• Economía

La vida del pescador es "méndiga"... y les imponen un nuevo impuesto

  • Juan Eduardo Flores Mateos
Javier Duarte envió una iniciativa para cobrar entre 8 y 14 salarios mínimos a quienes se dediquen a esta actividad.

Juan Carlos, conocido en El Muro de Pescadores del puerto de Veracruz como “La Matilda”, dice que en la pesca no hay nada escrito: “como puedes traerte cincuenta kilos como no te puedes traer nada”.

Él precisa que “la vida del pescador es méndiga, es de sufrir. Y no hablo de méndiga de que sea algo chido, sino de mendigar”.

Juan Carlos nació en el puerto y tiene más de cuarenta años pescando. Un una ocasión se retiró un año y medio de los mares para hacerla de chofer particular, pero no le funcionó.

Lo hizo para darle de comer a su familia: su esposa y un hijo.

Ahora dice que vive “de arrimado” en una casa de su papá en la ciudad. La suya está en Jamapa.

“La pesca es pan de hoy, hambre de mañana”, dice sentado en una banca improvisada, donde frente se miran unas cuarenta puntas que miran a la isla de Sacrificios.

El mar, aunque pareciera lucir agitado siempre puede dar esa sensación de que todo está calma.

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¿Pues quién en su sano juicio se dedicaría a un oficio que hoy te puede dejar la ganancia de venta de 50 kilos y mañana matarte de hambre?

Juan Carlos dice que la dinámica ha sido siempre la misma. Te levantas a las tres de la mañana, llegas al mar, sales a las cuatro a echar la red y regresas por la tarde, como a las tres. Vas al mercado de pescadería, compites con dos o tres pescadores más para ver quién vende su mercancía y regresas cansado, con la pesadumbre en los brazos a dormir a casa.

Pero antes existió una época de oro, una época que vivió cuando chamaco, pues dejó la escuela para dedicarse a la pesca; lo llevó su papá.

“Era una época donde te sacabas hasta doscientos kilos y regresabas mucho más temprano. Eran buenos tiempos aquellos, tiempos de abundancia”, recuerda Juan Carlos.

La lógica de la pesca se parece tanto al del aumento de la gasolina. Mientras más aumenta la gente consume más. Mientras menos pescado hay en las playas, más pescadores se suman al oficio.

Las herramientas de estos poetas del mar son las mismas: hielera, carnada, red, gasolina, comida para el trayecto, una larga y pronunciada espera.

A veces, en medio de un mundo de agua, la espera puede ser un infierno. Estar bajo los rayos del sol que te acribillan la cabeza, con el aire salado pegándote la cara, y la calma eterna de no pescar ni la brisa, para regresar a tierra derrotado, con la hielera y el corazón vacíos.

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Junto a “La Matilda” están dos pulperos. Ricardo Rodríguez de sesenta años a quien le apodan “La Cuca Vieja” y Hugo “El Cachetes”.

Los pulperos todos los días bucean para traerse de cuatro a cinco kilos. Sus herramientas son otras físicamente, pero el alma de viajero debe ser la misma: Nunca tenerle miedo a una zambullida en el mar.

Aleta, visor, gancho, plomos para la cintura, snorkel y un gran sentido de la ubicación.

“El chiste además de saber ubicar al pulpo, está en saber agarrarlo, no tenerle miedo. El mito de que te succiona con su extremidades es una gran mentira”.

La única defensa del pulpo es la tinta. Si se sabe en peligro no dudará en eyacular ese gran chorro negruzco para perderte. Según “El Cachetes” y “Cuca Vieja”, todo está en la técnica, no debe temblarte la mano.

Ellos nunca han tenido casa propia. Rentan y son solteros. Su casa sólo la utilizan para dormir, pues todas las mañanas las abandonan para cazar pulpos.

“Hay veces que el pulpo está en 20 pesos el kilo. Y nos la vemos difícil. No hay nada escrito, y también hay que saber ubicar al pulpo.”

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El 20 de marzo, el gobernador del estado, Javier Duarte de Ochoa, envió una iniciativa en el que se cobrarán entre 8 y 14 salarios mínimos, cada dos años, a quienes se dediquen a la actividad comercial pesquera y a personas físicas y morales que quieran capturar, comercializar o transformar productos pesqueros.

Juan Carlos piensa que ya de por sí cada año se pagan impuestos para dedicarse a esto.

 

“Si te vienes gastando como unos 2 mil 500 pesos entre renovaciones de permiso y mantenimientos. ¿Otro más? Cada día nos quieren ahogar más”.

El líder de la Federación de la Cooperativa, Isabel Pastrana Vázquez, llamó “bien pendejos” a todos aquellos que les quieran cobrar más impuestos, ya de por sí se las ven duras para sacar la venta del día.

“Están bien pendejos, nosotros no vamos a pagar nada, si nos quieren cobrar esa cantidad a cada uno como pescadores, imagínate cuánto vamos a entregar, nuestra cooperativa es de 516 socios, todo lo que vamos a juntar se lo vamos a entregar a ellos, eso es inaudito”, replicó.

En Veracruz, Antón Lizardo y Boca del Río existen por lo menos más de mil pescadores que todos los días se aventuran al agua para vender luego sus productos en un mercado.

Hay opiniones que dicen que ellos nada más le roban al mar, que no le aportan nada. Sin embargo, Juan Carlos piensa que ellos no le quitan nada al mar porque es generoso.

Dice que ya quisiera ver a todos los que dicen que no’más le quitan al mar, salir todos los días desde temprano, aventando y sacando el plomo que al final del día te hace sentir los brazos una pesadumbre.

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Juan Carlos argumenta que  en la pesca, “no hay nada escrito, no hay nada que te diga que hoy sacarás tantos kilos y mañana no. Esto es así, hoy vas y sacas lo que no has sacado en meses y tres días no sacas nada”.

El mal tiempo de pesca ha ocasionado que pescadores se dediquen a otras cosas por lo menos esta semana para ganar el dinero que no les está dejando el oficio: acarrear sargazo y basura.

Están ganando en promedio por cabeza unos cuatro mil pesos por los cinco días. La gasolina de las lanchas corre por su cuenta.

A lo lejos de una media tarde, la línea de un horizonte se pierde por la bruma. En el Muro de Pescadores uno revisa su lancha, otro sentado pierde su mirada a lo lejos, otro prepara una red, tres más beben unas cervezas. “La Matilda”, “Cuca Vieja” y “Cachetes” platican y se ríen mientras la brisa les roza la cara.