El ejemplo cultural de Colombia

  • Alma Espinosa

Comencé a redactar esta columna en la mente mientras escuchaba a Jorge Humberto Melguizo hablar del Plan Municipal de Lectura, Escritura y Oralidad, de Medellín, Colombia. Hoy al leer en los periódicos que una pequeña mayoría de colombianos votó por el NO al acuerdo de paz con las FARC, siento más fuerte el compromiso de referirme al tema de la lectura y la cultura en aquel país.

Hace unos días, en el Encuentro Nacional de Mediadores de Lectura realizado en Hermosillo, Sonora, escuché a Jorge Humberto Melguizo hablar visiblemente emocionado sobre la transformación que ha habido en Medellín, Colombia, gracias a la cultura y a la creación-apropiación de espacios destinados para actividades culturales y de lectura.

Desde muy joven ha dedicado su vida a crear e impulsar proyectos para la prevención de la violencia, así como a la preservación-reconocimiento de la cultura y expresión de la población juvenil. Desde puestos políticos claves, como la Secretaría de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Medellín, logró gestionar un incremento de más de 5 por ciento del presupuesto estatal para destinarlo a aspectos culturales.

Más allá de hablar de la figura de un colombiano que, desde luego no ha trabajado solo, pretendo compartir algunos aspectos que han sido fundamentales para que Medellín, en 25 años, lograra bajar hasta un 95 por ciento la tasa de mortalidad por causas violentas.

Cobijados ahora por el Plan Municipal de Lectura, Escritura y Oralidad, los gestores culturales y mediadores de lectura se han encargado de impulsar una nueva ciudadanía, a través de la construcción y adecuación de espacios para niños y jóvenes, principalmente, y la creación de programas que busquen la convivencia, la apreciación por la vida y el respeto por los demás.

Tal es el caso del Sistema Estatal de Bibliotecas, la Fiesta del Libro y la Cultura (antes llamada feria del libro), los Parques Biblioteca, los Jardines de Lectura Viva y otros programas que en conjunto enfrentan como desafío la construcción de una nueva ciudadanía y la convivencia, pues ésta última es uno de los “requisitos” fundamentales para vivir sin violencia y en un entorno más seguro.

Medellín, con sus actividades culturales, sociales y educativas es una muestra de la transformación que es posible lograr gracias al acuerdo de voluntades: gobierno-sociedad-iniciativa privada, cosa que parecería casi imposible lograr en México.

Aquí nos parece casi impensable que el presupuesto a la cultura rebase el 5 por ciento del presupuesto estatal y más que se ocupe al 100 por ciento en programas innovadores y enfocados a crear un verdadero cambio social.

Pienso en todo ello y me cuesta trabajo imaginar el sentimiento de Melguizo y de todas las personas que han trabajado por más de 20 años en la transformación de una sociedad sumida en la violencia y que ahora al tener enfrente la oportunidad de ser un país ejemplo, como lo han llamado los periódicos, gane una pequeña mayoría manejada desde los intereses políticos.

Es difícil reponerse a un revés de esta magnitud, pero estoy segura que Melguizo y todos los colombianos que han estado ocupados en la transformación no solo de un municipio sino del país entero, seguirán levantándose diariamente con la convicción de que solo a través de la cultura, la lectura y la educación acabarán con la violencia, la injusticia social y la violación a los derechos humanos. ¿Cuándo comenzaremos a pensar así los mexicanos?

Anteriores

Alma Espinosa

Es originaria del Distrito Federal y desde hace más de una década radica en Xalapa. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Estudió la especialidad en la Enseñanza de la lengua y la literatura en la Universidad Pedagógica Nacional Unidad Xalapa, donde actualmente es docente. Es egresada de la maestría en Literatura mexicana por la Universidad Veracruzana.

Actualmente cursa el diplomado para la Profesionalización de mediadores de lectura por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Es mediadora del Programa Nacional Salas de Lectura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha impartido talleres relacionados con el tema de la lectura y la escritura, y desde hace dos años es una de las mediadoras que dirige la sala de lectura Equinoccios.

Como periodista ha trabajado en el Instituto Mexicano de la Radio, el periódico U2000. Crónica de la educación superior, y el Departamento de Prensa de la Universidad Veracruzana. Fue gestora cultural en la USBI Xalapa. Actualmente colabora en el área de Comunicación Social del Instituto Veracruzano de la Cultura.