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¿Cómo se vive en territorio de marihuana legal?

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La Silla Rota visitó los dispensarios regulados por el Estado para la venta de cannabis en todo tipo de presentaciones.

Sofía Pratz

San Diego, California (La Silla Rota).- Olía a tacos y esa hierba verde. Era el interior de un food truck en la zona de Chula Vista en San Diego California, a menos de 18 kilómetros de México. Antonio Ley, un activista de la legalización de la marihuana, invitó a los periodistas  a Corazón de Torta, —su changarro movible—, a cenar.

Antonio sacó una pipa electrónica y le dio dos jalones que inundaron de tetrahidrocannabinol (THC) sus pulmones.

¿Qué se puede  esperar después con las inhalaciones a la mota californiana? Un estado donde la población aprobó en referéndum la legalización de la marihuana recreativa en noviembre de 2016, en las mismas elecciones que ganó Donald Trump. El sí a la marihuana llegó al 56% de los sufragios y con eso se aprobó la venta con fines lúdicos a partir del primer día de este año.

Los taqueros en el food truck seguían atendiendo a los clientes que ni se inmutaban por el olor a marihuana que salía del autobús, aunque no era legal la ciudadanía de este estado al suroeste de Estados Unidos ya estaban muy acostumbrados a convivir con supuestos consumidores medicinales.

“California es el mercado más grande de marihuana en el mundo, no hay lugar que consuma y crezca más marihuana que California, son 30 millones de habitantes y millones andan fumando marihuana diario", dice entre risas Antonio Ley.

Antonio Ley, el activista que nos acompaña, asegura que es más potente porque es cuidada con nutrientes especiales para la planta que nació de semillas seleccionadas entre las mejores. Productores locales aseguran que la marihuana californiana es de mejor calidad que la mexicana.

En la mañana La Silla Rota hizo un recorrido por los nuevos dispensarios legales que abrieron en enero.

En google se puede encontrar un "weed maps". Existe un  buscador de dispensarios de marihuana en el que  reúnen información actualizada sobre médicos especialistas en el enervante y lugares de venta de cannabis.

Para consumir marihuana con fines medicinales es necesario contar con un permiso de algún doctor certificado por el estado, pero eso es muy sencillo. En internet se consiguen citas virtuales con las que se puede obtener el permiso.

El dispensario más cercano a México y que también presume ser el más grande de San Diego, California se llama Southwest Patient Group y se ubica en el número 658 del bulevar San Ysidro. Esto es a menos de 2 kilómetros de la garita de El Chaparral, uno de los accesos para cruzar de Tijuana a California.

En google maps es posible ver lo cerca que está la tienda de la frontera. De un lado del muro fronterizo hay un mundo de clandestinaje, violencia y delito; mientras que del otro, hay una industria que en 2016 cobró en impuestos más o menos por la misma cantidad de dinero que usó la Secretaria de Salud en México para un año de operaciones.

Las ventas anuales proyectadas por New Frontier Data, estiman llegar a más de 24.1  billones de dólares (457 mil 900 millones de pesos) para 2025.

El dispensario Southwest Patient Group parece una invitación para que el sentido de la vista navegue en los colores más diversos y profundos.

Casi psicodélicos. Los anaqueles disponen a la oferta todo tipo de productos bien ordenados. Parecería una dulcería para niños.

En las vitrinas y repisas se pueden ver galletas María con marihuana, chocolates, bebidas de múltiples sabores, gomitas con concentrado de tetrahidrocannabinol (THC).

—Tenemos una amplia variedad de productos desde medicinales hasta un spray para rociar los genitales "y sentir más placer sexual", explica la vendedora que habla perfecto español y que tiene una cabellera risada sumamente esponjosa.

En el lugar hay una televisión con un peculiar anuncio de Kushy Punch, que hace propaganda a una gomita que es del tamaño de una moneda de 10 pesos y que contiene 100 miligramos de THC. En el comercial una joven se come un pedazo del dulce gelatinoso, espera unos minutos, siente el efecto, sonríe y su cabello se alborota como si le hubiera caído un rayo encima.

El dulce está disponible con diversos tipos de marihuana dependiendo del efecto deseado. Si quieres estar high, pero funcional debes probar la Sativa de fresa, pero si quieres relajarte y dormir bien está mejor probar la Indica de ciruela, recomiendan los vendedores.

