El hartazgo debe pasar de lo oral a lo electoral

  • Jorge A. González

Miles de personas en el World Trade Center (WTC) este domingo 13 de marzo. Camiones repletos de gente foránea. Hombres con sombrero y botas; mujeres del campo con sombrillas que cubren sus cabezas del fuerte sol. Niños con el refresco y torta en mano que sonríen como nunca.

Todos se deslumbran ante la inmensidad del azul del mar en el bulevar, la magnitud de altos edificios y las plazas comerciales con todo los objetos y prendas que sueñan tener y sólo ven por televisión.

Salir del rancho, del pueblo, no les parece mal, y más si es gratis y les dan de comer. Ellos no pueden perder esta oportunidad, un paseo con todo pagado sólo se presenta cada tres o seis años. Cómo negarle el apoyo a un partido que les cumples sus sueños y sus deseos, aunque sea por un sólo día.

Sí, me refiero a ellos, a los acarreados del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que ya deambulan por el asfalto al rededor del centro de convenciones. ESTÁN LISTOS  para gritar loas y a plausos en favor de Héctor Yunes Landa, en la Convención de Delegados en la que Manlio Fabio Beltrones, líder nacional del PRI le tomó protesta como candidato a gobernador de Veracruz.

Pero también están los otros: los que van obligados, los que van por convicción, los que van por interés y los que van pero no saben a qué van.

Son ellos, conscientes o inconscientes los que siempre le dan la victoria al PRI. El hartazgo ciudadano del que hablamos y escuchamos en las calles no es más que una manifestación de inconformidad, que pocas veces llega al dicho pero no a las urnas.

A veces no nos explicamos porqué siempre gana el partido tricolor si todo mundo lo repudia. Y hay una respuesta sencilla para eso: hasta que nuestra inconformidad, nuestro hartazgo deje de ser oral y se convierta en electoral, las cosas van a cambiar.

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