El “no”, la nueva barrera del feminismo

  • Myriam Lagunes Marín
¿Cómo aprendí a decir que si a pesar de querer decir que no o al revés?

Después de la polémica desatada por el movimiento #MeToo (donde por medio de un hashtag se invita a compartir historias de acoso y violencia de género para visibilizar la problemática que vivimos las mujeres) muchas personas que nos autonombramos feministas nos vimos en la necesidad de cuestionarnos acerca de los logros que hemos conseguido con nuestra lucha y sobre todo hacia dónde queremos llegar como colectivo.

Más allá de nuestras diferencias culturales la idea de consolidarnos como un solo grupo viene de la percepción de haber sido oprimidas socialmente desde el momento en que se nos reconoció o que hubo un auto reconocimiento (esto en el caso de nuestras compañeras trans) como mujeres, quizás una de las grandes barreras para unificar posturas dentro del feminismo precisamente es la cantidad de diferentes modos de apreciar dicha opresión machista y las opciones que hemos tenido para contra atacar.

Al leer “el manifiesto de las intelectuales francesas contra el #MeToo” me queda claro que las circunstancias en las que estas mujeres se desarrollaron fueron completamente distintas a las de la mujer promedio que hace denuncias de acoso sexual por medio alguna red social y si no sus circunstancias de vida si podemos identificar una clara diferencia en el modo en que perciben y reaccionan ante la insistencia de un hombre de mantener algún tipo de encuentro sexual con ellas, mientras unas lo califican como un coqueteo torpe las otras lo ven como una transgresión merecedora de algún castigo.

Aquí la pregunta es ¿cuáles son las causas de que una mujer adulta quien no desea mantener relaciones sexuales termina por decir que si sin haber ejercido sobre ella otra acción más que la insistencia y cómo podemos evitar que siga sucediendo?, hace poco veía un corto de Chloé Fontaine llamado “Je suis ordinaire” (les dejo el link por si gustan verlo) que es muy ilustrativo acerca de este tipo de situaciones, en él una pareja joven se dispone a ver una película, a él le apetece tener relaciones y a ella no, al final por medio un poco de chantaje emocional ella termina cediendo, si bien muchas se sintieron identificadas otras más nos preguntamos ¿por qué no simplemente se retiró del cuarto?.

Hay leyes muy claras que castigan tanto el acoso como el hostigamiento, es real que aún nos falta avanzar mucho para que se cumplan cabalmente pero no podemos dejar de tomar en cuenta que al situarnos como eternas víctimas a quienes es necesario defender de otro ser que con su sola presencia basta para titubear de nuestras propias decisiones es un retroceso, estamos aceptando implícitamente que la mujer es completamente vulnerable ante el hombre y que necesita la intervención del estado para manejar su vida.

Hemos caminado mucho para lograr el voto, la paridad de género en las candidaturas, el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, que está aprobado en varias partes del mundo, ahora el gran reto es hacernos responsables de nuestras propias decisiones, yo digo NO cuando así lo siento para mí y nada de lo que digas me puede hacer cambiar de opinión, así tendría que ser, o de otro modo, ¿cómo aprendí a decir que si a pesar de querer decir que no o al revés?, esta pregunta la dejo para reflexión final de cada una de las personas que me leen, mientras no la contestemos difícilmente vamos a avanzar hacia una sociedad más igualitaria.