Una parte de la tienda está decorada como si fuera un Bar de Hash, tiene su barra, sus periqueras para que los clientes se sienten a elegir entre con un amplio menú de diferentes aceites. Aunque en apariencia es un bar, sólo es parte de la ambientación del dispensario porque está prohibido fumar en la tienda.

La Proposición 64, —que permite a los mayores de 21 años poseer, transportar y comprar 28.5 gramos (1 onza) de marihuana recreativa,-- prohíbe fumar en público.

Si la policía capta a alguien fumando en la calle, la multa le borrará la sonrisa que produce la marihuana.  Casi 2 mil pesos si es en la vía pública y casi 4 mil 800 pesos si ocurre cerca de una escuela. En algunos hoteles ya hay anuncios que advierten que no se puede fumar ni tabaco ni marihuana en la recámara.

También la ley estipula que los dispensarios deberán entregar la mercancía en bolsas anti niños para evitar que se coman las gomitas de los adultos y terminen en el hospital.

Esta reportera llegó al dispensario con una credencial del Instituto Nacional Electoral, mejor conocida como INE para comprar productos.

— ¿No tienes otra identificación?- dijo una de las despachadoras preocupada porque no sabía si el sistema permitiría a un mexicano con su identificación comprar marihuana.

A los clientes los seleccionan entre consumidores medicinales y lúdicos.

Al hacer su compra se les entrega un ticket con su nombre, con la especificación de los productos que compraron, cuándo los compraron, a quién se los compraron y cuántos impuestos pagaron por esa transacción.

—Espérame tantito para ver si puedes comprar, pidió.

Después de unos minutos y previa autorización del gerente accedió a vender los productos. La selección fue una de esas gomitas Kushy Punch sabor fresa con un costo de 12 dólares, casi 240 pesos en efectivo porque los dispensarios de marihuana no tienen permitido tener cuentas en los bancos. En el lugar tienen un cajero automático para que ningún cliente se quede sin comprar si es que no lleva efectivo.

Otra de las visitas que hizo La Silla Rota fue en la avenida Tercera en Chula Vista, donde consumidores refieren que hay varias tiendas en esa área. La elegida fue Green Lady, pero al llegar sólo estaba una casa  asegurada por la policía.

Los dispensarios en esa zona no cuentan con todos los permisos, no tienen anuncios con el nombre de la tienda, pero se pueden identificar porque tienen una cruz verde gigante al lado del número de la calle en donde se ubican.

Por teléfono, los dueños de Green Lady dieron la nueva ubicación de la tienda.

Al llegar, un guardia con un detector de metales revisa los bolsos de quien entra y  da acceso para un proceso de identificación con una mujer detrás de un vidrio polarizado.

Hay anuncios por todos lados advirtiendo que está prohibido tomar fotos. Ya que se abre la puerta de seguridad hay que entrar a un pasillo decorado con posters de colores chillantes que responden a la luz neón. Se abre una última puerta y adentro cinco despachadores atienden a los clientes. 

La compra fue otra de esas gomitas explosivas por los mismos 12 dólares, pero a diferencia del control que se tiene en el dispensario Southwest Patient Group, aquí no dan un recibo de compra.

— ¿Por qué se cambiaron de local?-, le pregunto a la vendedora.

—Es que el otro era muy pequeño- responde, aunque en el dispensario tenía sellos de clausura donde decía que el local está bajo el control de la Corte de San Diego.

Los consumidores en el estado dicen que es muy común que los dispensarios que no están en regla cierren en un sitio y lo abran en otro lugar más tarde. Para las tiendas que cumplen con todos los requisitos ese es el mercado negro a vencer. Ellos ya no se preocupan por los cárteles mexicanos, sino por sus competidores nacionales vendiendo la hierba  californiana.

En el food truck donde huele a tacos y marihuana, una joven mexicana de más de 30 años de edad inhala fuerte. Es la primera vez que lo hace en California.  

Instantáneamente siente el golpe, describe. "Mi brazo derecho se siente rodeado de un halo de energía, después la sensación se esparce al resto del cuerpo", comenta a los presentes. "Está fuerte, generalmente esa liviandad no me ocurre de inmediato. Pero está bien, esto es fumar marihuana legal, libre de violencia y pagando impuestos".

Con información de La Silla Rota