Enemigos de la Universidad

  • Rafael Arias Hernández

#Todos somos UV

No, los peores enemigos de la Universidad, o de la educación superior pública  y gratuita no son  ignorancia, enajenación e intolerancia; ni los radicales de derecha o izquierda, reaccionarios o libertadores, conservadores y “persignados”; tampoco, los  son los presuntuosos elitistas y excluyentes, que se sienten “elegidos”, selectos y privilegiados.

A propósito de lo que se vive. Permítaseme por esta vez, no hablar de cifras y estadísticas, situación y consecuencias económicas y administrativas. No se necesita ser experto en finanzas o educación superior; ni especialista en organización, estructura y funciones organizacionales.

Por ahora, permítaseme simplemente breves reflexiones,  sobre  algunas razones y derechos, actitudes y costumbres conocidas y padecidas.

Los peores enemigos de la Universidad, son los simuladores que dicen respetarla y la agreden y denigran; los que  dicen defenderla y la atacan y  debilitan. Los que hablan de apoyar y acaban por socavar. Todo para aprovechar o sacar ventaja de acuerdo a sus muy particulares intereses  políticos, económicos o sociales. Incluyo adictos a  foto, reflectores, boletín  y  declaraciones llenas de promesas incumplidas.

Esos que aseguran ser comprensivos, eficientes y congruentes en el desempeño de  cargos públicos que se les han confiado. Cuando en la realidad real, los hechos demuestran el tamaño del daño de su ineptitud e irresponsabilidad, de su mediocridad o perversidad.

Los mismos que, como ya es del dominio público,  juran y perjuran supuesta obediencia y lealtad sin límites al “jefe”, para protegerse y  refugiarse en la ineficiencia y la delincuencia gubernamental, de la mala y peor administración, así como del mal gobierno.

Para hacer y deshacer, para sacar provecho y ventaja. Ocasionando situaciones conflictivas perjudiciales a la sociedad  para que, a fin de cuentas,  ellos y otros, compliquen aún más los problemas, beneficiándose  de ello, sobre todo subordinados o empleados,  caracterizados por una carrera convenenciera o por simple disposición oportunista de servilismo, abyección y perversidad.

Amos y concesionarios de la “licuadora presupuestal”,  que no dudan en afectar lo que es de todos, disponer del bien común, manipular la ley,  hacer, revolver y deshacer  presupuestos, así como condicionar, ordeñar, disminuir y desaparecer asignaciones, aportaciones, subsidios y apoyos anunciados y aprobados, conforme a derecho y a prioridades y necesidades sociales. 

La Universidad pública desde siempre ha tenido enemigos, oponentes y saboteadores. Unos y otros han argumentado diversas razones para atacarla y denigrarla, desaprobarla y debilitarla, estancarla y hasta desaparecerla.

Desde esta perspectiva no es difícil encontrar que, en el fondo la mayoría, por no decir todos, en el fondo han tenido y tienen un denominador común para atacarla y debilitarla, mismo que está vinculado al interés económico que defienden y representan.

Esta es y ha sido siempre, en última instancia, una de las principales razones de la lucha por y contra la Universidad, junto a motivaciones ideológicas, religiosas o políticas de dominación y control; tanto del saber y su puesta en práctica, como de exaltación, organización y movilización social.

En su caso, forma y estructura de barbarie, vinculada sobre todo, con el seguimiento y  control  de la información y del conocimiento, de su teoría y aplicación, de ciencia y tecnología, así como orientada a bloquear e impedir el desarrollo de habilidades y capacidades de la población.

Y también, lucha de apropiación, de la fuente de servicios y  nicho de mercado que representa. Común para algunos beneficiarse o sacar ventaja de su irresponsable  comercialización; o como siempre, en otros campos económicos, políticos y sociales, simplemente aprovecharse de la ignorancia y deformación del conocimiento.

A todo esto. Últimamente, habría que agregar las innumerables ventajas y beneficios que resultan para algunos, el manejar y disponer discrecional y libremente,  de instituciones y recursos gubernamentales; del uso y abuso del presupuesto oficial, para favorecer o perjudicar a conveniencia.

A estos, concretamente en los gobiernos, hay que hacer responsables de  inconformidad  y  descontento social, ocasionados  y agravados, tanto por la falta de oportunidades, como el limitado acceso a las Universidades y la educación pública, gratuita y de calidad. Inconformidad y descontento  que se intensifican y complican con más limitaciones y sacrificios sociales.

