Veracruz: una carta apócrifa entrampa al Congreso

  • Mussio Cárdenas Arellano
El simulado regreso de Javier Duarte. Jorge Ramírez, el primo cómodo.

De carpa, vodevil y tragedia es la política en Veracruz, por los dineros robados y los ladrones impunes, y un Congreso que se entrampa en el juego duartista dando crédito a que un fantasma en fuga pueda volver al poder.

Una carta, de origen dudoso, de fines certeros, mueve a la clase política, sacude al sistema, inquieta al gobierno que se va y amaga con destroncar la sucesión. Es la carta con que un supuesto Javier Duarte externa que reasume su condición de gobernador.

Una carta, presumiblemente falsa, que describe que tras delinear su estrategia legal para enfrentar las denuncias en su contra por corrupción, el gordobés se dispone a dejar la licencia al cargo y concluir su mandato constitucional.

Y un mensajero, Jorge Fernando Ramírez Tubilla, primo hermano de Karime Macías Tubilla, primo político del ex gobernador Javier Duarte, hace imaginar que la misiva no es tan apócrifa ni tan falsa como se cree.

Provoca una sacudida tan monumental como innecesaria, dentro y fuera del Congreso de Veracruz, cuando a las 9:40 horas del lunes 14, irrumpe Jorge Ramírez Tubilla, se niega a identificarse, exige que la carta sea recibida y se le estampa un sello con fecha de abril de 2016.

Horas después, el Congreso se estruja. Saben que de ser su intención, a riesgo de ser detenido y consignado, conducido a un penal, Javier Duarte tiene el derecho de reasumir su condición de gobernador.

Se alebrestan en palacio de gobierno, que apenas ese día regresa a poder del mandatario interino, Flavino Ríos Alvarado, tras dos semanas tomado por 51 alcaldes panistas, perredistas, un priista y otros ediles de partidos rémora.

Inquieta entre el yunismo saber que si Javier Duarte corriera el riesgo de concluir su mandato, los acuerdos para liberar palacio de gobierno y Casa Veracruz a cambio de que la Secretaría de Finanzas y Planeación quede bajo su control, podrían quedar sin efecto.

Y se entrampa más el Congreso cuando trasciende el contenido de una carta que por tener tufo a apócrifa no debió tener mayor relevancia.

Su presidenta, María Elisa Manterola Sáinz, priista antes, panista hoy, es la viva estampa de la improvisación y la ignorancia. Divulga el contenido ante la prensa, destacando sus dudas, externando que hay indicios que presumen que no es Javier Duarte quien la suscribe.

No explica, sin embargo, cómo el portador del oficio es Jorge Ramírez Tubilla, ex subsecretario de Ingresos, ex procurador fiscal del gobierno, terror de los contribuyentes, señalado en las denuncias del gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares, como integrante de la red de prestanombres que le sirvieron a Javier Duarte para saquear a Veracruz y ocultar los millones robados con la compra de inmuebles y cuentas en el extranjero.

Su padre, Jorge Ramírez Pérez, tío político de la esposa del gobernador, aparece en la operación de compra de la casa de Javier Duarte y Karime Macías Tubilla, en Maricopa, Arizona, Estados Unidos, por el insólito precio de 10 dólares, según documentos revelados por el periódico Reforma y en la denuncia de Yunes azul.

Jorge Ramírez Pérez es quien en 1993, junto con Tony Macías, el suegro incómodo de Javier Duarte, estuvo en prisión por una semana, aprehendidos por el chirinismo, en los días en que Miguel Ángel Yunes Linares era secretario de gobierno y detentaba todo el poder.

Se les acusaba de fraude a Bancomer por un crédito no cubierto mediante una simulación. Pagaron lo requerido, se aplicó un amparo y lograron su libertad.

A Ramírez Tubilla lo registran las cámaras de seguridad del Congreso de Veracruz, su arribo, el momento en que entrega la carta y su partida. ¿Es falsa la solicitud de Javier Duarte de cancelar su licencia al cargo de gobernador, que se vencería el 30 de noviembre, día en que concluye su mandato constitucional? 

Duda Marieli Manterola de la autenticidad de la carta, pero divulga su contenido. Si es apócrifa, ¿qué caso tenía que fuera pública? Dice el texto en sus partes medulares:

“A partir de la presente notificación formal enfatizo que dejo sin efecto mi licencia temporal, decisión que sólo corresponde al suscrito.

“Tampoco soy ajeno a una serie de hechos acaecidos en un marco que riñe con el derecho y pone en riesgo a mi familia y mi persona. Exijo jurídicamente las garantías de seguridad que permitan completar mi encargo ciudadano”.

Javier Duarte alude a que no puede ser objeto de acción penal desde el ámbito federal sin antes seguir el procedimiento para desaforarlo.

