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Un riesgo vivir en Xalapa 2000 y Nuevo Xalapa

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No hay edificio que se salve de una cuarteadura o que no se cimbre con cada deslave mientras sus habitantes corren a ponerse a salvo.

Xalapa, Ver.- Amalia Orozco y sus dos hijos son los únicos que siguen habitando el edificio "Tecolutla K" que fue desalojado el pasado viernes por el riesgo latente de derrumbe en la unidad habitacional Xalapa 2000, esa que desde su construcción en 1991 ha tenido edificios a punto de colapsar y cerros desgajándose en cada lluvia.

Xalapa 2000 y Nuevo Xalapa, complejos de condominios creados para personas de clase media baja y baja durante el gobierno de Dante Delgado Rannauro, se han convertido en uno de los lugares más peligrosos para vivir en la capital Veracruzana.

No hay edificio que se salve de una cuarteadura o que cimbre con cada deslave mientras sus habitantes corren a ponerse a salvo.

El pasado viernes, dos semanas después de una fuerte lluvia, las familias del "Tecolutlan K" ya no pudieron esperar una oferta digna de reubicación por parte del ayuntamiento de Xalapa, bajo la lluvia y con el miedo a morir aplastados, salieron de sus hogares y no han vuelto desde entonces.

Todos pudieron acomodarse en hoteles y casas prestadas, excepto la familia de Amalia. Aunque no es su vivienda, lleva cuatro años rentando el departamento de la planta baja. No se ha ido a pesar de que la zona está acordonada con cintas amarillas que prohíben el paso. "Sí me urge irme pero no tengo familia y no em alcanza el dinero para rentar otra casa".

El edificio ya está vacío, algunos vecinos hasta arrancaron sus puertas porque de todos modos saben que el lugar se convertirá en un festín de rapiña como ocurrió con el edificio Azucena 4 que se desalojó por las mismas razones en el año 2010 y que ahora es el escondite de drogadictos, mural de grafiteros, motel de las parejas y hasta baño público.

Casas de juguete

Después de vaciar la basura, se realizaron los trámites necesarios para poder construir ahí. Para que ahora el lugar esté habitado por familias, el ayuntamiento de Xalapa tuvo que haber realizado dictámenes de riesgo y aprobado el uso de suelo. Cuando se construyeron, los permisos corrieron a cargo del entonces alcalde, Armando Méndez de la Luz.

Las construcciones fueron realizadas en cerros de barro no aptos para soportar el peso de cinco departamentos y mucho menos aguantar el uso sin mantenimiento al pasar más de 20 años.

En el año 1995 comenzaron a presentarse los primeros deslaves y hundimientos de las viviendas. Lo que ocasionó protestas de quienes ya habían invertido su dinero en comprar un departamento.

Fue ahí cuando se contrató un crédito hipotecario FOVI, a través del gobierno del estado. Los afectados pedían que se cancelara su deuda por las pésimas condiciones de la vivienda que les habían vendido. Al final sólo se les condonaron cuatro años de pago a los compradores originales. Actualmente un departamento en la planta baja oscila alrededor de los 300 mil pesos.

En el año 2009 los deslaves de tierra fueron tan fuertes que al menos cuatro edificios "Azucena" tuvieron que ser evacuados de forma temporal. Después del susto y las promesas de apoyo por parte de los gobiernos, algunos regresaron a su vivienda y los que tuvieron la oportunidad, se fueron.

Con la tormenta Barry del año 2013, los Azucena y los Tlanecalpan sufrieron fuertes afectaciones cuando la tierra se les vino encima. Los de las plantas bajas ya no pudieron abrir la puerta de su patio que había quedado tapada de tierra y maleza.

Fue ahí cuando la entonces alcaldesa colocó un muro de contención con recursos federales aproximados al millón de pesos. Pero antes de su construcción los edificios soportaron el peso del cerro.

