Los policías compran libros y leen… en Bogotá

  • Alma Espinosa

Para visualizar mejor la situación del país, ser conscientes de lo que sucede a nuestro alrededor y ser capaces de hacer una autocrítica, es mejor hacerlo desde fuera. Desde otro país en el que es imposible no hacer comparaciones y tratar de medir quién es mejor (o quizá lo real es pensar: quién está peor).

Hace unos días tuve la oportunidad de viajar a dos ciudades de Colombia y en ambas me gustó ver una gran cantidad de librerías, bibliotecas y libros colocados estratégicamente en lugares públicos, como restaurantes y bares. ¡Todos al alcance!

Lo que me dejó sorprendida y emocionada fue que en la Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) era común ver en los pasillos, stands y zonas de lectura a policías. Sí, eran policías viendo y comprando libros.

Policías cargando bolsas que contenían libros de todo tipo. Por lo que alcancé a ver tenían libros de temas relacionados con el medio ambiente, novelas, cuentos, comics, superación personal, narcotráfico e historia.

Sin importar sus preferencias literarias o cuántos libros leen al año (pregunta por demás gastada y fastidiosa), los policías platican de libros con otros lectores y son parte de la comunidad que convive en paz y en armonía con los habitantes.

A diferencia de los policías mexicanos, específicamente veracruzanos, los colombianos solo iban armados con bolsas de libros y caras tranquilas. Jamás vi a un policía armado y su semblante amable me dio la confianza de acercarme para pedirle indicaciones para llegar a un lugar.

La historia de violencia y narcotráfico les llegó a ellos primero que a nosotros. Ellos ya están en un proceso de paz que se refleja en todos lados. Nosotros no. En la FILBo fue evidente: había espacios dedicados a hacer conciencia sobre las víctimas y victimarios de la guerra; sobre lo que implica el proceso de paz; muros para expresar ideas y mensajes a los involucrados, y para reconocer la labor de los cuerpos policiales. En fin, un respeto y reconocimiento que el poder judicial mexicano no se ha ganado. ¿Qué tenemos en nuestras ferias de libros?

Quizá la cultura, esa a la que se le disminuyen siempre los presupuestos de por sí magros, sea la respuesta. Decenas de países han demostrado que cuando se invierte en cultura y educación tienen una sociedad menos violenta, pero al parecer no queremos verlo y mucho menos queremos hacerlo. ¿Cuándo vamos a reconocer que la respuesta está en la lectura, el arte y la educación, y no en las armas?

Anteriores

Alma Espinosa

Es originaria del Distrito Federal y desde hace más de una década radica en Xalapa. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Estudió la especialidad en la Enseñanza de la lengua y la literatura en la Universidad Pedagógica Nacional Unidad Xalapa, donde actualmente es docente. Es egresada de la maestría en Literatura mexicana por la Universidad Veracruzana.

Actualmente cursa el diplomado para la Profesionalización de mediadores de lectura por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Es mediadora del Programa Nacional Salas de Lectura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha impartido talleres relacionados con el tema de la lectura y la escritura, y desde hace dos años es una de las mediadoras que dirige la sala de lectura Equinoccios.

Como periodista ha trabajado en el Instituto Mexicano de la Radio, el periódico U2000. Crónica de la educación superior, y el Departamento de Prensa de la Universidad Veracruzana. Fue gestora cultural en la USBI Xalapa. Actualmente colabora en el área de Comunicación Social del Instituto Veracruzano de la Cultura.