“En este orden de ideas, y suponiendo que fuese cierto que se judicializaron acciones penales en mi contra, con base a una extraña y rebuscada interpretación relacionada al fuero constitucional que riñe con lo que sobre el particular ha resuelto el Poder Judicial de la Federación, manifiesto que en su caso las enfrentaré una vez que concluya mi mandato para impedir prosigan persecuciones políticas que resiento y acreditaré”.

Se viralizó en redes sociales la carta. Se observó el repudio a un posible regreso de Javier Duarte al gobierno de Veracruz. Se advirtió que el Congreso no supo qué hacer.

Presuntamente falsa, la carta fue publicada en la Gaceta del Estado y ahí, a falta de un domicilio donde pudiera ser notificado, se conminó a Javier Duarte a ratificar su intención de concluir su licencia y volver a su condición de gobernador. Le dieron un plazo de 24 horas.

Ya sobre las 10 de la mañana, el martes 15, al vencerse el plazo, la presidenta del Congreso se defendió de las críticas generadas por el sobredimensionamiento de la carta apócrifa.“La mejor manera de ver la autenticidad, es que el subsecretario de Gobierno Genaro de la Mejía Merced acudió al Congreso a entregar el sexto informe de gobierno, a nombre de Flavino Ríos; qué mejor muestra”. Ajá.

¿Qué rayos tenía que ver el envío del Sexto Informe de Gobierno con la autenticidad de la carta suscrita presuntamente por Javier Duarte?

Sostenía la diputada Manterola que sin ratificación no le daría curso oficial a la carta. “Yo no le doy procedimiento a esa carta, en tanto no haya una ratificación y yo tenga la certeza de que el contenido es cierto. Y que la firma es de Javier Duarte”.

—¿Cómo esperan ratifique?

—Cómo él lo considere, ante notario, o en persona, pero él tiene que ratificar. Si no, la carta no tiene validez.

—¿Qué pasaría?, ¿inmediatamente sería gobernador?

—Desde el mismo gobierno ya está el mensaje. Acaba de venir el secretario de gobierno a entregar el informe de labores y viene en representación del gobernador, Flavino Ríos.

Deja perplejos a todos la presidenta del Congreso. Sus respuestas son inconexas. Le preguntan una cosa y contesta otra.

Si se hubiera reservado el contenido del oficio supuestamente enviado por Javier Duarte, nada habría ocurrido. Pero lo soltó.

Un mes atrás, el 12 de octubre, otra carta llegó al Congreso de Veracruz. En ella Javier Duarte solicitaba licencia al cargo de gobernador. Le fue admitida y horas después la diputación aprobaba su separación y después maniobró la Comisión Permanente para nombrar a Flavino Ríos gobernador “interino”, violando la Constitución estatal. Entonces nadie pidió que Javier Duarte ratificara la solicitud.

A esa hora, el martes 15, la Procuraduría General de la República ya tenía copado el Congreso de Veracruz. Falsa o no, la misiva hacía suponer que el gobernador con licencia podría presentarse y ahí se le haría efectiva la orden de aprehensión.

Revisaban incluso los vehículos de diputados y personal de la Legislatura que le son afines a Javier Duarte. Hurgaban en las cajuelas. Detectaban cualquier pista que pudiera ubicar al prófugo de la ley.

Pero Javier Duarte no llegó.

Otras voces asumen que el objetivo de Javier Duarte no era reasumir el gobierno de Veracruz. Su fin fue sacudir a Flavino Ríos Alvarado, el gobernador interino, su tapadera y cómplice, que en la víspera pactó con el yunismo, con los alcaldes de oposición que aceptaron liberar el palacio de gobierno y Casa Veracruz, la residencia oficial, a cambio de que el titular de Sefiplan, Antonio Gómez Pelegrín, fuera cesado.

Así, los últimos dineros de origen federal, sin contar con los que fueron malversados en el microgobierno de Flavino Ríos, quedaron bajo control del acérrimo enemigo de Javier Duarte, su verdugo y sucesor, Miguel Ángel Yunes Linares, al ser designada Clementina Guerrero García, integrante del equipo de transición de Yunes azul, como nueva titular de Sefiplan.

Si Flavino no hubiera pactado, habría entrega el Sexto Informe con el palacio de gobierno tomado por los alcaldes de oposición.

Así de trivial es la política en Veracruz. Se sacude el Congreso, se aceleran las corrientes políticas, los cimbra una carta apócrifa o falsa, quizá no tanto, con la que dan crédito a que un fantasma camino a prisión regrese al poder.

Política de vodevil, farsa y tragedia.

