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'A reventar’, albergues para migrantes en Nuevo Laredo

  • La Silla Rota
Segob congeló los recursos para Migración, en tanto, la crisis genera hacinamiento en los albergues

Arnoldo García

CIUDAD VICTORIA (La Silla Rota).- “Tenemos que reducir las raciones de alimentos para que alcance para todos. Algunos de los migrantes que se quedan, aún cuando duermen bajo techo, lo hacen en el suelo pues faltan camas o catres”, asegura el padre Giovanni Bizzotto, coordinador de la Casa del Migrante “Nazareth” en Nuevo Laredo, quien afirma que los albergues en esa ciudad se encuentran al límite de su capacidad y sin recursos para seguir funcionando, en tanto Gobernación ‘congeló’ los recursos para migración en el estado.

El padre Giovanni indicó que este lugar tiene capacidad para atender a 150 personas, sin embargo, en promedio durante los últimos días llegan diariamente al menos 100 personas a Nuevo Laredo, los cuales buscan un lugar donde pasar la noche, alimentos y ayuda para retornar a sus lugares de origen.

La situación se complica, asegura, en Nuevo Laredo, porque en promedio los migrantes pasan de dos a tres días en el albergue, pero en casos como las personas que fueron deportados de Centroamérica su estadía se alarga, pues deben planear su viaje de regreso a sus lugares de origen y conseguir dinero para ello.

El año pasado se atendían un promedio de 60 migrantes diariamente pero ahora se ha elevado a más de 100, y en la Casa permanecen hasta 150, lo cuales se sostienen únicamente gracias a la ayuda de feligreses y donativos de algunos comerciantes, pero ello es ya insuficiente.

“Necesitamos de contar con más camas, baños, ampliar el comedor y cocina”, dijo.

Recursos ‘congelados’ para ayuda a migrantes

Pese a la crisis y por  “tecnicismos”, la Secretaría de Gobernación tiene “congelados” nueve millones 700 mil pesos del Fondo de Apoyo a la Migración, los cuales se utilizan para asistir a las casas del migrante y ayudar a los migrantes.

José Martín Carmona Flores, director del Instituto Tamaulipeco del Migrante, reveló que la pasada administración estatal no solicitó en forma correcta los nueve millones 700 mil pesos de los 300 millones del Fondo de Apoyo a la Migración que corresponden a Tamaulipas.

El año pasado durante el último trimestre se solicitó al Instituto Nacional de Migración una prórroga para solicitar los recursos que corresponden a Tamaulipas pero por “tecnicismos” estos no han sido liberados.

Explicó que ante esta situación es que el Gobierno de Tamaulipas no ha estado en condiciones de poder apoyar a las casas del migrante, como lo requieren.

Aún más para el presente año el Fondo de Apoyo a la Migración fue reducido a 280 millones de pesos, por lo cual los recursos que recibirá Tamaulipas para ese propósito serán menos.

Explicó que solo el 7% de los deportados tienen su casa en Tamaulipas o sea que más de un 90%  de los deportados son de otras entidades, así como de otros países, por lo cual requieren de permanecer mayor tiempo en las casas del migrante, y el costo del traslado a sus lugares de origen es mayor.

Ante ello, el director del Instituto Tamaulipeco del Migrante insistió en demandar la solidaridad de los gobiernos de otras entidades a fin de que accedan a que Tamaulipas se asignen más recursos, pues es aquí donde se están recibiendo a los deportados que son de otros estados, pues es actualmente la sociedad tamaulipeca la cual está cubriendo el costo de operación de las casas del migrante.

Crisis en albergues de Tamaulipas

El caso de Nuevo Laredo no es el único. Héctor Joaquín Silva De Luna, coordinador de la Casa Senda de Vida en Reynosa, coincidió en que las Casas para Migrantes en Matamoros también se encuentran ya saturadas y los donativos que reciben no les alcanzan.

Insistió en que es necesario que el Gobierno respalde con más recursos a las Casas de Migrantes.

