Voto de consciencia frente a más de lo mismo

  • J. Enrique Olivera

Sepultadas por el lodo, si alguna vez existieron, han quedado propuestas concretas sobre el qué hacer, cómo y con qué encauzar el rescate de Veracruz. Para vergüenza de todos, la sociedad veracruzana se ha dejado envolver por una guerra de intercambio de detritus ético y moral, en un proceso electoral que, desde sus orígenes y a 20 días escasos de la elección del sucesor del gobernador fallido, no ha aportado nada positivo que merezca destacarse a un ejercicio presuntamente democrático. Lo único que deja en la ciudadanía es un mal sabor de boca al constatarse el desprecio a la inteligencia de los veracruzanos por parte de una clase política corrupta, oportunista y ajena a los más caros intereses de una entidad federativa hoy postrada y sin esperanzas.

Nadie se salva. Unos por comisión y otros por omisión, partidos y candidatos a la gubernatura han exhibido públicamente sus miserias, evadiendo el necesario compromiso para con la búsqueda de soluciones viables a la problemática toral de un Veracruz que se desliza en el tobogán de la desigualdad,  la pobreza, la inseguridad y pérdida de expectativas de bienestar y progreso.

La sola posibilidad de un cambio para bien por la vía electoral, no se vislumbra. Los electores están frente a la disyuntiva de elegir de entre los peores al menos peor, siempre en el marco del más de lo mismo resultado de un régimen político caduco que ya transita por los caminos de la obsolescencia.

Incluso Morena, partido de nueva creación, se ubica en tal tesitura.  Su candidato no logra substraerse  del lastre de una más que justificada pérdida de confianza y credibilidad en la política, en los partidos políticos y en una llamada clase política que no ve más allá de los intereses personales o de grupo, motivo y razón de su quehacer social.

Lo comentamos en el pasado reciente. Un movimiento social de largo aliento, como el de regeneración nacional, una vez transformado en partido político queda sujeto a las reglas del juego de la partidocracia dominante; atado de manos y en un proceso constante de alejamiento de su origen como ente social de lucha y resistencia frente a un neoliberalismo que no por encontrarse en agonía como expresión del capitalismo salvaje del siglo XXI, ceja en sus propósitos privatizadores y empobrecedores de las mayorías.

Señalábamos que la elección del 2016 habría que considerarla como prolegómeno de la del 2018, en la que se enfrentaría un nuevo proyecto de nación impulsado por Morena al modelo neoliberal transexenal de Peña Nieto. A la luz de lo que se vive hoy día en Veracruz, deterioro galopante de la vida económica y social acompañado de niveles inéditos de descomposición política, tal confrontación se desdibuja en todo el ámbito nacional, pareciendo que todo se reduce a simple ajuste mafioso de cuentas en las altas esferas de una partidocracia al servicio de los poderes fácticos, trasnacionales, domésticos e incluso aldeanos cacicazgos.

Ya no es la búsqueda del poder por el poder mismo, ahora todo indica que la manzana de la discordia es el botín en una insana competencia por la acumulación de riqueza entre la llamada clase política y los detentadores del poder real, el capital especulativo. El pragmatismo coyuntural se impone por sobre tareas de Estado de largo aliento; subordinándose el bien común al afán desmedido de lucro marcado por el libre mercado que todo trastoca.

En este pesimista escenario,  el próximo 5 de junio los electores, hoy simples convidados de piedra, habrán de enfrentarse a su propio nivel de consciencia y voluntad de cambio actuando en consecuencia en las urnas; de cómo se vote  dependerá no necesariamente un cambio para bien, este está descartado de antemano, sino fundamentalmente,  el que la ciudadanía pueda expresarse libremente manifestando su rechazo al actual estado de cosas y su deseo implícito de intervenir en la toma de decisiones en todo aquello que le compete.

Si hasta el cansancio se ha dicho basta, que sea en las urnas en el que el descontento y el hartazgo cobren vigencia plena de manera consecuente. Será el sufragio mayoritario el que determine si los veracruzanos nos conformamos con el más de lo mismo o estamos dispuestos a participar en favor de un proceso de transformación y cambio que saque a la entidad de su actual marasmo. Determinación que implícitamente conlleva el no permitir que una vez más la voluntad popular sea escamoteada y manipulada por los delincuentes electorales de siempre; desde ya hay que preservar el derecho a la libre elección evitando la intromisión del clásico “mapache” y su compra de conciencias. No más explotación electoral de pobreza e ignorancia, de la ciudadanía depende.

Hojas que se lleva el viento

Ignorantes, calificó Duarte de Ochoa a quienes se oponen a la criminalización del aborto. Y en la misma frecuencia, Héctor Yunes Landa, candidato del PRI y sus satélites a la mini gubernatura de dos años, se declara a favor de la vida desde la concepción hasta la muerte, doblando las manos frente al poder eclesiástico e identificándose con lo más retrógrado y conservador del PAN, así como rompiendo generacionalmente con la juventud progresista de la entidad. En un tema tan controversial, el senador con licencia calladito se hubiera visto más bonito.

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J. Enrique Olivera

Como reportero laboró en los diarios, “Tiempo” y “El Imparcial de Xalapa”, del que fuera jefe de redacción. Fundando más tarde el boletín diario de noticias “Correo de la Noche” y la revista “Análisis”, en la capital veracruzana.  

Se incorporó a la Confederación Nacional Campesina, participando como delegado del CEN en el Plan Chontalpa, Tabasco. En el sector público federal prestó sus servicios como Sub residente de promoción social y económica de la Comisión del Grijalva en el Plan Balancán-Tenosique; Subdelegado de organización de la SRA en Quintana Roo y Yucatán; Supervisor técnico en el sureste del Fideicomiso de Organización y Capacitación campesina del BANRURAL; Jefe de la Unidad de Supervisión y control de la Delegación de la Secretaría de Programación y Presupuesto en Yucatán; Director de Evaluación Regional en la Subsecretaría de Evaluación de la SPP; Gerente del Banco Nacional Pesquero y Portuario para los estados de Yucatán y Quintana Roo; Delegado federal de Pesca en Quintana Roo; Responsable de promoción de proyectos productivos pesqueros, en la Comisión Intersecretarial para la atención de La Chontalpa y Región Lagunar del Estado de Tabasco. 

También se desempeñó como Jefe de la Unidad de Supervisión del Comité Promotor de Desarrollo de Yucatán, Director de Fomento Industrial en el gobierno del estado de Yucatán, y como Secretario Estatal de Pesca en el de Quintana Roo.

Retomando el periodismo actualmente edita el Semanario en línea Pulso crítico y como articulista independiente  sus colaboraciones se publican en diversos medios digitales en el internet.