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Los recortes y el futuro del agua en México

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Recientemente algunas colonias de la Ciudad de México sufrieron una reducción en el suministro de agua producto del operativo de mantenimiento del Sistema Cutzamala, uno de los sistemas de suministro de agua potable más grandes del mundo y que abastece a la Ciudad de México y a 11 municipios del Estado de México. De acuerdo con la Comisión Nacional de Agua (Conagua), de ocurrir una falla súbita en el Cutzamala, tomaría de 1 a 3 semanas repararla, por lo que se vuelven necesarios este tipo de mantenimientos programados.

México cuenta con una infraestructura hídrica que consiste en 5 mil 163 presas, 742 plantas potabilizadoras, 2 mil 287 plantas de tratamiento de aguas residuales municipales, 2 mil 617 plantas de tratamiento de aguas residuales industriales y 3 mil kilómetros de acueducto. A pesar de esto, México aparece en el número 91 de 147 en la lista de países con mayor cantidad de agua renovable realizada por el Consejo Nacional de Población (Conapo), con 3 mil 982 m3 per cápita anualmente. En comparación, Islandia cuenta con 515 mil 152 m3 per cápita y Sudáfrica con apenas 974 m3 per cápita anual.

Ante la creciente urbanización, el desabasto de agua se convierte en una problemática. De acuerdo con cifras de la Conagua, se estima que para 2030 el agua renovable per cápita sea en promedio de 3430 m3 por habitante al año, aunque habría zonas como el Valle de México en donde el número llegaría hasta 137 m3 por habitante.

Otro de los problemas que se suman al desabasto es el cambio climático. Las proyecciones del Panel Internacional del Cambio Climático indican un incremento en la temperatura entre 2 y 4 grados centígrados hacia el 2050, lo cual producirá un descenso en las precipitaciones entre 10 y 15%. Estos cambios climáticos implican emergencias naturales como: ciclones, tormentas tropicales y sequías; lo cual tendrá como consecuencia menor disponibilidad del agua e incremento en la demanda no solo se agua sino también de energía eléctrica.

Actualmente las pérdidas de este líquido vital son altas, y las deficiencias comerciales deben mejorarse.  El problema del agua en México es también un problema de gobernanza. La situación es un problema técnico: los gobiernos no aceptan las posibles modificaciones al ecosistema (en el caso de la cuenca de México) y prefieren seguir bombeando agua para llevarla a lugares más lejanos.

De acuerdo con la Conagua, la participación social es uno de los ejes fundamentales de la política hídrica en México, sin embargo, esta práctica no se ha articulado. Los consejos técnicos y diversos organismos que vigilan el suministro de agua no poseen la representatividad ni la vinculación suficiente, es decir, no se han convertido en instrumentos que rindan cuentas ni que ejerzan contrapeso ante las diversas problemáticas del agua.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) también apunta al mismo hecho: las problemáticas del agua en todo el mundo son similares. A  través del documento Principios de Gobernanza del Agua (2015) se establecen las problemáticas globales y posibles soluciones. Si bien este es un sector que requiere grandes inversiones de capital, es un sistema monopolista que enfrenta deficiencias de mercado, por lo que la coordinación del gobierno resulta esencial para el funcionamiento, distribución y administración de este recurso.

La  OCDE propone que, de manera general, las respuestas deben venir desde el gobierno, resulta fundamental para esta tarea su capacidad de adaptarse desde las especificidades del territorio y construir políticas públicas a través de  mecanismos de consulta, participación y coordinación que permitan una toma de decisiones coherentes. Hace falta un fortalecimiento de marcos regulatorios sobre el agua y la adopción de indicadores de desempeño que monitoreen las políticas del agua, así como del diagnóstico y mapeo de riesgos existentes y potenciales.

No debemos perder de vista los hechos: el 40% de la población mundial vive en cuencas hidrográficas que se encuentran en estados críticos. Si a esto se suma que la demanda del agua aumentará 55% para el 2050, y que faltará agua potable para abastecer a una población 240 millones de personas, las acciones deberían ser un imperativo.

Con información propiedades.com