• Estado

Luciano, el hombre que no celebró la navidad

  • Juan Eduardo Flores Mateos
Una presunta negligencia médica lo arrancó de su familia.

Veracruz, Ver.- Luciano Ayil Gamboa, un comerciante de 46 años de edad se quedó con las ganas de celebrar estas fiestas navideñas con su familia en Naolinco, Córdoba y Orizaba. El viaje que tenía muchos años de posponer ahora quedó sólo en un recuerdo. Una presunta negligencia médica en el Hospital Regional de Alta Especialidad de esta ciudad, durante una operación en la vesícula biliar, le hizo perder la vida.

“El forense me dijo que hay muchas incongruencias, aparte de lo que ya había mencionado de que le tocaron la vena cava, en la necropsia encontraron entre 50 y 100 gramos de coágulos de sangre, sus huesos estaban amarillos y que la bilirrubina había inundado todo el cuerpo de mi esposo”, cuenta María Teresa Rodríguez, esposa de Luciano.

A Luciano, el médico Juan Carlos Bravo Soriano presuntamente le engrapó la vesícula durante la laparoscopia (una incisión que permite la visión de la cavidad pélvica-abdominal). Según el testimonio de los familiares, la grapa no aguantó, se desprendió y provocó que la sangre de su vena cava se le regara por todo el cuerpo durante tres horas.

“La vena cava es la que bombea la sangre para que llegue a los órganos, y el doctor cuando lo operó nos dijo ‘tuvimos complicaciones, le toqué un vasito’, dejándole todo al médico del siguiente turno Alí Navarrete”.

Para la señora Tere, en el momento en que escuchó “tuvimos complicaciones”, el mundo le empezó a dar vueltas en la cabeza.

“Si en esas tres horas que lo descuidó el médico y perdió la sangre, lo hubieran atendido, no hubiera pasado nada, quizás la recuperación hubiera sido más lenta, pero él, al vaciarse, le comprometieron todos los órganos” sigue María Teresa.

Luciano, el bohemio

Luciano Ayil era padre de dos hijos, Daniel Enrique de 19 años que está a punto de ingresar a la universidad, y Gabriela Leylán de 14 años. Naolinco iba a ser su primer viaje familiar en años. Después harían otros a las ciudades de Córdoba y Orizaba, donde visitarían familiares.

La familia de Luciano se dedica a la producción y realización de vídeos y fotografías. Además Luciano administraba la parte operativa de un medio digital llamado AGN Infover. Tras su fallecimiento, la directora del medio, Silvia Nuñez, recuerda: “teníamos un montón de planes que se han echado abajo por todo esto”.

Luciano como nació en Mérida, Yucatán, adoraba el puchero estilo yucateco que su mamá le preparaba.

En la Facultad de Ciencias  y Técnicas de la Comunicación, generación 89, era conocido por su 'flota' de intelectuales como alguien a quien le gustaba la bohemia y tenía facilidad para organizar eventos como “un gran ser humano, siempre alegre”.

Él y su grupo de amigos eran llamados Los Mocos Tunait, dentro de la comunidad universitaria, eran considerados la oposición al grupo estudiantil que formaba La Mesa Directiva de la Facultad. A contra corriente, fueron los organizadores de aquellas visitas a Veracruz que realizaron el periodista Miguel Ángel Granados Chapa y Carlos Monsiváis.

Su hija Gabriela Leylán sentada en la mesa de un café dice sobre su padre: “esta navidad era la primera vez que íbamos a salir de vacaciones, que él se había animado. Quería comprarse unas cosas en Naolinco e íbamos a ver familiares de mamá”, relata.

Su hija enseña los datos del médico: Juan Carlos Bravo Soriano, cédula profesional 1158065, año 1987, Universidad Veracruzana.

Tere la interrumpe: “el doctor nos dijo que se había desangrado porque él era muy sano, sí, así como lo escuchas”.

“Luciano era lindísimo, íbamos a cumplir 24 años de casados en junio del próximo año, se me fue mi mejor amigo, nunca peleábamos” dice mientras los ojos se le hunden en agua.

