Veracruz, Ver.- La voz de Elda se escucha cansada, le falta el aire y aún le cuesta respirar. Los estragos que dejó el covid todavía se encuentran presentes en ella y en su familia luego de lidiar tres meses con la enfermedad. 

La primera persona en contraer el virus fue su esposo tras un brote que hubo en su lugar de trabajo; de los cinco integrantes de la familia, él fue quien estuvo más grave, casi al borde de la muerte. 

"Verlo casi morir durante tres noches, pase tres días despierta a puro café, porque tenía miedo de que dejara de respirar y que yo no me diera cuenta y que me dijera que no se quería morir porque tenía muchas cosas que hacer, esa desesperación no se le desea a nadie", contó Elda.

Durante tres meses se convirtió en la enfermera de sus tres hijas y su esposo, a veces los padecimientos y la angustia la rebasaron, pese a contar el apoyo de sus padres, quienes también se contagiaron dos veces. Toda la responsabilidad cayó en ella. 

El miedo de ver a su esposo cada vez más delicado y a sus hijas iniciando con los síntomas los obligó a resguardarse tres meses en un cuarto de la casa de sus

padres. 

La temperatura, vómito, falta de oxígeno y diarrea fueron los síntomas principales que aquejaron al matrimonio, mientras que sus hijas solo presentaron fiebre. 

La familia tomó la decisión de no internarse en ningún hospital, por lo que contrataron servicios médicos particulares, lo que representó un fuerte gasto económico del que aún no se recuperan.

"Nosotros pudimos mantener a mi esposo en casa porque teníamos ahorrado dinero porque iban a ser los 15 años de mi hija, eso nos sirvió porque el gasto de oxígeno es demasiado, más de mil pesos diarios, más los cinco mil pesos de renta mensual y sin contar los medicamentos", dijo.

Entre consultas, medicamentos, estudios, oxígeno y vitaminas que tuvieron que adquirir después de recuperarse, los gastos sobrepasaron los 50 mil pesos. 

Por pandemia tuvo que suspender el tratamiento de su hija 

Otra de las consecuencias que ocasionó la emergencia sanitaria del covid fue la suspensión del tratamiento de su hija menor Lía, paciente con retraso psicomotor multifactorial, en el Centro de Rehabilitación Infantil de Veracruz (Criver).

"Cuando me la entregaron en el hospital era un vegetal, no tenía llanto, no tenía movimiento, después de casi tres años de terapia la verdad que el Criver ha sido una bendición, ella ya camina y corre, no con normalidad, pero del panorama que había para ella cuando nació a lo que ha logrado ha sido un milagro", mencionó.

Justo cuando Lía comenzaría la terapia de lenguaje, la suspensión de actividades no esenciales y el cierre de diversos lugares ocasionó que la familia se ausentara de su tratamiento. 

Para el mes de septiembre, cuando el Criver reanudó actividades, la familia ya se encontraba contagiada de covid, lo que ocasiono que Lía estuviera sin tratamiento durante 10 meses. Apenas hace una semana volvió a retomar sus consultas. 

Hace dos semanas que su esposo regresó a trabajar y sus hijas retomaron sus actividades. La angustia y el miedo se calmaron conforme fueron superando las crisis, pero los estragos aún siguen presentes en la salud de todos. Elda ahora sufre de asma, algo que nunca había padecido.

Su esposo todavía presenta algunos síntomas, además ahora sufre hígado graso y afectación en sus pulmones. 

Pese a que sus hijas no presentaron síntomas graves, sufrieron de afectaciones emocionales por el encierro.

"Seguimos gastando en medicamentos, porque ya pasó la enfermedad ahora estamos vitaminándonos porque quedamos muy afectados, estamos con inhaladores y otras vitaminas para seguir fortaleciendo los pulmones", puntualizó.