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A 30 años de Anaversa, prevalece el silencio oficial

  • Sergio Ramírez
Víctimas no son reconocidas ni atendidas, tampoco hay remediación

Córdoba, Ver.-  A 30 años de la explosión de la ex fábrica de fertilizantes Agricultura Nacional de Veracruz (Anaversa), los vecinos del barrio de La Estación no han recibido justicia, ningún gobierno federal ha respondido las preguntas que quedaron en el aire, tampoco ha habido ninguna remediación ambiental para contrarrestar los efectos de al menos 38 mil litros de sustancias altamente tóxicas que además se mezclaron sin que haya antecedentes de lo que podían provocar.

“Este caso se volvió emblemático de corrupción en todo el mundo, pues ningún afectado fue reconocido, señala Rosalinda Huerta Rivadeneyra, presidenta de la Asociación de Asistencia a los Afectados por Anaversa, de los cuales unos 15 se manifestaron este 2 de mayo ante la ex fábrica.

Desde el principio, relata, se observó que había una línea gubernamental del más alto nivel que buscaba encubrir todo.

Fue la propia empresa la que informó que se habían derramado  38 mil litros de sustancias tóxicas, pero nunca hubo resultados de investigación alguna, por lo que piensan que pudo haber más.

Sobre las víctimas de esta explosión, dijo, que en 1994 la Pastoral Social de la Diócesis indicó que había mil 500, pero la cifra seguramente ya fue rebasada por mucho, pero no tienen forma de conocer todos los casos en los que pobladores desarrollaron cánceres debido a la exposición a los productos químicos.

Hoy la asociación sigue luchando por el reconocimiento a los afectados, pero también para que se haga la remediación, no solo en el sitio, sino en toda la colonia y barrios aledaños.

Anaversa se ubica a escaso kilómetro y medio del centro de Córdoba, desde entonces hace falta dragar los arroyos, ver si quedan residuos tóxicos y si es así confinar esos lodos, repellar las casas, pavimentar las calles del barrio.

Así como  instalar un  hospital de cancerología que permita atender los casos de pobladores que siguen enfermando de cáncer.

Quizá así, dijo Rosalinda Huerta, este deje de ser el barrio triste que es hoy.