Sociedad de Opinión

  • Gabriel Reyes Cardoso
Aun con todo, siempre será mejor opinar a callar.

Los días que ahora vivimos son especialmente caóticos porque exigen romper las estructuras sociales en las que nos educaron.  Las formas de ver la vida, los valores, las costumbres cambiaron radicalmente, víctimas de la urgencia de venganza contra quienes suponemos han construido las condiciones de ahora y  nos sumergen en la incertidumbre. Así nos conducen los nuevos líderes políticos en todo el mundo. 

Las nuevas realidades políticas orientan una nueva acción social, más radical y contundente en las que queremos eliminar instituciones, liderazgos y modelos de organización,  aunque no tengamos ni idea de con  que substituirlas . Ahora, cada uno tiene que crear su propio esquema para tomar decisiones y actuar. Nos separamos del grupo al que pertenecemos porque no nos ayuda a lo que queremos. Además nos refugiamos en  los medios digitales de comunicación. Todo es temporal e inestable, tiene término de caducidad.

 Novedosos tipos de miedos nos acompañan,en especial a los compromisos.  Todo es una sucesión de nuevos comienzos, todo es desechable. Al  menor pretexto cambiamos de opinión. No queremos ataduras en nada. Buscamos entretenimiento, trabajo y amores efímeros. Ser voluble merece hoy, reconocimientos.

Nuestra  conducta en el mundo real solo se liga a la certidumbre de lo incierto, la veracidad de lo falso, la seguridad de lo inseguro y aleja nuestra acción del mediano y largo plazo, porque no significan nada. Ni  siquiera nos entusiasma.

La educación tradicional nos confunde más porque tenemos que reinventarnos cada poco tiempo, por lo mismo los retos son más frecuentes, pero también mas rápida  su velocidad de obsolescencia .

Solo  comunicarnos nuestras angustias y desesperaciones.  A los diálogos y debates les damos prisa para no rezagarnos.  Son  diálogos y debates cortos, así lo imponen los medios de comunicación digital y solo duran minutos.  Todo se puede decir y todos pueden decir lo que quieran. Ninguno quiere rebasar la capa de superficialidad que provocamos todos con nuestras inestabilidades e incertidumbres, nuestros odios y venganzas.  Es  más importante comunicarnos para no perder la capacidad de moverse que aprender a construir las competencias para moverse a tiempo en una realidad secuestrada por las emociones y las coyunturas.

hemos creado una sociedad de opiniones.  Nos hemos alejado de la búsqueda del aprendizaje, el conocimiento y los saberes. Opinar es más fácil, más compatible o amigable con la realidad social y sobre todo, nos permite sacar esas ansias de hablar para no perder libertad y no pasar desapercibido.

Hace unos tres años éramos una sociedad del conocimiento.  Hoy apenas una sociedad de opiniones muchas veces intrascendentes. Hacemos viral lo trivial, lo gracioso, lo ridículo y lo erróneo. El valor de decir es anónimo frecuentemente. Nuestra confianza se pierde en la seducción de una esperanza, como antes, pero con nuevos contenidos. Seducción que es sinónimo de corrupción.

Estamos tan enojados que nuestras opiniones se pierden en el desdén que nos impide concordia útil y, o creemos que nuestros líderes son milagrosos y potentes o estúpidos e incapaces.

Necesitamos recuperar nuestras capacidades para decir y decidir lo que se tiene que hacer y evitar vivir en el terrorismo y el temor que solo conviene a los líderes que, en estas prisas han encontrado otra ventana para hacer y deshacer.

Nos gusta vivir un mudo de redes porque son  igual que nosotros, cambiantes cada segundo. Pero debemos evitar proliferen las falsas noticias y debates porque están  alineadas a los intereses de los que mandan que nos tienen entretenidos porque así les conviene o nos promueven a causas simples para no reconocer los verdaderos problemas de todos.

Aun con todo, siempre será mejor opinar a callar.