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Son dueños de los medios, no de nuestra conciencia: Anabel Hernández

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La periodista se refirió al “dolor” que se vive en las redacciones cuando existe censura

Al desarrollarse el curso para editores y periodistas en la Ciudad de México promovido por la organización ‘Periodistas de a pie’, la escritora Anabel Hernández García alentó a los participantes a este encuentro a capacitarse y a hacerse de herramientas para ejercer el ‘ríspido’ camino del periodismo en México.

“Los dueños de los medios de información no lo son de nuestra conciencia ni de los ojos ni de los oídos que ven y escuchan y que investigan”, afirmó la ganadora del Premio Nacional de Periodismo 2001 por la investigación del toallagate, en la que se destapó el gasto millonario del presidente Vicente Fox en toallas para manos, con recursos públicos.

En ese tenor, la comunicadora habló de la sensación de “dolor” que se vive en las redacciones cuando alguien te censura: “Duele, arde, te da coraje”.

Durante su charla reconoció que es “dispar” la capacitación a periodistas entre los diferentes estados de la República, y por ello “no nos ponemos de acuerdo” sobre el periodismo de investigación y códigos de ética, porque cada uno tiene su propia percepción, lo cual, 'traducido en papel' provoca desconfianza en la sociedad.

“Cada uno de nosotros sabemos cuál es nuestra responsabilidad y sabemos que hoy más que nunca la sociedad nos necesita”.

Anabel Hernández confió en que cada uno de quienes se dedican al oficio del periodismo tengan “la pasión de informar y la convicción de que la sociedad requiere más de información”.

Si la información en general es un bien útil, hoy es indispensable --dijo--, “como el agua, como el aire”.

La periodista se refirió al momento en que los comunicadores tienen un papel fundamental y único, que hay que comprender y enfrentar sin miedo.

El 3 de mayo de 2011, Anabel Hernández García denunció en televisión nacional que el secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, había contratado a policías federales para asesinarla, ofreciéndoles mejores puestos a cambio de cometer el delito.