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Suicidios en Veracruz, problema de salud pública en el olvido
En junio de 2020, Enrique entró en depresión: perdió su trabajo a consecuencia de las restricciones que meses antes fueron implementadas en Veracruz para contener la propagación de covid-19.
La pérdida de la fuente de ingresos no es lo único que resintió. Paciente epiléptico desde hace casi 23 años, cuando sus ahorros mermaron, la desesperación acrecentó el estrés que acarreaba. Semanas más tarde tuvo brotes psicóticos y un año después intentó suicidarse.
Durante los meses de confinamiento derivado de la pandemia, en el país aumentaron drásticamente los suicidios por factores como el incremento de la pobreza, la crisis financiera en los hogares, el aislamiento, la pérdida de familiares y amigos o hasta como consecuencia del mismo virus.
Según las estadísticas, en Veracruz, una de cada diez personas que intentan suicidarse lo logran. Un caso reciente que conmocionó a los veracruzanos ocurrió el 10 de diciembre en Xalapa, cuando una madre tomó veneno luego de dárselo a su hijo.
Ambos fueron encontrados muertos en la habitación del hotel que ocupaban, pero no hubo información de algún expediente clínico sobre la víctima que antes de suicidarse mató a su hijo.
Pero aquellos que no consiguen terminar con su vida, como es el caso de Enrique, se enfrentan a otra crisis: el olvido de las autoridades para atender las enfermedades mentales.
Enrique, tras intentar quitarse la vida, como consecuencia de su enfermedad, sus familiares no han encontrado en la salud pública, políticas o grupos de ayuda enfocados a tratar estos episodios.
El caso de Enrique -nombre ficticio para ocultar su identidad- tuvo lugar en Coatzacoalcos entre junio de 2020 y lo que lleva este 2021, pues aún hay secuelas de la etapa psicótica que vivió.
Su familia cuenta que ha sido un proceso complejo, pues no solo se trata de la imposibilidad de acceder a un tratamiento de calidad a través de la salud pública, sino de la falta de políticas y programas que aborden casos como este.
En este caso, todos los tratamientos que lleva para su recuperación -neurológico, psiquiátrico, psicológico y de rehabilitación física- son con médicos particulares.
Lo anterior, debido a que, si bien su tratamiento para la epilepsia lo inició en los Servicios de Salud de Veracruz, era común que no existiera disponibilidad, por periodos prolongados, de algunos medicamentos tan básicos como la fenitoína.
“Desde el momento que empezó con síntomas de depresión, es decir, no dormir, llorar constantemente, dejar de comer, descartamos llevarlo al hospital regional, pues si bien hay un ala de atención a enfermedades mentales, nos encontrábamos con el momento álgido de los contagios de coronavirus y temíamos que se fuera a contagiar”, cuenta su madre.
Además, la familia se enfrentó a otros problemas: el neurólogo que lo atendía en el hospital Valentín Gómez Farías nunca hizo adecuaciones a la dosis de medicamentos contra la epilepsia a pesar del cambio de las crisis al paso de los años, por lo que resultó con intoxicación por fenitoína.
A raíz de eso, sus seres queridos determinaron acudir con un especialista particular que a la fecha lo mantiene controlado. Igualmente, el psiquiatra que lo atendió al principio emitió un diagnóstico erróneo de esquizofrenia, por lo que también fue cambiado.
Quien ahora atiende sus enfermedades mentales, determinó que estaba deprimido y la medicación se ha basado en ese padecimiento, presentando mejoría considerable, tras unos brotes psicóticos que duraron cerca de dos semanas mientras los medicamentos hacían su trabajo.
40 segundos para evitar un suicido
Víctor Villanueva, médico del Instituto Veracruzano de Salud Mental, habla del tema y enfatiza en la necesidad de que se convierta en una conversación obligada cuando hay un mínimo indicio de autolesión o depresión.
Respecto al aumento de los suicidios, a la par de la llegada de la pandemia de covid-19, refiere que es un hecho que se incrementó la sintomatología psiquiátrica, derivado de la propia sintomatología del virus, como la falta de aire que desencadena la ansiedad y luego la intención de quitarse la vida.
“Sí fuimos víctimas de mucha información o de mala información y las personas que, de por sí, somos ansiosos por nuestras características, sí tenderíamos a incrementar síntomas.
“En el caso de la depresión justamente va por las pérdidas que tuvimos muchas familias, tuvimos duelos en casa; el covid vino a incrementar de muchas formas los factores de riesgo que se desencadena hacia cualquier trastorno psiquiátrico”, dijo.
El médico se refiere a la importancia no solo de un bienestar físico o falta de enfermedades físicas, sino también a la urgencia de “pulir” la salud mental.
Lo anterior, indicó, inicia con la apertura a hablar del tema al menos 40 segundos al día con la familia, dado que precisamente “cada 40 segundos se intenta suicidar una persona”.
“Hay que hablar de salud mental, hay que hablar de muerte, hay que hablar de suicidio con los miembros de la familia y ver qué tanto este recurso puede ser usado para favorecer una atención temprana.
Pero no solo es el covid-19, hay otros factores de riesgo como la pobreza, la crisis financiera de los hogares y que se agudizó, el aislamiento, perder amistades, vínculos o incluso la migración.
Indicó que el suicidio va ligado a la forma de afrontar las diversas situaciones, en una sociedad donde “no estamos sabiendo cómo resolver los problemas y estamos viendo el suicidio como una parte fácil de solución. Es lo que hemos tratado de prevenir”.
