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Sin dinero, Jacinta sepultó a su nieta Liz, asesinada en Medellín de Bravo

  • Carlos Navarrete
El cuerpo de Lizbeth fue hallado en un predio de Medellín de Bravo, el pasado lunes 15 de mayo. El presunto feminicida está deteni

Jacinta Álvarez Cabrera, abuela de Lizbeth Vargas Barrios, se sentó en una lápida a contemplar la tumba en la que a partir de este viernes 19 de mayo descansan los restos de su nieta, víctima de feminicidio en Medellín de Bravo.

La mujer, de 85 años, estaba exhausta. Aparentemente durmió poco, pero estuvo presente en la ceremonia de despedida que se le hizo a la joven desde el panteón de la localidad de El Moralillo, en el municipio de Medellín de Bravo. 

La mujer de la tercera edad tenía la mirada perdida, apenas hablaba en voz baja con sus familiares. Se tomaba las rodillas y suspiraba de vez en cuando. No hubo dinero para comprar una cruz de hierro, así que la familia se las ingenió y elaboró una de palitos adornada con flores de colores. 

Tampoco alcanzó para pagar una lápida de esas que van adornadas con altares de la virgen María o de Jesucristo. En su lugar, la familia mandó a colocar cinco losetas que quedaron cubiertas con varias cubetadas de cemento. 

Una joven que acompañó a la multitud en el sepelio tomó una varita del suelo y con la punta de la misma escribió el epitafio sobre el cemento fresco recién colocado encima de la tumba, "Lizbeth Vargas B., recuerdo de tus hijos, tu abuela y tu papá", dice la frase. 

La cruz de palitos, adornada con flores, quedó en la parte superior del epitafio. Los panteoneros se encargaron de darle los últimos retoques al sepulcro antes de dar por terminado el sepelio.  Los hijos de Liz, como le decían de cariño a la joven, apenas comprendían lo que sucedía a su alrededor mientras todo era lágrimas y llanto. 

Todos sucedió muy rápido. Apenas la tarde del pasado jueves 18 de mayo, tres días después del hallazgo sin vida de Lizbeth Vargas Barrios, el cuerpo de la joven fue entregado a sus familiares. 

El cadáver fue hallado semienterrado en un predio de la localidad de El Atracón, en el municipio de Medellín de Bravo, el pasado lunes 15 de mayo. Leonardo N, su pareja sentimental y principal sospechoso del feminicidio, permanece detenido. 

El sujeto habría asesinado a su pareja de una cuchillada en el corazón y luego la arrojó a un hoyo que él utilizaba para quemar basura. 
Tras la entrega del cuerpo, las autoridades de la Fiscalía General del Estado (FGE) le pidieron a la familia que se agilizara el proceso de velación y sepultura debido al avanzado estado de descomposición en el que fueron hallados los restos humanos. 

Liz fue colocada en un ataúd color rosa y llevada a la casa de su abuela Jacinta para el velorio que se le tenía preparado. En una humilde casa situada al pie del tramo carretero Santa Fe - Paso del Toro fueron velados los restos. 

El velorio comenzó la noche del pasado jueves 18 de mayo, se prolongó durante la noche y concluyó este viernes 19 de mayo alrededor de las 9:00 de la mañana, cuando dio inicio el sepelio. 

El ataúd fue colocado en una carroza y, detrás de ella, una caravana de vehículos salió de la vivienda de Jacinta Álvarez Cabrera con dirección al panteón de El Moralillo. 

Antes de llegar al cementerio, la caravana hizo escala en la capilla del pueblo mientras el sacristán hacía sonar la campana para anunciar la llegada del ataúd. No hubo misa, el ataúd fue colocado frente al santuario unos minutos y luego lo retiraron de la iglesia. 

Según uno de los últimos censos, El Moralillo tiene menos de 400 habitantes. El pueblo se ubica a unos 24 kilómetros – 37 minutos por carretera – del puerto de Veracruz. 

La mañana de este viernes 19 de mayo, una buena parte de los habitantes de El Moralillo acompañó a Jacinta y a los hijos de Liz hasta el panteón. Aunque en el pueblo todos se conocen, el caso particular de la joven indignó a todas las familias que hoy exigen justicia.