DE BORRACHOS Y CANTINEROS

  • Jafet R. Cortés

El crítico vive cómodamente en las sombras, saliendo a la luz, únicamente cuando presenta sus posturas, cuando acribilla a sus víctimas, cuando disecciona la realidad, cuando alarma a todos del debacle, cuando escupe sesgadas opiniones.

También sale de su morada cuando aplaude lo que le conviene, cuando se hinca ante los poderosos, cuando justifica el abuso, cuando anuncia días soleados aunque a todas luces se vea la sangre y la tormenta.

El crítico lanza golpes a diestra y siniestra; señalando mucho, proponiendo poco. Su papel es ese, es el rol que gustosos aceptan interpretar, cuyo único límite se encuentra en qué tan filosa quieran volver su pluma o su voz; así como la subjetiva objetividad que proponen desde el lugar donde escriben.

Por más objetivos que quieran ser, los críticos dan su punto desde la posición personalísima construida a través del tiempo. Experiencias de vida, el cúmulo de todas esas ideas que conforman filias, fobias, creencias arraigadas, intereses, ideologías, pasado, futuro.

DEL DICHO A LA REALIDAD

Siempre hay una frase popular que sintetiza de cierta forma la realidad, y en este caso es que “no es lo mismo ser borracho que cantinero”, unos sirven y otros simplemente beben; así como no es lo mismo ser político en campaña que funcionario público en gobierno; no es lo mismo ser comensal que cocinero. Unos crean y otros hablan de lo que otros han creado.

Este fenómeno, como todo, ha tenido su reflejo digital, creando en redes sociales hordas enteras de opinólogos, expertos en todo. Críticos de ocasión que todo el tiempo encuentran momentos predilectos para hacerlo, y si no los hay, los crean.

Todo el tiempo es una ocasión perfecta para criticar por el simple hecho de hacerlo. Sin comparar datos, sin investigar sobre el tema; quedándose con la información que les proporcionen medios y personajes afines sin dudar de su veracidad; haciendo suyos los comentarios extremos que son fáciles de digerir, los insultos que son recordables, buscando como primera opción la cancelación como condena.

Después de todo lo anterior, en redes sociales, vociferan desde la ignorancia aquellos esbozos de opiniones ajenas que compraron en oferta. Escupen sus posturas sin filtro, y en su aspiración por ser críticos, terminan volviéndose simple y llanamente criticones.

El rol del crítico es señalar, y no está mal que lo haga, ni siquiera que lo haga desde la subjetividad, siempre y cuando busque el punto de equilibrio, contraste información, no se quede con lo primero, investigue, sea congruente, y sin maniqueos manipuladores hable con la verdad.

 

ys