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Edgar: 32 años de ser saca monedas en el puerto de Veracruz

  • Inés Tabal G.
Desde hace 32 años Edgar ofrece lanzarse al mar a cambio de una moneda

Edgar Almeida señala con el dedo índice un punto entre el mar y la losa de concreto del malecón de Veracruz, para que los turistas arrojen la moneda que sacará antes de que caiga al fondo de la bahía.

La moneda vuela y al mismo tiempo se lanzará en un clavado preciso, la toma entre sus dedos y sale a la superficie con su pago. La rutina la repiten otros cinco hombres que están al lado de Edgar, todos listos para entretener a los turistas que caminan por el sitio.

Ellos son conocidos como los saca monedas del malecón, un ofició que tiene aproximadamente 83 años de tradición en el puerto de Veracruz y que el hombre de 43 práctica desde que era un niño de 11 años.

“Desde pequeño me llamó la atención el mar, mi mamá era comerciante de aquí de las del malecón y yo veía en ese entonces a los saca monedas, me llamó la atención y desde los 11 años estoy aquí”, dice.

Perder el miedo al mar, aprender a nadar y tener necesidad, es lo único que se requiere para ser un saca monedas, asegura.

Edgar es el segundo de ocho hermanos y desde pequeño se dedicó a este oficio. Antes trabajó como bolero, pero dejó esa actividad por lanzarse al mar a cambio de una moneda, pues conseguía un mejor ingreso.

Recuerda que entre los años de 1980 y 1990, cuando el tren llegaba a Veracruz y los turistas abarrotaban el malecón, las ganancias para ellos eran más. En la actualidad por estar de ocho a 12 horas gana entre 300 y 500 pesos.

“Cuando es temporada vacacional procuro venir temprano y me voy ya hasta la tarde noche, pero cuando se acaban las vacaciones ya me voy un poco más temprano. Lo que es viernes y fin de semana es donde hay más gente”, agrega.

En la primera sección del malecón de Veracruz hay alrededor de 15 saca monedas, espaciados en tramos con varios metros de distancia con la finalidad de que todos puedan ganar algo de dinero.

Cada uno tiene que convencer a los turistas para que arrojen la moneda y ellos puedan sacarla del fondo del mar y quedársela. Casi siempre, además de la moneda que recuperan, reciben una propina adicional.

Edgar asegura que con el paso de los años las personas que se dedican a sacar monedas son menos, en el tiempo que empezó había alrededor de 30 hombres, casi todos niños, con el paso de las generaciones disminuyó.

Un oficio que lo ayudó a conseguir otros trabajos

Además de ser saca monedas, Edgar es albañil y ha incursionado en otros oficios en donde encontraba ingresos fijos. Trabajó de marinero, como buzo, enseñó a niños a nadar en albercas, pero nunca dejó este oficio.

Cuando no tenía empleo siempre recurría al malecón y con lo que ganaba mantuvo a su familia e hijos, actualmente solo vive con su esposa.

Debido a las carencias económicas que tuvo en su familia no logró terminar la primaria, dice que si las oportunidades y el dinero le hubieran alcanzado sería un buzo profesional, pero esto no fue posible.

A Edgar le gustan los libros de historia, en espacial la de Veracruz, aunque no es un guía certificado le agrada explicarles a los turistas un poco de la información de cada lugar, en especial la de San Juan de Ulúa, la fortificación antigua que se encuentra de cara al lugar donde se arroja por las monedas.

“Nunca me gustaron las matemáticas, pero la literatura sí. Siempre me ha gustado leer, aprender, porque es bonito cuando una persona o turista te pregunta sobre la historia de un lugar y tú le puedes explicar un poco de eso”, dice.

Un oficio que con el paso del tiempo perjudica su salud

Estar en el fondo del mar es una actividad que le gusta, pero que reconoce también tiene sus peligros. Un saca moneda enfrenta riesgos que van desde toparse con animales tóxicos que pueden dañar su salud, hasta lesiones con las rocas del lecho marino.

Otro de las complicaciones son secuelas en la salud, que incluyen perder poco a poco la vista, por exposición a la salinidad del agua y la contaminación que llega en el lugar donde están; también la pérdida del oído, por la profundidad y la presión.

“Lo que estoy padeciendo es la de la vista, ya como por las 7:00 u 8:00 de la noche ya empiezo a ver borroso, pero como todo trabajo al paso del tiempo nos va afectando, pero nunca se ha muerto nadie por este oficio”, cuenta.

Edgar no sabe cuánto tiempo seguirá como saca monedas, no hace planes a futuro, pero señala que mientras tenga salud y su vista se lo permita seguirá en este oficio que atrapa la atención de los turistas.

 

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