• Veracruz

Plaza del Migrante: la casa de "gallos" y "tiraderas" en el puerto jarocho

  • Inés Tabal G.
Todos forjaron su talento en las calles y plazas públicas, sus únicos espacios públicos para desenvolverse en el mundo del rap

Los fines de semana, la plaza del Migrante en el puerto de Veracruz, se llena de jóvenes que riman e improvisan en batallas campales de Freestyle, también conocidas como “tiraderas”. 

Estudiantes, enfermeros, ingenieros, productores, artistas y hasta comerciantes son los “gallos” que, en sus tiempos libres, pasan las tardes divirtiéndose y entreteniendo a las personas que circulan sobre el bulevar Manuel Ávila Camacho.

Con solo una bocina de donde sale una pista musical, los competidores crean versos y rimas con el propósito de destrozar a su contrincante, aunque al término de la batalla se den la mano como mejores amigos.

Muchos de los participantes son representantes de campeonatos estatales y nacionales en varios lugares del país como Monterrey, Chiapas, Cancún, Sonora entre otros. Todos forjaron su talento en las calles y plazas públicas, sus únicos espacios públicos para desenvolverse en el mundo del rap y el freestyle

El Freestyle, es un estilo derivado del rap que traducido al español significa estilo libre.

"El Freestyle significa disciplina, profesionalismo, arte, expresión, respeto, hermandad. A mí en lo personal me ha dado muchos momentos grandiosos, he viajado a muchos lugares gracias a esto", dice José Antonio Mier Azuara, organizador de las batallas. 

El joven de 25 años carga su bocina para todos lados, esa es su herramienta de trabajo. Hace unos minutos acaba de ganarse algunos pesos improvisando en mesas de los restaurantes de mariscos que están sobre el bulevar.

Antonio maneja la liga Dilo Rapeando MX, creada hace cinco años para darle la oportunidad a jóvenes de practicar el estilo libre. 

Además, hace tres meses junto con sus compañeros organizaron un colectivo llamado Doble V, integrado por los mejores competidores de la liga y quienes han representado al estado en distintos torneos

Conocido en el ambiente como Alíen X, incursionó por primera vez en el Hip Hop en el 2009 y lleva cinco años dentro de las batallas. 

“Es una liga abierta, no tiene un número exacto de integrantes, cualquier persona que quiera puede venir, yo hago una publicación y esas personas que les interesa pueden venir a pagar su inscripción”, explica.

En todos los años que lleva dentro de las batallas de Freestyle ha logrado reunir a 60 competidores, tras la pandemia de la covid muchos de los chicos y chicas que llegaban se retiraron; por el momento tienen entre 20 y 30 participantes.

Tras estar confinados cerca de un año, regresaron a las plazas y las competencias; no obstante, siempre practicaron dentro de sus casas.

“Esto es más como una disciplina, es un deporte. Yo regularmente entreno en mi casa, me pongo formatos, palabras temáticas u objetos, también entreno con los chicos en las plazas y así es como nos preparamos”, dice Giberth Gallardo, integrante de Doble V.

Gilberth, tiene cuatro años dentro de las “tiraderas”, hace tres semanas compitió en la ciudad de Córdoba. Aunque no ganó, asegura que cada torneo es una experiencia y una oportunidad de aprender de sus contrincantes, quienes al término de las competencias se vuelven sus amigos.

Con 26 años, Gilberth espera que en un futuro no muy lejano pueda ver como una profesión el Freestyle. Actualmente se dedica a la producción musical, también a la animación de fiestas y eventos particulares.

Con el dinero que obtiene de sus trabajos, solventa los viáticos que necesita para ir a otras competencias fuera de la ciudad y para comprar el equipo que requiera. 

HAY TALENTO, SÓLO FALTAN ESPACIOS Y DIFUSIÓN

Las batallas que organizan en espacios públicos son una manera de adquirir ingresos para pagar los viáticos e inscripciones en los torneos, pues no cuentan con ningún apoyo o patrocinio.

“Con los torneos que organizamos en las plazas se paga una sede para poder mandar a mi ganador, porque se tiene que pagar una cantidad a la liga que organiza la regional, entonces, la mía se convierte en una subsede y, aparte, tengo que mandar al ganador con viáticos. Y cuando no logró sacar la cantidad que se requiere se tiene que poner de nuestro bolsillo”, comenta Antonio.

Jaime Arrollo Gómez, otro de los participantes, tiene el mismo objetivo que Antonio y Gilberth, que el puerto de Veracruz sea punta referencial de las batallas de improvisación para otros municipios y estados, pero uno de los retos a los que se enfrentan es a la falta de difusión e ingresos. Por esta causa muchos freestylers se desaniman y se quedan en el camino.

“Mi objetivo es salir a representar al colectivo que tenemos y también ser reconocidos fuera. Queremos que la escena de Veracruz puerto sea reconocida y que más gente igual se anime a practicarlo, queremos que la gente nos conozca”, menciona.

Los eventos con más auge que se realizan en el estado son en Orizaba, Coatzacoalcos y Xalapa, mientras que en el puerto de Veracruz todavía no se abre esa oportunidad para que empresarios u organizadores se animen a realizar estas batallas, asegura.

Jaime no asiste muy seguido a las batallas, si al caso una o dos veces por semana, las ocupaciones laborales y familiares no se lo permiten como antes, pero se mantiene firme a su decisión, al sueño de ser reconocido, pues este estilo le dejó muchas satisfacciones y lo ayuda a mantener a su familia.

“Cuando terminé mi carrera me dediqué a trabajar en la ingeniería de campo en una empresa, pero como no me iba muy bien estuve generando ingresos en camiones y restaurantes, esto me resultó más efectivo, después volví a ejercer mi trabajo. Actualmente soy ingeniero electrónico”, menciona el joven de 26 años.

Pese a las carencias que se enfrentan en el puerto, los tres freestylers no pierden la ilusión de algún día poder competir en torneos internacionales, de ser referencia para los que apenas empiezan y de mantener vivo este arte que surgió en las calles y sobrevive en las plazas de la ciudad.

 

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