La escuela: una lápida para la lectura

  • Alma Espinosa

La escuela es el lugar ideal para hacer amigos, conocer algunas cosas, tener nuestro primer amor y para echar a perder las experiencias gratificantes que tuvimos con la lectura cuando aún no sabíamos leer y nuestros papás nos contaban cuentos antes de dormir.

Pareciera ser tajante tal afirmación, pero es que conozco pocas, muy pocas –hasta las cuento con una sola mano– experiencias gratificantes con la lectura en la etapa escolar. La magia de los cuentos nocturnos se esfumó con las primeras clases de primero de primaria en las que la lectura literaria está ausente.

La causa de este mal es solo uno: los maestros no son lectores. Nada tienen que ver los salarios, que la Secretaría de Educación Pública proporcione o no un acervo, y menos aún que no se contemple la lectura en las decenas de reformas educativas. Los docentes solo leen en función de sus clases y, en algunos casos, leen superación personal, pero es difícil verlos leyendo un libro de literatura.

La realidad es que los docentes no leen y por ende no pueden transmitir esa pasión que despiertan los libros. Tampoco tienen idea qué tipo de libros leer para ellos ni para sus alumnos según sus intereses y proyección.

Hace unos días escuché que en una escuela han estado organizando varias actividades para juntar dinero y comprar libros. La idea iba bien hasta que se les preguntó qué tipos de libros comprarían con lo recaudado y la respuesta fue más que lapidaria: los más baratos, esos que venden en las tiendas donde encuentras trastes de plástico, cajas y todo lo que se te ocurra.

La intención no es suficiente. La compra de un acervo para una escuela no es equiparable a comprar pelotas o botes de resistol. La adquisición de libros debe realizarse tomando en cuenta principalmente la calidad del texto, posteriormente el tema, las ilustraciones y la edición.

No quiero imaginar qué decepción se llevarán los niños de esa escuela cuando vean en su biblioteca libros con historias sosas, mal ilustrados y con un lenguaje que en vez de beneficiarlos podría confundirlos. Quien no lee no sabe seleccionar libros para él ni para los demás. Así de sencillo.

¿Qué hacer en la semana?

Las principales actividades que ofrecen los recintos culturales el primer mes del año son exposiciones. En el puerto de Veracruz recién se inauguraron dos exposiciones emblemáticas. La primera es “Tierra prometida” del fotógrafo brasileño Rodrigo Albert. Por primera vez el Recinto Sede del Instituto Veracruzano de la Cultura exhibe en su fachada obra artística, pues al ser un edificio histórico no se había dado este salto que todo hace indicar será del agrado de los paseantes. Se trata de fotografías de gran formato producidas en Argentina, Brasil y México.

Desde la isla de Cuba nos llega la muestra del Taller experimental de gráfica de La Habana. Con una gran tradición al haber formado varias generaciones de artistas, la exposición está conformada por la obra de los artistas contemporáneos del Taller: Manuel López Oliva, Ángel Rivero, Julio Cesar Peña y Rubén Rodríguez. Ambas muestras se encuentran en el Recinto Sede del IVEC, ubicado en Canal esquina Zaragoza, en el Centro histórico de Veracruz.

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Alma Espinosa

Es originaria del Distrito Federal y desde hace más de una década radica en Xalapa. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Estudió la especialidad en la Enseñanza de la lengua y la literatura en la Universidad Pedagógica Nacional Unidad Xalapa, donde actualmente es docente. Es egresada de la maestría en Literatura mexicana por la Universidad Veracruzana.

Actualmente cursa el diplomado para la Profesionalización de mediadores de lectura por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Es mediadora del Programa Nacional Salas de Lectura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha impartido talleres relacionados con el tema de la lectura y la escritura, y desde hace dos años es una de las mediadoras que dirige la sala de lectura Equinoccios.

Como periodista ha trabajado en el Instituto Mexicano de la Radio, el periódico U2000. Crónica de la educación superior, y el Departamento de Prensa de la Universidad Veracruzana. Fue gestora cultural en la USBI Xalapa. Actualmente colabora en el área de Comunicación Social del Instituto Veracruzano de la Cultura.