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En busca de empleo, Jonathan emigró en silla de ruedas de CDMX a Veracruz

  • Marcelo L. Bermúdez
En busca de una mejor situación laboral, Jonathan emprendió un viaje de 8 meses por carreteras en compañía de sus perros

Sentado en su silla de ruedas frente al Paseo del Malecón, y flanqueado por sus cuatro perros que lo cuidan, Jonathan Corangues sobrevive vendiendo mazapanes y dulces. El hombre de 40 años, emigró de la Ciudad de México y emprendió un viaje de ocho meses por carreteras federales que lo llevaron hasta el estado de Veracruz, donde confía mejorar su situación laboral.

Mientras ofrece sus dulces a las personas que pasean por el malecón de la ciudad de Veracruz, cuenta que además de la venta de golosinas tiene planeado emprender un negocio de modificación de sillas de ruedas para personas y mascotas que tengan dificultad de moverse y así conseguir un trabajo que le permita vivir dignamente, pues con lo que gana no le alcanza para pagar los 2 mil pesos de renta del lugar donde alquila.

Jonathan no tiene ambas piernas, la primera la perdió a los 11 años en un accidente, del que prefiere no hablar. En noviembre del 2021 fue hospitalizado por una herida en su pie derecho que se complicó debido a que padece diabetes.Los doctores tuvieron que amputarle su extremidad. Su madre se deprimió por lo que él padeció y murió días después. 

Jonathan no alcanzó a ver a su madre, pues se encontraba en el hospital cuando ella falleció, una semana después su padre sufrió el mismo destino. Los únicos que lo esperaron fueron los cuatro perritos que adoptó: Black, Ratoncito, El Gordo y La Muñeca y que lo acompañaron durante su viaje en busca de mejores oportunidades; en una ruta de 800 kilómetros, con una parada de 4 meses en el estado de Querétaro, que recorrió sobre su silla de ruedas que él mismo adaptó.  

“Yo era mototaxista y después fui guardia de seguridad. Cuando conducía el mototaxi tenía una prótesis, pero me hicieron la maldad y me la robaron unos parientes y después de que perdí las dos piernas y mis padres decidí salir de mi casa.”, relata.

Luego de perder a sus padres y quedar en silla de ruedas vinieron las complicaciones económicas y laborales, aunque tenía algunas personas allegadas a él, no podía confiar en ellos, pues asegura que recibía malos tratos y humillaciones.

“En la CDMX no hay cultura para las personas con discapacidad, sobrevivimos por los familiares que nos ayudan, pero los que no tenemos, pues no. Yo vivía en el Distrito, igual vendiendo dulces, pero la verdad ya no me fue bien y no me daba para pagar la renta, por eso tuve que buscar en otro lugar”, asegura. 

De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en el país hay 7 millones 168 mil 178 personas que tienen alguna discapacidad o condición mental, de esta cantidad solo 2.4 millones formaban parte de la población económica.

Modifica y realiza silla de ruedas para personas y mascotas

Luego de recuperarse de la amputación tomó los mil pesos que tenía ahorrados y modificó su silla de ruedas. Con algunos materiales que recicló y otros que compró, adaptó su vehículo con un cuadro de bicicleta para que las manijas quedaran a la altura de sus manos y así trasladarse con mayor facilidad.

La silla que actualmente tiene la consiguió mediante una donación; antes tenía otra más sencilla, que no le hubiera servido para realizar su viaje. Fue un mes lo que se tardó para acondicionarla por completo, ya que no tenía los recursos suficientes para adquirir todos los materiales. 

“Una vez que ya conseguí todo, la comencé a armar, estrellas, cadenas, rines. Todo fue difícil, pero lo hice, a mí nadie me enseñó. Tu cabeza debe de ser la que te dé las ideas, bueno, al menos yo siempre trabajo con lo que se me viene a la mente, tengo que ingeniarlas”.

Jonathan tiene dos meses de vivir en el puerto de Veracruz, debido a su condición física y a que no tiene un trabajo formal, sobrevive de la venta de dulces y del apoyo económico que le dan las personas, pese a sufrir de una discapacidad no cuenta con la Pensión para el Bienestar de las Personas con Discapacidad que da el gobierno federal.

Actualmente, una persona que vio la modificación que le hizo a su silla lo contrató para que hiciera una a su mascota. Los materiales que utiliza son tubos de PVC, dos llantas de plástico y unas bandas elásticas. 

Planea dedicarse al negocio de modificar sillas de ruedas y a fabricarlas para mascotas, pues asegura que en Veracruz hay muy pocas personas que se dediquen a hacer estos trabajos, por lo que ve una oportunidad de emprendimiento en esta área.

Por fabricar una silla para mascotas cobra entre mil o dos mil pesos, depende del tamaño que sea el perro. Jonathan pone a disposición su número de teléfono 55-88-38-15-62 y su cuenta 421747007225407 para la gente que desee donar croquetas para sus mascotas o que requiera de sus servicios.

Su viaje con sus cuatro perros

Black, Ratoncito, El Gordo, La Muñeca y Jonathan se estacionaron frente al hotel Fiesta Inn, bajo la sombra que da ese edificio sus cuatro mascotas toman el fresco, pues aún no se adaptan al clima de la ciudad.  En noviembre fue que llegaron al puerto de Veracruz, pero desde abril decidió salirse de su casa en la alcaldía Gustavo A. Madero. Tomaron la ruta de la carretera federal 57 D rumbo al municipio de San Juan del Río, Querétaro.

El único equipaje que llevó fue su ropa, herramientas, agua, comida, algunos artículos de limpieza, medicinas para sus mascotas y algo que lo protegiera del sol y la lluvia, tardaron casi tres días para llegar al municipio de San Juan del Río, entre descansos y paradas en gasolineras para que sus mascotas retomaran fuerzas.

Sortearon el frío, la lluvia y los peligros de transitar por las carreteras entre automóviles y vehículos de carga pesada. Jonathan asegura que pidieron “aventón” con traileros, pero no lo dejaban subirse con sus perros, sin embargo, eran apoyados por dueños de comedores que se encontraban a pie de carretera o por los conductores que los veían pasar.

Estuvieron dos semanas en San Juan del Río, ahí sobrevivían de la caridad de las personas, después se dirigió a Querétaro, en este segundo lugar vivieron cuatro meses. Con la ayuda de una veterinaria y una campaña de esterilización, operaron a sus mascotas.

Tras la recuperación de sus perros decidieron emprender de nuevo el viaje y tardó tres meses en llegar al puerto de Veracruz, donde planea quedarse a vivir con sus cuatro perros. Durante su llegada durmieron dos semanas en la calle, apoyados por las personas que les regalaban comida y croquetas para sus mascotas.

Ahora cuenta con un cuarto que le fue alquilado por 2 mil pesos, con lo que gana de la venta de dulces paga el alquiler, aunque a veces no le alcanza. Fue Veracruz el lugar que eligieron para quedarse a vivir y buscar nuevas oportunidades en la espera de encontrar un oficio que la ayude a sobrevivir. 

“Yo he pedido trabajo, porque tengo la capacidad, ahorita gracias a Dios me cayó un trabajo de modificar una silla y con eso me la voy a pasar, porque no solo soy yo, si no mis perros que necesitan para sobrevivir”, concluye.

 

ys