La humanidad de las mujeres

  • Mujeres Que Saben Latín
Las mujeres seguimos siendo consideradas otra cosa, no hay respeto para nuestra vida.

Por Yadira Hidalgo

Por higiene mental casi nunca leo los comentarios a las noticias, especialmente aquellas que relatan un caso de violencia contra alguna mujer, pues nunca faltan aquellos que justifican, banalizan o hasta festejan el hecho de violencia que un ser humano tuvo que enfrentar en su vida.

La primera vez que escuché decir que el feminismo era esa idea radical de que las mujeres también somos seres humanos, me pasó lo que le pasa a mucha gente: pensé que se trataba de una exageración. ¿Cómo no iba yo a ser un ser humano si aquí estaba respirando, viviendo, interactuando y expresándome? Disculpen la ingenuidad de esa época, pero no lo entendí entonces. Ahora, cada que veo, escucho o leo sobre un caso de violencia contra alguna mujer en mi estado, mi país o en el mundo, sé muy bien lo que esa frase quiere decir: Las mujeres seguimos siendo consideradas otra cosa, no hay respeto para nuestra vida, nuestra libertad, nuestra integridad, nuestros derechos, ni nuestras decisiones.

La agresión recibida por la atleta y senadora Ana Gabriela Guevara da cuenta de eso en muchas formas. No importa quién seas, la violencia machista no se va a parar a averiguarlo y en todo caso, de hacerlo, no creo que eso la detenga. Hay precisamente quienes aluden a que por el hecho de ser senadora su caso será tomado en cuenta; pues qué bien. Al menos una mujer violentada podría obtener justicia y sumarse con su voz pública y reconocida a la exigencia de políticas públicas y acciones específicas contra la violencia que padecemos las mujeres.

Hay quien dice que no se trató de violencia de género, sino de “violencia común”. Pues fíjense que no, toda la violencia que se ejerce contra las mujeres tiene una carga de violencia machista, de odio y de desprecio contra las mujeres porque precisamente, quienes la ejercen, la ejercen porque no le está otorgando a su víctima la calidad o el nivel de humanidad, que de otra forma, el victimario tomaría en cuenta para no agredirla.

En una sociedad machista y misógina, todas las personas lo somos y por eso hay que quitarnos esa educación que no permite ver la humanidad de las mujeres. Cuesta mucho porque está tan arraigada que muchas y muchos no la ven o se han acostumbrado tanto que tienen miedo de vivir sin ella, pues hacer visible el machismo, incomoda y nos convierte en una especie de parias sociales de los que las y los demás pueden hacer burla u opinar, sin importar si conocen o no de los temas de los que se está hablando.

Otra cosa que me pregunto al ver tanta violencia contra las mujeres en este país, es si los hombres mexicanos que no violan, no matan, o no golpean a las mujeres, ¿no se cansan o avergüenzan de que la masculinidad de este país la definan unos bárbaros que además se regocijan en hacer apología de su barbarie? Con honrosas excepciones, no veo grupos de varones diciendo o haciendo nada en contra. Y hay que recordar que la omisión también les hace responsables.

Como expresé casi no leo los comentarios a las notas, sin embargo, en esta ocasión me llamó mucho la atención el inmenso odio vertido y publicado en las redes sociales en nombre de una mal entendida “libertad de expresión”, sin hacer una reflexión ética y profunda sobre la parte que los medios juegan en la revictimización de las personas, abonando a la construcción de una sociedad violenta que aboga más por su derecho a expresar su odio, sin entender el enorme daño que causa y los derechos humanos que violenta.

Lesbofobia homofobia, racismo, misoginia, machismo. Lo expresado por cientos de usuarios y usuarias de las redes sociales sobre la violencia contra Ana Gabriela Guevara nos provee de un termómetro terrible de la calidad humana de este país. Un país que, sumergido en una ola de secuestros, asesinatos, violaciones, feminicidios, desapariciones, debido a la llamada “Guerra contra el Narcotráfico” iniciada por el ex presidente Felipe Calderón, sigue produciendo generaciones cada día más habituadas a padecer y sobretodo, a ejercer la violencia.

Lo mediático del caso de Ana Guevara, la respuesta misógina que ha desatado y de la que nos han dado testimonio las redes sociales, pone al país frente a una pregunta tan “exagerada” como pertinente: ¿las mujeres somos humanas? Los medios de comunicación han dado su respuesta con brutal irresponsabilidad al revictimizar a aquellas que padecen violencia o que han muerto a manos de feminicidas.

Un número nada desdeñable de la población ha hecho escarnio del asunto sin reparar si quiera en la gravedad del caso, en tanto que es ejemplo de la violencia y la naturalidad con la que la vemos cuando es ejercida hacia mujeres y niñas.

¿Cómo vamos a actuar sobre esto? De la respuesta que construyamos en conjunto depende la vida, los derechos y la seguridad de más de la mitad de la población mexicana.