"Todo estaba apoyado sobre el edificio con maderas y plásticos hasta que se derramó todo otra vez y luego hicieron el muro pero el edificio ya está fracturado todo. Y ahorita ya no tenemos miedo de este lado pero ahora nos dicen que se va a deslavar por abajo porque el agua está ablandando la tierra", dijo Yadira Bello, habitante del "Azucena 7".

Los vecinos del Tlacolulan K

El viernes en la noche se empezaron a escuchar gritos, "decían que se nos iba a caer el edificio", Viridiana Vásquez tuvo que levantarse de la cama, corrió a cargar a su hijo y salió en pijama y sólo cubriendo al pequeño con una cobija.

Elementos de protección civil municipal les habían asegurado que no corrían riesgo de que el edificio se cayera, pero en realidad sintieron que ese día la lluvia lo estaba arrastrando.

"Ya se habían estrellado las paredes y el agua ya se metía, entonces ya no quisimos regresar. Después nos prestaron departamentos vacíos y ahí metimos nuestras cosas (...) Ya pedimos al ayuntamiento que se nos dé el apoyo pero dicen que no tienen a donde llevarnos".

Aunque todos se fueron, Amalia Orozco sigue ahí con sus dos hijos adolescentes porque no tiene otro techo para pasar la noche. No tiene familiares en Xalapa y apenas está buscando un departamento que pueda pagar. En el Tlacolulan paga una renta de dos mil pesos, no ha encontrado otro de ese precio.

No es oriunda de Xalapa pero sabe reconocer que el lugar donde vive fue construido "al ahí se va". Entre los vecinos aseguran que los cimientos no son fuertes, el suelo es inestable, incluso las escaleras están cuarteadas porque no son resistentes.

"Hasta que encuentre algo me voy a salir, no tengo dinero y en el municipio no están apoyando. Nos dijeron que nada más nos van a dar un apoyo para sacar las cosas, y dicen que nos vayamos a un albergue pero eso es muy frío".

Historia que se repite

En el departamento 3 del edificio azucena 4 acababan de remodelar, pusieron un piso rústico, cocina integral y un hermoso arco de ladrillo. Poco después tuvieron que desalojarlo porque protección civil aseguró que el edificio tenía que ser derrumbado por seguridad.

A seis años de aquel entonces, el edificio sigue de pie pero es un nido de malvivientes. Para llegar hay que cruzar un monte que llega casi a las rodillas. Nadie se ha preocupado por cortar el pasto ni levantar la basura.

Desde afuera el olor es a orines y excremento. Las piedras con las que rompieron las ventanas siguen tiradas en lo que antes fue la sala. Ya no queda nada, ni siquiera medidores de luz o agua, todo lo robaron. Incluso las estructuras de los focos y el cobre de los cables.

Latas de pintura, botellas y periódicos son ahora el adorno de estos hogares. En alguno se encuentra un sillón para continúan las reuniones de los jóvenes que se apoderaron del lugar.

Cuando el edificio fue abandonado, el ayuntamiento de Xalapa se comprometió a apoyar los para encontrar una nueva casa. El gobernador Fidel Hrrera Beltrán les garantizó que al menos les pagaría la renta de sus nuevos hogares, pero no fue así.

Ya nadie ha vuelto a su casa, les da miedo pensar que pueda caerse. Además ya no tienen ni puertas ni estructuras metálicas en las ventanas. Sólo un departamento se ha salvado de la rapiña porque sus dueños colocaron una enorme cadena que ni los golpes han podido abrir.

Dicen que el Azucena 4 es el futuro del edificio Tlacolulan K, pero no son los únicos con departamentos abandonados. Muchos propietarios han preferido irse antes que esperar una desgracia, incluso cuando ya pasaron más de una década pagando por ellos porque ningún costo vale tanto como la vida.

Más de 20 años tiene la unidad habitacional, ganancias millonarias generó al gobierno y empresarios constructores, como también pérdidas millonarias está dejando a quienes tuvieron la desdicha de comprar, heredar o rentar uno de sus departamentos.