16 días en el hospital

Luciano Ayil ingresó al Hospital General de Alta Especialidad de Veracruz el 4 de noviembre, para una cirugía programada a las 12:00 horas. Lo que sería un procedimiento para devolverle la salud se convirtió en un víacrucis agonizante de 16 días hasta su muerte el día 20 de ese mes.

“Una cosa importante, el doctor Juan Carlos nunca pudo sacarle la vesícula, se le quedó adentro” menciona María Tere.

En esos 16 días hasta su muerte ocurrida por la mañana, Luciano se comunicó mediante la mímica. Sudaba y cometía gemidos extraños de dolor. Un día antes de morir, Luciano dio muestras de su tesón, mientras estaba en terapia intensiva, le dio a su familia la sensación de que todo iba ir a mejor.

“Un día antes, el día 15 nos dio muestra en su cara de alivio, yo lo vi mejor, pero no se qué pasó, murió en la mañana al siguiente día” recuerda María Teresa.

En el nosocomio, al principio, quisieron lavarse las manos y decir que no había existido ninguna negligencia, incluso en el certificado expedido por la Secretaría de Salud lo catalogaron como acidosis respiratoria, fibrosis pulmonar, choque distributivo, colecistisis crónica.

“Ahora ya no se han metido con nosotros ni han intentado negarlo. Pero pusimos una queja ante la Comisión Estatal de los Derechos Humanos contra el hospital”.

Este reportero intentó buscar dos veces al doctor Juan Carlos Bravo Soriano y al director del Hospital General, Rafael de Jesús Picazzo para que dieran su versión de los hechos.

La primera vez que se buscó al doctor, dijeron que había salido "a un mandado". Y la segunda, en la oficina de Relaciones Públicas del Hospital, en el segundo piso, informaron que había salido de "vacaciones".

La demanda

Cuando María Teresa fue a levantar la denuncia ante el Ministerio Público, se encontró con que Luz Patricia Sánchez Hernández, la funcionaria pública que la atendió, quería manipular la información entorno a la declaración del médico.

“Primero nos hicieron esperar muchas horas, luego se negó a poner lo que yo declaraba, quería poner el delito de negligencia médica, pero el delito de negligencia médica no existe, y luego yo le declaraba y quería llevarme la declaración por otro lado”.

Después de mucho insistir, se levantó la denuncia con el  número de expediente 1272/2013/II/VER, por el delito de homicidio culposo, radicado en la Agencia Segunda del Ministerio Público, a cargo de la licenciada Emperatriz López. Como abogado del caso, quedó el abogado Téllez Marié.

A María Tere Rodríguez la buscaron los de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos para levantarle dos quejas. En dicha Comisión, ya hay tres recomendaciones expedidas al Secretario de Salud del Estado, Juan Antonio Nemi Dib, las cuales constan en REC-31, REC-30 y REC-37/2013. La viuda habla de las suyas:

“Levanté dos quejas con ellos. Una contra esta señora del MP, que tiene el número de expediente 954/2013 y oficio 1346/2013 y la otra contra el doctor Juan Carlos y las instituciones con expediente 952/2013 y oficio 1341/2013”.

En respuesta a su demanda ante el MP, ambos doctores involucrados en la presunta negligencia médica, Juan Carlos y Alín Navarrete acudieron ante la autoridad cuando fueron requeridos, pero se apegaron al artículo 20 constitucional para no declarar en ese momento, y poder enviar su declaración por escrito.

“Hasta ahora en el MP se han portado muy bien, no han obstaculizado, ni nada, nosotros queremos que se haga justicia, y queremos que la gente denuncie cuando pasen estas cosas, no nos vamos a quedar callados y estamos convencidos de que llegaremos hasta las últimas consecuencias”, dice la esposa de Luciano.

Por ahora los familiares tendrán que esperar a que los juzgados regresen de vacaciones para seguir luchando desde la vía legal a que se le sancione a Juan Carlos Bravo Soriano.

María Teresa tiene los ojos rojizos y sudorosos por el dolor de extrañar a su esposo, está molesta y triste porque esa cirugía le truncó los planes que tenía con su marido de viajar por el país y crecer en el negocio.

“Por lo menos queremos saber si el médico estaba capacitado para hacer la laparoscopia, y si no, ¿cómo es que ponen a alguien que no está capacitado en los hospitales para hacer las cosas? Qué coraje”.