Son ellos, dignas excepciones aparte,  amos y señores de la burocracia, tanto irresponsables y demagogos, como oportunistas y convenencieros. Ineficientes e intocables, responsables  o causantes del nacimiento y crecimiento de la desobediencia y la resistencia civil.

No solo por falta de atención y solución pertinente y oportuna, sino también por la arbitrariedad y abuso, al cancelar o limitar valiosas oportunidades existentes, mismas que se reducen o desaparecen por falta de  entrega, en cantidad y a tiempo, de los recursos aprobados y presupuestados; o que se encarecen y comprimen por la falta de apoyo institucional que se manipula, condiciona o reduce arbitrariamente.

Por fortuna, muchos de los enemigos de la Universidad son identificados, enfrentados y combatidos,  por otros y otras que tienen presente la conciencia, responsabilidad y valor de defender,  lo que es de todos los presentes y de las generaciones futuras.

Ellos y ellas están al “pie del cañón”, en la defensa activa y en la lucha permanente por el bien común, el interés social. Pocos y contados, pero responsables y solidarios, no pueden ni van a estar solos en la defensa de la Universidad y la educación superior pública y gratuita.

Justo es decir que tanto enemigos, como defensores no son todos, ni siquiera los más. 

En contraste, preocupa que muchos, la inmensa mayoría no reaccionamos ante  despojos y  pérdidas, ocasionados por la impune ineficiencia y delincuencia gubernamental.

Demasiados. No asumimos oportuna y plenamente nuestras responsabilidades y, consecuentemente, las situaciones se agravan y complican, aumentando limitaciones y sacrificios sociales. Desinterés,  pasividad y silencio apoyan y fortalecen a enemigos de la Universidad y del Estado de Bienestar.

Hay que alertar y avisar, recordar y sensibilizar para que cada quien haga lo que considere debe hacer.

Por cierto. Increíble. Por años cobraron y ahora resulta que no aparecen más de 2 mil aviadores en la Secretaria de Educación en Veracruz. Como “el monje loco, nadie supo, nadie sabe y nadie sabrá”.

*AcademicoIIESESUV

@RafaelAriasH

Facebook: VeracruzHoydeRafaelAriasHdez  

Anteriores

Rafael Arias Hernández

Actualmente es Investigador del IIESES y maestro de la Facultad de Economía de la UV.

Cuenta con  Licenciatura en Economía, por la Universidad Veracruzana. Obtuvo mención honorífica Cum Laude.  Maestría en Economía con especialización en Desarrollo Regional y sub especialización en Historia del Pensamiento Económico. Salt Lake City, Utah. USA. Diplomado por la U.V. en “Habilidades del Pensamiento”.  Alta Dirección AD2 Instituto Panamericano de Alta Dirección de Empresas. (IPADE). Becario en los programas Lincon-Juárez y LASPAU.  Asesor académico y maestro de Enseñanza Media, Esc. De Bachilleres Noc. “Art. 3º Constitucional”, Xalapa, Ver. Maestro en la Facultad de Economía, y de la Maestría en Desarrollo Regional. Historia Económica, Desarrollo Económico, Desarrollo Regional, Taller de Investigación, Metodología, Habilidades del Pensamiento y otras cátedras. Maestro en “Técnicas de Debate” de la maestría en Acción Política y Administración Pública, de la Universidad Anáhuac. Xalapa, Ver.

Director General Técnico y Secretario General de la Universidad Veracruzana.

En el Gobierno Federal, fue Delegado Estatal de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial en Veracruz, y Director de Desarrollo Regional en SPP. En el Gobierno del Estado de Veracruz ha sido Asesor Económico, Jefe de Prensa y Comunicación Social, Director General del Instituto Veracruzano de Cultura, Director General de Industria, Comercio y Estadística, Coordinador de Participación Ciudadana, Coordinador Ejecutivo del Comité de Planeación para el Desarrollo (COPLADEVER). SEFIPLAN, (2010)

Miembro de diversas Asociaciones Civiles y ciudadanas, como el Colegio de Urbanistas y Planificadores, el Colegio de Economistas; la Fundación Cambio XXI A. C.; y de la Fundación Colosio A.C. Colaborador de diversas revistas y publicaciones académicas. Articulista de diversos periódicos, y de otros medios de comunicaciones nacionales, estatales y municipales.