Echando a perder en Veracruz, ¿se aprende?

  • Rafael Arias Hernández

Pérdidas y más pérdidas. Inocultables pobreza, hambre, inseguridad, desempleo e informalidad. Desastre económico, crisis de las finanzas  gubernamentales y más deuda pública injustificada;   malbaratamiento y dispendio del patrimonio público;   privatización o entrega de servicios y dependencias gubernamentales; y lo más preocupante: involución y destrozo institucional, en buena medida por corrupción e impunidad crecientes.

Echar a perder y no aprender

Los seres humanos, somos animales que hacemos lo que aprendemos a hacer y traemos en la sangre. Difícilmente llevamos a cabo, comprendemos o explicamos lo que desconocemos, ignoramos y no sabemos.

Tal vez por eso y más, habemos unos más animales que otros.

Se cree, que para bien, a diferencia de muchos, tenemos instinto o impulso de exploración y aventura, de investigación e imaginación, para descubrir e inventar, para incrementar y hasta mejorar de muchas formas  saber y  conocimiento, práctica y renovación.

Uno de los propósitos  de y para la vida es aprender; y una de sus claves es aprender a aprender.

El problema, sobre todo en el desempeño de la función pública, es que a pesar de lo que digan, presuman y prometan, no se puede exigir a muchos servidores públicos, funcionarios y gobernantes que hagan lo que no saben, ni entienden y comprenden, mucho menos cumplen, practican o prevén. Demagogia y simulación, engaño y perversión para beneficiarse,  son algunos de sus recursos más utilizados.

Ejemplo. Vieja y probada forma la de aprender a partir del ensayo y corrección del error. El problema empieza cuando  no hay intención de corrección; ni nuevo intento o ensayo;  y se acaba por mantenerse, acostumbrarse y beneficiarse del error.

Ni que decir de aquella otra, conocida como “echando a perder se aprende”. Misma que puede llevar a la extinción, confrontación o fatalidad extrema, por lo mucho que se pierda y lo poco o nada que se aprenda.

¿Cuánto se ha ganado y perdido en los últimos diez años en Veracruz? ¿Qué se ha aprendido? ¿En cuanto a gobierno y políticas públicas, estamos condenados a más de lo mismo y peor? ¿Qué de la prospectiva, escenarios y oportunidades posibles?

Para cuándo y por quien, la verdadera e imprescindible, evaluación del trabajo realizado por presuntos responsables, prófugos potenciales y  posible impunes intocables,  en el gobierno. ¿Y el actualizado y auténtico diagnóstico que muestre fortalezas y debilidades, avances y retrocesos?

Hay que señalar, que parte del error y lo mucho que se pierde, radica en no ocuparse y detener a quienes provocan, sostienen y viven de repetidos y nuevos  errores, de  cuantiosas o mayores pérdidas gubernamentales; o los que simplemente disfrutan la comodidad y privilegios del cargo, caracterizándose  por ser servidores públicos que no sirven,  y menos  atienden y resuelven necesidades y problemas sociales. Pero eso sí, salen de pobres.

Improvisación, ocurrencias y simulación

Hay muchas razones para padecer los efectos de ineptitud e irresponsabilidad, de ineficiencia y delincuencia en los gobiernos.

De todos esta vez resalto y comento uno, que es fundamental y que está vinculado con un aspecto determinante para la vida civilizada y la convivencia pacífica, para el mismo fortalecimiento del Estado de Derecho.

Esta razón radica en el simple y sencillo abandono,  de la obligación central de todo servidor público, funcionario o gobernante: cumplir y hacer cumplir la ley, puntual y correctamente.

Pero, ¿cómo pueden hacer lo que no saben o desconocen, si ni siquiera se preocupan y ocupan en leerla y entender el alcance de sus obligaciones y deberes?

Y desde luego, este hecho también se extiende a gran parte de ciudadanos y sociedad que tampoco tienen interés en leer y conocer las leyes para poder exigir la garantía y ejercicio de sus libertades y derechos, así como realizar y cumplir las correspondientes obligaciones ciudadanas y sociales.

Si no se tiene idea de qué  deberes, obligaciones gubernamentales hay que exigir. Si no se reclama rendición de cuentas, fiscalización, transparencia y evaluación, objetivas y confiables.

¿Cómo hacerlo si no se sabe ni se lee el contenido de las leyes?