El coordinador de la Casa del Migrante “Nuestra Señora de Guadalupe” de la Diócesis de Matamoros, apuntó que ante la creciente demanda de migrantes deportados de los Estados Unidos o de aquellos que no alcanzan a cruzar al vecino país del norte y que acuden en busca de atención es que se hace necesario ampliar el dormitorio, contar con más sanitarios, la cocina y ello requiere de un mayor gasto.

Silva De Luna comenta: “Con los mexicanos no hay tanto problema porque se les ayuda para que compren su boleto de autobús hacia su lugar de origen, pero con los salvadoreños, hondureños, guatemaltecos, nicaragüenses resulta más caro y complicado pues muchos de estos no tienen documentos de identidad.

“Estos fueron detenidos por la patrulla fronteriza en la parada de los autobuses, afuera de sus trabajos, cuando caminaban a sus casas, no traen documentos, ni dinero, ni ropa; si acaso un teléfono celular al cual se le acabo el saldo”, indica.

“Estaba cansado de escapar de la Policía”

En espera de ayuda en la Casa Senda de Vida, está Martin Martínez, hondureño, pescador en Tela, de donde salió porque el pescado le era mal pagado y ya había perdido a un hermano en la mar, durante una tormenta.

“Ya ni me acuerdo cuanto días duré para llegar hasta Wisconsin. Pasamos muchas cosas otro amigo y yo sufrimos más. Allá trabajé de pintor, jardinero, mozo, de todo. Palear la nieve de las casas, en invierno. Esos fríos si no los aguantaba, era mucho para mí, no aguantaba. Pero ni modo había que soportar a fin de poder reunir dólares y enviarle a la familia”.

Martin, sentado en una banca cuando esperaba el bus, cuando lo agarró la policía, continúa: “A me agarraron cuando salía de la iglesia, iba ahí porque nos ayudaban con comida, algo de ropa, zapatos para el frío. Para no agarrar nuestros ahorros”.

Su camiseta de la Selección Mexicana esta raída y descolorida. “Cuando vi que la policía venía hacia mí ni corrí ya estaba cansado. Si corres te agarran y es peor. Estaba cansado de escapar de la policía y no aguantaba el frío”.

Martin al igual que José Mendieta, salvadoreño, esperan que les den de tres mil 500 a cuatro mil pesos para poder cruzar  México, hacia el sur, hacia su país origen. Apenas para comprar el boleto de autobús y comer tacos, dormir en las estaciones de autobús.

“Estuve en Atlanta trabajando casi dos años, conocí a mexicanos, son solidarios nos ayudaban a quienes apenas llegábamos. Igual trabaje de jardinero, pintor de casas, mozo en un hotel. En Santa Rosa de Lima yo trabajaba de carpintero hacia muebles bonitos pero acá nunca tuve oportunidad”.

“Una noche, cuando salía de trabajar me agarro la policía. No me dieron oportunidad de cobrar en mi trabajo, solo traía 20 dólares y con eso me echaron para acá”, cuenta.

Y añade. “En el camino se hacen amigos, en autobuses de la patrulla fronteriza nos vinieron aventajar hasta acá. A la mitad del puente nos dejaron amenazados de que no regresáramos pues nos meterían a la cárcel si volvíamos”.

“Se gana sí pero también se sufre mucho. Nuestra mayor diversión es comprar unas cervezas y reunirnos a platicar con los amigos, ver la televisión. No más. Tenemos que guardar para mandar a la familia”.

Luego ríe. “Mi sueño era ir a un juego de béisbol de las Ligas Mayores, y para hacerlo me metí de vendedor de cervezas y refrescos en el estadio. Así que lo vi poco”.

Para regresar a Santa Rosa de Lima en la Unión, Mendieta necesita por lo menos ocho mil pesos para pasajes en autobús y ello sin comer.

Pero apunta: “A mí sí me gustaría regresarme a trabajar en Estados Unidos, pero por ahora no. Con este hombre pelos de zanahoria a los migrantes no están maltratando mucho”.

Con información de La Silla Rota

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