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Bellas Artes, entre Da Vinci y los 43

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Un grupo de personas protestó frente al Palacio de Bellas Artes al cumplirse nueve meses de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa

La señora Lilia Patricia Galindo quisiera estar adentro del Palacio de Bellas Artes, en la exposición de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel, pero mejor está bordando un pañuelo con letras rojas: “Manuel Picos Alcaraz fue encontrado amordazado y con varios impactos de bala que le quitaron la vida. Mazatlán Sinaloa 15/02/2011”.

Fuentes Rojas, un colectivo que desde 2011 convoca a los ciudadanos a bordar la historia de los desaparecidos y asesinados en México, colocó sillas y colgó sus obras frente a Bellas Artes, hacia la Alameda. La señora Galindo llegó al mediodía y pidió aros y agujas: “Por ahora es más importante bordar para que no se olviden tantas muertes”, dice, levantando apenas la mirada.

Frente a ella, sobre toda la explanada del Palacio Bellas Artes, hay una fila de gente que cruza hasta Avenida Juárez, da vuelta sobre Eje Central y acaba frente a la calle Cinco de Mayo. El tumulto que quiere ingresar al Palacio de Bellas Artes se mezcló con los asistentes a la “Jornada 43 x 43”, un encuentro cultural de 43 horas de actividades en recuerdo de los 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa secuestrados por la policía hace nueve meses.

La jornada, en la que participan unos 60 colectivos, según una integrante del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, terminará el domingo. Se han colocado varias carpas; una frente al Palacio de Bellas Artes, cuya puerta principal está cerrada este día; otra hacia Eje Central y más hacia la Alameda.

Cada carpa tiene un nombre: De la Paz, De la Justicia, De la Solidaridad, De la Memoria y De la Verdad. Se han colocado mantas y carteles sobre las jardineras y los activistas se mezclan con los aficionados al arte de Da Vinci y de Miguel Ángel. Tan entusiastas son unos como otros.

Los primeros que ingresaron al Palacio se formaron antes de las 7:00 horas y comenzaron a pasar hasta las 10:00, y en el caso de Ayotzinapa hay gritos con altavoces y micrófonos de “¡Ayotzinapa vive, la lucha sigue!”, se hacen recuentos de las represiones que ha ordenado el Gobierno, desde Atenco hasta Tlatlaya y se exhiben carteles contra la corrupción de la Presidencia Mexicana.

“La nota está aquí, en la protesta social, no allá”, gritó Tania Andrade, una de las integrantes de Fuentes Rojas, quien organiza los bordados, al tiempo que señalaba con el mentón el Palacio de Bellas Artes.

“Necesitamos como sociedad recuperar el espacio públicos”.

En la Carpa de la Justicia se presentaron las compañías de teatro Somos Muchos y Radio Chapingo; en la Carpa de la Memoria el público ha podido leer poemas y cuentos o contar historias; y en la Casa de la Paz se organizó un foro con los rectores de las universidades de la Ciudad de México y de Morelos, quienes se preguntaron por qué todos los rectores no han protestado contra el secuestro de los estudiantes.

“Es fundamental que no olvidemos el atropello”, dijo el poeta Enrique González Rojo, entre el público. “Creo que las autoridades universitarias no deben estar al margen de lo que les sucede a los alumnos, sino cerrar filas con los padres de familia y la sociedad mexicana en general”.

Cerca de las dos de la tarde, un grito de decepción se escuchó en toda la explanada: se habían acabado los boletos para entrar al Palacio. Primero se agotaron los de cortesía a adultos mayores y estudiantes pero, ante las protestas, se añadieron cien más para cada grupo.

Enseguida se anunció que se acabaron también los boletos para el público en general.

Personas que llevaban dos horas formadas no se quisieron mover de sus lugares. Otros, como Raquel Carrillo, consiguieron boleto para ingresar a las 17:30 horas, pero no su acompañante, Leonardo Lara, que seguía detrás de ella.

“Hubieran avisado antes”, decía ella. “A ver qué hacen conmigo, yo vengo con ella”, decía él.

“Mucha gente que vino al Palacio se pasa luego a las actividades en las carpas”, decía Violeta Hernández del Colectivo Cleta; junto a ella Micro, un joven vestido de negro, pintaba un mural sobre una manta.

“Ayotzinapa no sólo ha demostrado el deterioro de las autoridades, sino que ha permitido que los diferentes movimientos sociales y artísticos se cohesionen”, dijo Violeta.

Con información de Reforma y AM http://bit.ly/1JrB7WR