Claro que no puede pensarse que, para ineficientes y delincuentes en el gobierno, se acepte y justifique  que no lean, entiendan, observen y apliquen los contenidos de las leyes.

No. Cualquier pretexto es sólo eso, pretexto. Lo que sucede es que algunos simulan, engañan, manipulan y disponen con toda intención y propósito para beneficiarse, enriquecerse  y aprovecharse de su posición en los gobiernos. 

Escriben,  promueven y hasta logran la aprobación, de  leyes que no obedecen. Establecen  pactos, tratos, compromisos y hasta contratos con la sociedad que no cumplen. Leen discursos en los que no creen. Se comprometen a hacer lo que no saben y mucho menos les interesa.

Como forma del analfabetismo funcional, pasan a ser expresión o ejemplo del analfabetismo delincuencial gubernamental, basado en interpretación y  aprovechamiento  de lo que les conviene.

Claro que si se reconoce este último, habría que agregar el individual y colectivo, una especie de analfabetismo social que, aun sabiendo recibir un mensaje, leído o escrito, se dispone o hace otra cosa, caracterizada por pasividad y dejadez,  desinterés y abandono individual y colectivo.

Analfabetismo funcional, esta vez ciudadano y social,   incrementado por la distorsión, enajenación y negación que muchos medios y comunicadores acostumbran difundir, propagar e imponer. Tema, desde luego, polémico y multifacético.

Así, no hay ley efectiva, si no se aplica; ni presupuesto que alcance, sin orden y disciplina. Bien dicen: “no falta dinero, sobran ladrones”.

Se aprovechan quienes mal administran y  pasan por encima del presupuesto,   usan y  abusan recursos públicos y disponen hasta de lo que no hay. Total, no pasa nada. Larga vida a la complicidad e impunidad.

Ejemplos crecen y se acumulan. Prosperidad de pobres  y hambrientos. Endeudan y privatizan hasta lo básico y elemental, como el agua en Veracruz, que indebidamente paso a manos de quienes en Brasil son perseguidos y procesados, mientras aquí son consentidos y estimulados. ¿Quiénes son los socios, cómplices y encubridores dentro de los gobiernos?

Total en reedición de cuentos; entre más  pierden, menos aprenden.

+AcadémicoIIESES-UV@RafaelAriasH Facebook:VeracruzHoydeRafaelAriasHdez

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Rafael Arias Hernández

Actualmente es Investigador del IIESES y maestro de la Facultad de Economía de la UV.

Cuenta con  Licenciatura en Economía, por la Universidad Veracruzana. Obtuvo mención honorífica Cum Laude.  Maestría en Economía con especialización en Desarrollo Regional y sub especialización en Historia del Pensamiento Económico. Salt Lake City, Utah. USA. Diplomado por la U.V. en “Habilidades del Pensamiento”.  Alta Dirección AD2 Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas. (IPADE). Becario en los programas Lincon-Juárez y LASPAU.  Asesor académico y maestro de Enseñanza Media, Esc. De Bachilleres Noc. “Art. 3º Constitucional”, Xalapa, Ver. Maestro en la Facultad de Economía, y de la Maestría en Desarrollo Regional. Historia Económica, Desarrollo Económico, Desarrollo Regional, Taller de Investigación, Metodología, Habilidades del Pensamiento y otras cátedras. Maestro en “Técnicas de Debate” de la maestría en Acción Política y Administración Pública, de la Universidad Anáhuac. Xalapa, Ver.

Director General Técnico y Secretario General de la Universidad Veracruzana.

En el Gobierno Federal, fue Delegado Estatal de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial en Veracruz, y Director de Desarrollo Regional en SPP. En el Gobierno del Estado de Veracruz ha sido Asesor Económico, Jefe de Prensa y Comunicación Social, Director General del Instituto Veracruzano de Cultura, Director General de Industria, Comercio y Estadística, Coordinador de Participación Ciudadana, Coordinador Ejecutivo del Comité de Planeación para el Desarrollo (COPLADEVER). SEFIPLAN, (2010)

Miembro de diversas Asociaciones Civiles y ciudadanas, como el Colegio de Urbanistas y Planificadores, el Colegio de Economistas; la Fundación Cambio XXI A. C.; y de la Fundación Colosio A.C. Colaborador de diversas revistas y publicaciones académicas. Articulista de diversos periódicos, y de otros medios de comunicaciones nacionales, estatales y municipales.