Educar a la gente de hoy

  • Martín López Calva
Relevo generacional. Los jóvenes no siguen liderazdos de adultos porque no los encuentran

“La generación del milenio vive con la etiqueta de formar un ejército de gente perezosa, narcisista y consentida; sin embargo, los jóvenes españoles de entre 18 y 34 años son también críticos, exigentes, reformistas, poco materialistas, comprometidos, digitales y participativos. Pero piensan que la sociedad está en deuda con ellos.” http://ow.ly/Fzej309Ew4n

Recientemente me tocó participar en una comida de trabajo muy interesante con motivo de la presentación de un libro. En torno a la mesa se reunieron algunos académicos de diversas disciplinas, directivos universitarios, líderes empresariales, políticos y de organizaciones de la sociedad civil.

En alguna parte de la reunión, la plática fue derivando hacia la situación crítica en la que se encuentra el país y las posibilidades reales de cambiar las estructuras, por lo que surgió de manera natural el tema del relevo generacional y la visión acerca de la juventud actual y su compromiso en la construcción de un mejor futuro para México.

Como era de esperarse, hubo un par de intervenciones que hicieron un retrato totalmente negativo de los jóvenes actuales, describiéndolos como superficiales, carentes de compromiso y de sensibilidad social e incapaces de asumir la responsabilidad de transformar al país, tarea por demás complicada y llena de desafíos.

Se encontraba entre los comensales una estudiante universitaria del área de Ciencias Sociales a la que después de la charla de los adultos, ilustrada con audios y videos que circulan en las redes sociales sobre los famosos millennials, se invitó a expresar su punto de vista.

La respuesta no se hizo esperar y fue además de apasionada, bastante lógica y contundente. Esta joven expresó que si bien algunas de las características que les achacan a los jóvenes actuales tienen elementos de verdad, también es cierto que resulta muy difícil para ellos comprometerse cuando los adultos no hemos sido capaces de generar propuestas y proyectos alternativos que los motiven al compromiso y que es iluso pedirles que se identifiquen con liderazgos que son claramente inauténticos y poco consistentes. En síntesis, la opinión de esta joven dejó en claro que las generaciones actuales no están planteando a las nuevas, opciones inteligentes, innovadoras, atractivas y pertinentes con las cuales sintonizar.

Un signo de esperanza para mí fue el hecho de que un buen número de los que estaban en la mesa manifestaron su acuerdo con lo planteado por esta universitaria y fueron matizando las características negativas con que se etiqueta a las generaciones actuales de estudiantes.

Esta anécdota vino a mi mente al leer el reportaje publicado por el periódico El País respecto a los millennials españoles. Porque si bien, como dice la cita que sirve de epígrade a este artículo, los jóvenes de estas generaciones nacidos entre 1982 y 2004 han sido etiquetados con razón como una generación perezosa, narcisista y consentida que difícilmente se compromete con causas sociales, también es cierto que se trata de generaciones menos apegadas a lo material, bastante críticos del mundo que les ha tocado vivir, exigentes y con anhelos de cambio, comprometidos con ciertas causas –aunque tal vez no sean las que los adultos pensamos que son las correctas- y participativos en aquéllas cosas que les interesan.

Se trata de generaciones que, como declara una de las entrevistadas en el reportaje no se conforman como sus padres con encontrar un trabajo que les dé de comer, sino que “…nosotros queremos que nos dé de comer y nos guste”.

Son la generación del cambio de época, lo cual no es nada fácil de enfrentar puesto que como afirma otro de los jóvenes consultados: "Somos una generación de transición. Somos la última en muchas cosas y la primera en otras tantas. Estamos entre lo viejo, que no acaba de morir… y lo nuevo, que no acaba de nacer".

A esta generación de transición, la que vive en este mundo y en este país lleno de cosas viejas que no acaban de morir y cosas nuevas que no acaban de nacer es a la que los educadores tenemos que formar y si queremos que las cosas realmente cambien en nuestra patria, tenemos que formarla muy bien.

Como dice el filósofo canadiense Bernard Lonergan: “El problema de la educación es el problema de la educación hoy. No se trata de educar a los primitivos, ni a los antiguos egipcios, ni a los medievales, ni a la gente del Renacimiento, sino a la gente de hoy…” (Filosofía de la Educación, pp. 48-49). Esto es lo primero que debemos entender los educadores –padres de familia, maestros, directores escolares, orientadores, medios de comunicación- para poder cumplir adecuadamente con nuestra tarea.

Porque el problema de la educación actual es que los educadores seguimos pensando en educar a un alumno ideal que no existe, al alumno que quisiéramos tener en la escuela o la universidad y no al que realmente tenemos. Porque seguimos partiendo de etiquetas parcialmente válidas pero necesariamente incompletas acerca de los rasgos de la juventud actual. Porque a partir de estas etiquetas enfrentamos diariamente nuestro trabajo desconfiando de ellos y asumiendo que no son capaces de asumir la responsabilidad de su formación profesional, humana y ciudadana.

No se trata de idealizarlos y pensar que todas las características negativas que se les atribuyen son falsas, pero es indispensable partir de una visión más compleja y concreta de sus rasgos definitorios si queremos cumplir con el compromiso que implica formar a los ciudadanos que en muy poco tiempo serán la mayor parte de la fuerza laboral y de la energía social de este país y del mundo.

Se trata de educar a la gente de hoy.

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Martín López Calva

Doctor en Educación por la Universidad Autónoma de Tlaxcala, maestro en Educación superior por la misma universidad y en Humanismo universitario por la Universidad Iberoamericana Puebla. Ha sido dos veces “Lonergan Fellow” por el Lonergan Institute de Boston College (1997-1998 y 2006-2007). Fue coordinador del doctorado interinstitucional en Educación y enlace de la UIA Puebla en el campo estratégico de “Modelos y políticas educativas” del sistema universitario jesuita (SUJ) desde agosto de 2007 hasta marzo de 2012 y académico de tiempo completo en esta universidad desde abril de 1988 hasta marzo de 2012 donde obtuvo el reconocimiento de académico numerario e imparte hasta la fecha cursos de licenciatura y posgrado en el área de Educación. Tiene experiencia docente a nivel de licenciatura, posgrado y formación de profesores en la UIA Puebla, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla, Universidad de las Américas Puebla, Universidad Anáhuac y otras desde 1988. Actualmente es Director académico de posgrados en Artes y Humanidades de la UPAEP. Ha publicado diecisiete libros sobre temas educativos (los más recientes: Educación humanista –tres tomos- en Ed. Gernika y Gestión curricular por competencias en educación media y superior, en coautoría con Juan Antonio García Fraile), diez capítulos en libros colectivos y alrededor de 45 artículos en revistas de educación.