban ineficiencia y hasta  delincuencia gubernamental, de quienes obligados a cumplir y hacer cumplir la ley, simplemente hacen como que hacen. Hecho que se repite en otros muchos aspectos de la vida cotidiana de las y los mexicanos.

En todo caso, hay que insistir e insistir en el tema. Urge tomar cartas en el asunto, porque evidentemente pobreza y hambre, ya se complicaron con inseguridad y delincuencia, con ineficiencia y corrupción gubernamental.

Hay que reiterar preguntas y preguntarnos. ¿Qué sucede respecto a la lamentable contradicción de los salarios mínimos en México? ¿Por qué darle largas y no atender el reclamo? Así, ¿cuál productividad y competitividad, estabilidad y paz pública?

Este asunto es de vital importancia, es injusto pretender dejárselo sólo al aguante, limitaciones y sacrificios de los trabajadores; o  al ámbito empresarial, donde el mayor esfuerzo lo hacen micro y pequeños empresarios, por cierto  también en gran parte, desatendidos y maltratados; o a la buena de Dios, o la mano invisible de un mercado interno atrapado y debilitado.

Y también lo es, permitir pérdidas y saqueos, usos y abusos de recursos públicos y atribuciones institucionales, que podrían destinarse a efectivas y provechosas políticas públicas y programas de verdadero fomento económico, del empleo y bienestar social.

Para evitar fábrica de pobres y hambrientos. ¿Cómo enfrentar  desinterés oficial, olvido gubernamental, contubernio sindical e irresponsabilidad institucional?

Ciertamente, para empezar, no seguir con más de lo mismo.

*Académico.IIESES.UV

Twitter: @RafaelAriasH

Facebook: Veracruz Hoy de RafaelAriasHdez

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Rafael Arias Hernández

Actualmente es Investigador del IIESES y maestro de la Facultad de Economía de la UV.

Cuenta con  Licenciatura en Economía, por la Universidad Veracruzana. Obtuvo mención honorífica Cum Laude.  Maestría en Economía con especialización en Desarrollo Regional y sub especialización en Historia del Pensamiento Económico. Salt Lake City, Utah. USA. Diplomado por la U.V. en “Habilidades del Pensamiento”.  Alta Dirección AD2 Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas. (IPADE). Becario en los programas Lincon-Juárez y LASPAU.  Asesor académico y maestro de Enseñanza Media, Esc. De Bachilleres Noc. “Art. 3º Constitucional”, Xalapa, Ver. Maestro en la Facultad de Economía, y de la Maestría en Desarrollo Regional. Historia Económica, Desarrollo Económico, Desarrollo Regional, Taller de Investigación, Metodología, Habilidades del Pensamiento y otras cátedras. Maestro en “Técnicas de Debate” de la maestría en Acción Política y Administración Pública, de la Universidad Anáhuac. Xalapa, Ver.

Director General Técnico y Secretario General de la Universidad Veracruzana.

En el Gobierno Federal, fue Delegado Estatal de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial en Veracruz, y Director de Desarrollo Regional en SPP. En el Gobierno del Estado de Veracruz ha sido Asesor Económico, Jefe de Prensa y Comunicación Social, Director General del Instituto Veracruzano de Cultura, Director General de Industria, Comercio y Estadística, Coordinador de Participación Ciudadana, Coordinador Ejecutivo del Comité de Planeación para el Desarrollo (COPLADEVER). SEFIPLAN, (2010)

Miembro de diversas Asociaciones Civiles y ciudadanas, como el Colegio de Urbanistas y Planificadores, el Colegio de Economistas; la Fundación Cambio XXI A. C.; y de la Fundación Colosio A.C. Colaborador de diversas revistas y publicaciones académicas. Articulista de diversos periódicos, y de otros medios de comunicaciones nacionales, estatales y municipales.