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A seis meses de la cuarentena, y contando

  • La Silla Rota
La enfermedad que pensábamos que podría durar dos semanas o un mes, se convirtió en una epidemia en la que ya llevamos medio año

Xalapa, Ver.- Desesperación. Incertidumbre. Frustración. Cansancio. Coraje. Miedo. Cualquier sentimiento se aplica para describir lo que hemos sentido durante estos seis primeros meses en los que hemos convivido con las medidas impuestas para evitar los contagios masivos de la covid-19. 

Recuerdo que se hablaba de una cuarentena de dos semanas y hubo hasta quien dijera que las cuarentenas eran de 40 días. Ya llevamos medio año.

Seis meses en el que pensábamos que podrían ser dos semanas o un mes, los que tendríamos que cuidarnos y luego retomaríamos nuestra vida normal anterior, que entre más la añoramos, más lejana se ve.

Aun tengo presente que los negocios que por no ser esenciales cerraron, en algunos casos ponían cartulinas que de manera optimista, prometían volver a abrir en algunos días. Unos ya nunca reabrirán. 

Una cuarentena de seis meses y contando

Sin regreso a las aulas

Un semestre en el que la vida para los estudiantes cambió. Algo que no se sabía el 20 de marzo, cuando fue el último día que acudieron a clases presenciales. Primero, se pensaba que regresarían en mayo, luego que quizá en junio, para acabar el curso. Luego que hasta el nuevo ciclo escolar, en agosto, lo cierto es que al día de hoy casi todos los estudiantes de México toman clases a distancia, en un país donde hay regiones donde no llega la red de internet. Entonces se volvió al siglo 20,con la educación a teledistancia. Sólo hay un atisbo del regreso a clases en Campeche, que entrará en semáforo verde epidemiológico.

Seis meses en los que los políticos de pronto muestran que aunque hablen de civismo, de amar al prójimo, evitan ponerse un cubrebocas como signo de respeto por el otro. Un caso es el propio presidente Andrés Manuel López Obrador, pero no es el único. Ahí va por la vida Gerardo Fernández Noroña, que de por sí profiere palabras tóxicas, pero con coronavirus deben ser peores. 

La disputa por el uso del cubrebocas

Ni siquiera entre ellos se ponen de acuerdo. La jefa de gobierno, Claudia Sheinbaum, una de las políticas consentidas de AMLO, con su espíritu científico porta disciplinadamente cubrebocas de distintos modelos, pero su actitud ejemplar no ha convencido al huésped de Palacio Nacional de ponérselo. 

Han sido seis meses de tener un modelo para armar pero con piezas incompletas. Con toda la comunidad científica estudiándolo, a la fecha el coronavirus nos muestra que aún hay aspectos que desconocemos de él. Primero pensábamos que sólo era una enfermedad respiratoria, pero ya lo dijo el 23 de septiembre la secretaria de Salud capitalina, Oliva Arellano, en realidad es una enfermedad multisistémica, que puede atacar diferentes partes. 

Por eso, de pronto nos enteramos que alguien que parecía no tener síntomas, llega a fallecer, o que otros tienen secuelas, aunque hayan sido casi asintomáticos. 

Incluso mientas escribo esto, leo una nota que dice que 10 por ciento de los enfermos graves de covid-19, producen anticuerpos que agravan la enfermedad. Peleamos con un enemigo invisible y lleno de artimañas.

Por eso sorprende que en seis meses en los que ya se superó el escenario de 60 mil defunciones, que el propio subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell previó que sería catastrófico, aun haya personas que se niegan a ponerse el cubrebocas. Hay quienes creen que el admnículo es un sofisticado objeto para reprimir su pensamiento claro y lúcido del que todos están pendientes. 

Hay personas que desconfían del conocimiento científico pero no temen recurrir al dióxido de cloro para evitar enfermarse. En la ciudad de las marchas, no podía faltar una manifestación para permitir su uso preventivo.

Seis meses en los que nuestra vida ha dado un viraje. Hemos convertido al cubrebocas en un objeto de primera necesidad. En el exterior vemos como la economía también ha deteriorado su salud y muestra sus achaques. Cientos de productos han aumentado su precio, y decenas de conocidos han pasado a formar parte de las cifras del desempleo. Muchas pequeñas empresas no han soportado la caída de ingresos y debieron cerrar.

Una vida trastocada

Lo más doloroso es ver nuestra vida social casi desaparecida. Una pausa de los cumpleaños, de los festejos familiares, de las comidas o cenas para celebrar la amistad. Peor es cuando nos enteramos que un conocido comenzó a sentirse mal, y la desazón llega cuando nos enteramos que alguien que conocimos, falleció. 

Ahora nuestra vida normal es salir con cubrebocas, esperar el semáforo epidemiológico a ver si avanza, aunque en la capital lleva tres meses en el naranja, y sentirse bien al final de la semana si no hay reportes de conocidos afectados por la covid-19.

Pero hay una esperanza, que es la producción de la vacuna, de la cual hay varios proyectos. Pese a ello, hay personas que ya avisaron que no están dispuestos a aplicársela. Desde su punto de vista, ellos no quieren formar parte del nuevo orden mundial impuesto por los jerarcas políticos y económicos del mundo. Algunos lo presumen desde sus redes sociales, en mensajes que redactan desde su celular, el aparato más subversivo jamás inventado. 

Estos seis meses han sido de una cuarentena, causados por la pandemia que aún continúa y que los expertos prevén seguirá, ya que tenemos la época invernal a la vuelta de la esquina, con otra epidemia con la que hemos convivido, la de la Influenza, pero no simultáneamente con la covid. 

Es lo que los especialistas llaman sindemia, la suma de dos epidemias. Es lo que sigue.