Tema menor

  • Mujeres Que Saben Latín

Estela Casados González

Y ahí estaba yo. Encerrada en la casetita para sufragar en secreto. Con una boleta rosa y otra de color blanco, salpicadas ambas de símbolos partidistas y nombres de personas que querían ganar la gubernatura o una curul mirreynal en el congreso local.

Y ahí estaba yo, sin saber qué hacer.

Solo para no llorar ante la desazón, me moví para sacar el celular de mi bolsillo. Por un segundo pensé que la endeble casetita se iba a caer en cualquier momento. Lento, lento. ¡Listo! Celular en mis manos.

Tomé una foto al par de boletas, entrecerré los ojos y escribí una equis en una de las tantas propuestas que ahí había. Antes de que introdujera las boletas a sus respectivas urnas, concluí que, ganara quien ganara, las mujeres en esta jornada electoral hemos perdido.

Y no. No me refiero a aquellas que han ganado un puesto en las curules bianuales. Los temas y problemas inherentes a más de la mitad de quienes formamos parte del padrón electoral fueron ignorados con un dejo que se asemeja más al desprecio que al olvido.

Dentro de las llamadas plataformas partidistas y los diez puntos del mismo rollo, fuimos quirúrgicamente invisibilizadas, como lo fueron también las personas desaparecidas, por ejemplo.

Incluso, la falta de seguridad y la creciente ola de violencia por parte del crimen organizado solo fue aludida sin que se planteara de manera seria, detallada y estratégica qué se va a hacer con el cáncer que está carcomiendo la piel de nuestra sociedad: trata de personas, extorsión, secuestro…

Ello obviando problemáticas de primer orden que están diezmando a una población veracruzana que, según datos del Coneval, en un 58% se encuentra en situación de pobreza y un 63% tiene un ingreso inferior a la línea de bienestar.

Si hurgamos un poco en los datos, observaremos que el INEGI documenta la existencia de 1,983,543 hogares veracruzanos, de éstos 527,169 cuentan con jefatura femenina. ¿Cuántos de esos hogares están empobrecidos? ¿Cuántos hogares empobrecidos tienen como jefa de familia a una mujer? Esa, desde luego, no es una pregunta que importe a quienes sí saben de política.

El tema que políticamente importa es procesar penalmente al titular de la administración saliente. Con esa promesa de campaña es suficiente. Parafraseando la máxima gardeliana, 24 meses son nada y, si nos va peor en el siguiente periodo de gobierno, el tiempo pasa rápido.

Prácticamente ninguna persona que contendía en las elecciones dijo qué hará con las recomendaciones hechas por la Secretaría de Gobernación a partir de la Solicitud de Alerta de Violencia de Género para el estado de Veracruz.

Al contrario, desvirtuaron lo que este mecanismo legal implica para salvaguardar la vida y los derechos de las mujeres. Mintieron y manipularon información al respecto con vulgaridad misógina. “Todo sea por los votos”.

Poco les importó que, en lo que va de 2016, a 64 veracruzanas les fuera arrebatada la vida y que de estos hechos 51 casos fueran feminicidios.

Las candidatas y candidatos a la gubernatura y diputaciones locales, tan beligerantes ellos y ellas, ignoraron olímpicamente que en este año electoral 147 mujeres han desaparecido en la entidad y que 437 ciudadanas fueron víctimas de diferentes tipos y modalidades de violencia.

Es frecuente escuchar que los temas de mujeres deben subsumirse a los intereses de la población en general, en pos de un bien común; que no deben ser distractor de aquello que realmente interesa a la nación. Que le bajemos dos rayitas, pues. Ya vendrán tiempos mejores. Ahora lo que importa es la reconciliación y la paz social.

¿Hay reconciliación y paz cuando están matando a aquellas que habitan la entidad? ¿Cuando ultrajan y asesinan a centroamericanas que atraviesan nuestro estado en busca del “sueño americano” y se encuentran con la “pesadilla veracruzana”?

Con poco oficio, ciudadanía y clase política centran su atención en lo inmediato. Se confunde lo nodal con lo urgente. Hacer política se asemeja a un carro de bomberos que quiere apagar incendios sin lograr destruir el combustible que alimenta al fuego.

Viene un trabajo intenso para las ciudadanas que creemos que hacer política consiste en garantizar la vida y los derechos de la población, trabajando en aquellas acciones que permitan resolver a fondo la situación paupérrima en la que se encuentra la entidad.

La feminización de la pobreza, de la inseguridad y la violencia debe atenderse con acciones puntuales y estratégicas que permitan su resolución.

Ahí están las leyes, perfectas, de vanguardia. Igual sucede con los protocolos y reglamentos, cuando éstos existen. En el papel está garantizada la igualdad entre hombres y mujeres, así como el respeto a la vida y los derechos de las ciudadanas.

Nunca en la historia política de este país y de este estado se han garantizado nuestros derechos como una graciosa concesión de quienes nos gobiernan; tampoco se han respetado las leyes que nos amparan. Siempre hemos tenido que luchar para que esto sea realidad tangible.

En la segunda década del siglo XXI la historia se repite. ¡Mujeres, vayamos por nuestros derechos!