Víctor Villanueva desmitifica que sean solamente los adolescentes o persona jóvenes las que se quitan la vida, pues este hecho está presente en adultos y adultos mayores, aunque sí es real que la incidencia incrementa en ese grupo etario.
“Las estadísticas siguen mencionando que la población adolescente, adulto joven presentan estos casos, pero no hay un pico como tal en edad. Adultos mayores lo hacen, sabemos que niños también se suicidan”.
Enrique tiene 38 años y está casado desde hace más de 15. A pesar de un año de tratamientos, llegó hasta la etapa de la ideación e incluso avanzó en su intención y la forma de llevarlo a cabo, pero se retractó.
Al poco tiempo, cuenta su hermana menor, se lo confesó a ella con la condición de no contárselo a su madre, lo que no pudo ser cumplido.
Luego de ese episodio la familia determinó que era momento de recurrir a las terapias psicológicas y de rehabilitación física, pues quedó con secuelas motrices reflejadas principalmente en el habla y el caminar, lo que le ha impedido volver a su vida laboral.
“Esperamos, literal, que la terapia le salve la vida”, dice su hermana.
El desabasto en la atención de la salud mental
A mitad de este año, la Asociación Psiquiátrica Mexicana, A.C. (APM) alertó acerca del desabasto a nivel nacional de clozapina, un medicamento que utilizan alrededor de dos millones de mexicanos y mexicanas con esquizofrenia; el único que contribuye a mantenerlos estables.
“Por décadas se ha reconocido como el tratamiento farmacológico más eficaz para esta enfermedad, tan difícil de sobrellevar tanto para los pacientes como para sus familias”, dice el comunicado de la organización que agrupa a más de 3 mil médicos psiquiatras en el país y que calcula que hay 2 millones de personas que viven o vivirán con esquizofrenia en el país.
El desabasto no pasó desapercibido en Veracruz para los medicamentos en general. De acuerdo con el Mapeo Nacional de Desabasto de Medicamentos, la Ciudad de México, Estado de México, Chihuahua, Jalisco, Nuevo León y Veracruz encabezan la lista de entidades con mayor número de reportes de desabasto. Juntos aglomeran el 55 por ciento de los casos registrados en la plataforma Cero Desabasto.
La plataforma reportó que en 2019 se hicieron 79 reportes de desabasto mientras que la cifra en 2020 seposicionó en 85.
Aunque el tratamiento de Enrique no incluye clozapina, al inicio de este debía acceder a otros igualmente difíciles de encontrar, como el diazepam inyectable, que no se hallaba en ninguna farmacia de la zona sur y que al final debió ser adquirido con médicos particulares a precios hasta tres veces más altos de lo normal.
A la fecha, la familia de Enrique destina alrededor de 6 mil pesos mensuales para costear el tratamiento; a esa cantidad se suman, cada tres meses, consultas con los especialistas en psiquiatría y neurología que representan otros mil 500 pesos adicionales.
En México, el presupuesto para salud mental en 2017 fue de 2 mil 586 millones de pesos; de 2013 a 2021, México asignó, en promedio, 2.1 por ciento del presupuesto total de la Secretaría de Salud.
En 2021, se propuso destinar 3 mil 031 millones de pesos, 2.1 por ciento del total de la Secretaría, esto representa 9.6 por ciento menos respecto a 2013 y 0.1 por ciento menos del aprobado en 2020, en términos reales. No hay datos específicos para Veracruz.
Pandemia agudiza suicidios en Veracruz
En el estado, del 1 de enero al 22 de noviembre de 2020, se quitaron la vida 259 personas, de acuerdo con el número de carpetas de investigación abiertas por la FGE.
Las edades en las que las personas han cometido suicidio van de los 10 a los 82 años, lo que refuerza la afirmación de que no solo en jóvenes o adolescentes se suscitan estos hechos.
La FGE revela a través de una solicitud de acceso a la información pública que algunos de los municipios donde más casos se han registrado son el puerto de Veracruz, con al menos 27 casos.
Xalapa presenta un registro igualmente de 27 casos; Córdoba presenta 13; Papantla acumula 10 casos.
La zona montañosa es un caso especial, pues entre Córdoba, Orizaba, Omealca, Nogales, Fortín, Río Blanco, Camerino Z Mendoza, Amatlán de los Reyes convierten a esta la zona con la incidencia más grande al acumular, entre todas, alrededor del 15 por ciento de los casos respecto a las otras regiones.
De acuerdo con el INEGI, el estado de Veracruz es el noveno con más casos de suicidio a nivel nacional ocurridos durante 2020, el primer año de la pandemia, con 289 muertes reportadas.
De manera general la entidad veracruzana tuvo un aumento en el número de suicidios con respecto a los años anteriores, pues en 2018 se contabilizaron 253 casos y en 2019 fueron 256.
La tendencia al alza es general en el país desde 2018, al pasar ese año de 6 mil 808 a 7 mil 223 en 2019, y en 2020, año en que se registró el inicio de la pandemia y sus consecuencias económicas, sociales y culturales, el país sumó 7 mil 896 suicidios.
Además, la estadística advierte que el 80 por ciento de los 289 suicidios cometidos en el estado fueron de hombres, con 234, mientras que 55 mujeres optaron por acabar con su vida.
De acuerdo con el INEGI, es el Estado de México la entidad con más suicidios registrados en 2020 con 832; le sigue Jalisco con 655, Guanajuato con 501, Ciudad de México con 450.
En quinto lugar, se ubica Michoacán con 375 subidos, Nuevo León con 351, Puebla con 336, Sonora con 304 y en noveno lugar se encuentra el estado de Veracruz con 289 muertes por esta causa.