Rubí, el fenómeno de la burla

  • Jorge A. González
Un deplorable nivel educativo de una población que no le permite reconocer entre lo útil y superfluo

La intención humana es la que cambia el curso de las cosas para bien o para mal en la faz de la Tierra; la historia nos lo confirma una y otra vez.

Los objetos de la vida diaria que son producto de la invención humana surgen para uno o varios fines, pero su uso depende de la voluntad humana.  

En el siglo XVII se comenzó a fabricar la pistola, un arma de fuego identificada por todos; instrumento defensivo que inicialmente era utilizado por la caballería militar.

Ese invento, y todo aquél que tiene como fin someter físicamente y matar a cualquier ser vivo siempre quedará a criterio de la mentalidad de quien lo usa.

Una pistola jamás se percibe igual desde la cintura de un policía que en la mano de un delincuente.

Lo mismo sucede con las redes sociales. No se trata del instrumento, sino de cómo se usa.

LOS DATOS

Jorge Ruiz, director general de Facebook en México reveló que esta red social cerró el año pasado (2015) con 61 millones de usuarios en el país, de los cuales 41 millones visitan la aplicación todos los días.

Más del 90 por ciento de la comunidad Facebook lo hace a través de un dispositivo móvil, lo que representa mayor cercanía con el usuario, pues puede navegar desde cualquier lugar y a cualquier hora.

En 2015 los mexicanos navegaron en promedio 6 horas y 11 minutos, 24 minutos más que el año anterior, según datos de la Asociación Mexicana de Internet (AMIPCI).

En sus estudios describe que los usuarios mexicanos pasaron 85 por ciento de su tiempo conectados en redes sociales, y en ese rubro Facebook es quien lidera la preferencia.

Esto nos lleva a pensar que niños, jóvenes y adultos le dedican más tiempo a las redes sociales que al tiempo útil en sus trabajos, formación educativa y tiempo afectivo con la familia o pareja.

La población cada vez está más expuesta a las redes sociales, sobre todo niños, adolescentes y jóvenes. Sus fases de formación educativa, intelectual, emocional; el modo y manera de ver el mundo no está exento de lo que ven, perciben y aprenden en la internet.

No olvidemos que las experiencias en las primeras edades del desarrollo humano son determinantes para el resto de la vida.

 LA REFLEXIÓN

Después de este contexto tendría que quedarnos claro porqué los XV años de la Rubí fue todo un fenómeno en redes sociales.

La quinceañera pasará a la historia no como la hermosa chica que celebró la edad de las ilusiones con amigos y familiares en una fiesta particular e inolvidable.

Su celebración se convirtió en un espectáculo lleno de extraños, atestada de medios de comunicación en una cobertura exacerbada.

Los asistentes ajenos a la festejada y los periodistas no asistieron para presenciar el estado emotivo y alegre de la joven, porque para nadie es desconocido lo que sucede en una reunión social como ésta.

Ambos se dieron cita el pasado lunes en el pueblo La Joya, en el Estado de San Luis Potosí; para ser partícipes y transmitir al resto del mundo un inusual circo mediático.

La invitación pública que subieron sus padres a las redes sociales -quizá por ingenuidad e ignorancia- tuvo un impacto brutal que se reflejó en 1.3 millones de personas que confirmaron su asistencia, no obstante, llegaron 30 mil, una cifra que de todas maneras fue excesiva para unos XV años.

Rubí y su familia pensaron tener el control de la celebración, pero jamás imaginaron lidiar con la vorágine de una masa incontrolable, insaciable y excitada. 

En parte hubo culpa de la familia, porque en un principio contribuyeron a que la bola de nieve creciera todos los días, aceptando patrocinios, programas de TV, entrevistas y regalos de políticos.

Pero la fama abrupta tiene un alto costo en lo general y en lo particular: la quinceañera llegó a su fiesta pidiendo a los invitados y a los medios de comunicación que la dejaran en paz.

Rubí saboreó las mieles de la fama pero también lo amargo del escrutinio y la imprudencia pública; una explosión mediática en la que no hay reglas, control ni marcha atrás.

LOS FACTORES

¿Qué provocó que Rubí se convirtiera en un fenómeno de las redes sociales?

Esa multitud y esa cobertura informativa que dio la vuelta al mundo fue el resultado de una mezcla de varios ingredientes.

Un deplorable nivel educativo de una población que no le permite reconocer entre lo verdaderamente útil y lo superfluo, no solamente en las redes sociales sino también en la vida diaria.

Lo que se escucha, ve y aprende en casa también es un elemento que define actitudes y conductas.

Sin duda intervino lo que yo llamo la “curiosidad inútil”, esa que nos acerca a lo que de antemano sabemos que no aportará nada al intelecto y a la experiencia sensitiva. ¿Quién no ha ido, visto o vivido una fiesta de quince años?

Pero existe un elemento que es el más desagradable y preocupante dentro de nuestra sociedad, y que sin duda fue el que más alimentó este fenómeno: la burla.

Sí, la burla fue el ingrediente que desató esa actitud generalizada de la población y que le generó miles de likes y reproducciones en video a la invitación pública de los XV años.

El fenómeno Rubí nos recuerda a todos que la fama está muy distante de los atributos, habilidades, talentos o conocimientos.

Nos confirma que cualquier persona puede saltar a la fama en cuestión de minutos, horas y días, porque vivimos y formamos parte de una sociedad que rinde culto a la estupidez.

Todo esto se gestó gracias a tres conductas plenamente identificadas dentro de nuestra sociedad:

1.- Los que se burlan -de manera consciente- de la ignorancia del otro; empoderando su imagen en redes sociales.

2.-  Los que se la creen y atienden al deslumbramiento de una fama de la que sueñan formar parte.

3.- Y los que se aprovechan de la ignorancia de algunos para sacar provecho de las circunstancias, entre ellos los patrocinadores, medios convencionales y políticos.

Rubí es el trofeo una sociedad mexicana intensamente activa en redes sociales, consumidora del sentimentalismo cotidiano, burlona de la ignorancia del otro, transmisora de lo verdaderamente inútil y cliente del sarcasmo capitalista.

Desgraciadamente estas conductas comienzan a generalizarse y en algún momento terminan por arrastrarnos a la descomposición social, y sus efectos comienzan a verse en la destrucción de los valores humanos: el respeto, la honestidad, la humildad, la tolerancia y la sinceridad.

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