Archivo muerto

A toro pasado, increpa Joaquín Caballero Rosiñol al gobierno duartista. Le traba una denuncia penal por retención de partidas federales, que suman 207 millones de pesos. Apenas si aletea cuando los ediles del PAN y PRD, uno que otro priista, ya echaron de la Secretaría de Finanzas y Planeación a Antonio Gómez Pelegrín, tras la toma del palacio de gobierno y tras apoderarse de Casa Veracruz, la residencia oficial del gobernador. Llega la denuncia de Caballero y sus 14 ediles a la Procuraduría General de la República y acusan el desvío del dinero que procede de la Federación, lavando el rostro, maquillando sus desaciertos, su falta de visión, la nula intuición que no le permitió percibir los alcances que tendría la irrupción en palacio de Gobierno, quebrando a un régimen podrido, que roba una vez y vuelve a robar. Desoyó Caballero las voces que aconsejaban sumarse a la protesta del PAN-PRD, romper con el gobierno corrupto de Javier Duarte, heredado por 47 días a Flavino Ríos para cubrir un infame interinato. Pudo ser parte de la victoria pero Caballero se conformó con migajas financieras que le llegarán puntuales, no porque haya ido a marchar al ex DF, sino porque otros 51 alcaldes asumieron una medida de fuerza para destrabar el lío de las partidas federales. A destiempo denuncia ante la PGR al gobierno que nunca cuestionó… Depredador nato, Saúl Wade León ya no tiene qué contar. Dejó secas las arcas municipales de Minatitlán, municipio que gobierna a tras mano —formalmente es tesorero, en los hechos es el alcalde real—, cuyo ayuntamiento, dice, ya está en quiebra. “No hay recursos para pagar salarios a los empleados municipales, ni a los proveedores ni a contratistas y mucho menos para pagar el aguinaldo a la nomina de trabajadores”, dice a la prensa de Minatitlán. 70 millones en partidas federales se encuentran retenidas en la Sefiplan y en tres meses no le han trasladado un peso. “Yo creo que al no haber la remuneración correspondiente, se van a tener que tomar algunas medidas de paro en algunas áreas especificas”, dice L’enfant terrible, cuya especialidad es falsear información, engañar a la Auditoría Superior de la Federación, ocultar o disponer de 117 millones de pesos que serían para obras públicas que no se llegaron a realizar, cubriendo la fechoría con facturas que requirió a contratistas y que tampoco recibieron pago o los hicieron a destiempo, según oficio del ex director José Luis Benítez Parga, corrido de la Dirección de Obras por detallar el mega robo, cubierto con un mega engaño a la ASF. Primero desaparece Saúl Wade las partidas federales y ahora lagrimea por 70 millones que retuvo el gobierno de Veracruz. “Estamos en quiebra al igual que los 212 municipios de Veracruz”, dice El Terrible Saúl. Y cómo no si fue su mano la que destrozó las finanzas del ayuntamiento minatitleco a tal punto que hasta el cuñado de Saúl Wade se llevó sus contratos. Primero engaño y luego lloro… Acumula repudio Marco Estrada, y también basura. Hartos de los pésimos servicios públicos, el pueblo choapense se irrita y protesta. Un grupo de vecinos de la colonia Anáhuac se engalla, lleva sus residuos y se los tira en el palacio municipal. Insensible a lo que entraña esta acción, el alcalde Marco Antonio Estrada Montiel los encauza por la vía penal. Su denuncia, sin embargo, victimiza a los colonos, unifica el sentir de los habitantes de Las Choapas que repudian el gobierno zigzagueante, serpenteante, del priista que llegó bajo las siglas del PRD y no ha sabido qué hacer con el poder… Estilo y fondo, la caricatura de Naranjo fue siempre un editorial en Proceso. Despellejaba al poder, ridiculizaba al gobernante, exhibía con crudeza la desigualdad social, la inquina contra el que nada tiene. Describió magistralmente el amasiato entre Miguel de la Madrid y la corrupta dirigencia sindical petrolera, fundidos en un abrazo el presidente y Joaquín Hernández Galicia, La Quina, sonrientes mientras el capo le extraía del bolsillo la cartera. Y aquella en que José López Portillo lucía vapuleado en la esquina del ring, como un boxeador maltrecho, expresando que ya casi ganaba el pleito. Y una más en que Carlos Salinas de Gortari, con la mano en el hacha, con manchas de sangre esparcidas en el suelo, soltaba su famosa frase: “Ni los veo ni los oigo pero siempre les atino”, referencia a los crímenes de perredistas en los primeros años del Partido de la Revolución Democrática. Era agudo y verlo en su restirador de la segunda planta de Proceso, con su trazo genial y su comentario punzante, es una estampa difícil de olvidar. Murió Rogelio Naranjo el viernes 11, por la noche, víctima de un infarto mientras luchaba por su vida, aquejado por una neumonía. Se fue un pilar de Proceso, fundador de la revista de don Julio Scherer García, fallecido éste, y Vicente Leñero, y Enrique Maza. Se fue uno de los grandes moneros del periodismo mexicano…

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