Veracruz, la lección de la abuela

  • J. Enrique Olivera

Vagos recuerdos de mi niñez vienen a mi memoria en estas tardes lluviosas de un Xalapa impredecible, por su veleidoso clima y porque uno nunca sabe cuál va a ser la declaración del día de quien se dice manda o gobierna Veracruz. Reunidos en torno a la cama de mi abuela, anciana heredera de la sabiduría del pueblo náhuatl, media docena de primos y quien esto escribe, embelesados escuchábamos de ella mil y un historias lo mismo de la revolución y los sufrimientos del pueblo trabajador que de las andanzas del abuelo Miguel como sindicalista y luchador social. Las frías y húmedas tardes invernales en Santa Rosa, hoy Ciudad Mendoza se prestaban para ello, despertando en nuestra niñez imaginación y deseo por conocer más del México bronco y su expresión obrera en la región. La asistencia casi obligada a las veladas culturales que entonces promovía y auspiciaba el sindicato de la fábrica, acicateaban esta infantil curiosidad al escuchar la fogosidad de los oradores.

De estos recuerdos viene a mi memoria una lección que nunca dejaba de repetir la abuela: “… nunca gastes más de lo que ganas y si lo haces, no te presentes en público con los zapatos rotos y lustroso el fondillo del pantalón”, pues la gente no va a juzgar tu miseria sino tu ignorancia.

Sabia lección de economía doméstica que proyectada al mundo de la política y los negocios, deja entrever cuánta razón asiste en múltiples ocasiones al sentido común, por sobre rebuscadas teorías que juzgan a este de escasas luces y poco entendimiento hermano menor de la filosofía. Como te ven te tratan, juzgando no tu escaso bagaje pecuniario sino tu ignorancia para administrar con relativo éxito tu magra economía.

Lección nacida de la sabiduría popular que el Sr. Dr. (en economía) Javier Duarte de Ochoa, gobernador de Veracruz, jamás ha escuchado o pasa por alto en sus afanes triunfalistas exhibidos hasta el cansancio en el discurso oficial sin sustento. No preocupa tanto a los veracruzanos el saber que la economía estatal atraviesa por un bache de respetable dimensión, ya se ha pasado por esto en múltiples ocasiones obligando a todo mundo a apretarse el cinturón, lo que preocupa y es cada vez mayor el consenso que a ello concita, es el hecho de que su gobernante no acepta ni actúa en consecuencia ante eventos que ponen a flor de piel la profundidad de la crisis que hoy aqueja a la entidad.

No estaría de acuerdo si dejándose llevar por prejuicios y especulaciones, se pensara que el gobernante actúa de mala fe o movido únicamente por aspiraciones tan mundanas como mezquinas como el acumular riqueza a costa de sus gobernados. Sería una interpretación muy ligera y lineal de su desempeño al frente de la administración pública. Empero, a mi juicio, el Sr. Dr. si exhibe ignorancia lo mismo en los terrenos de la política que en los de orden económico y social. Mostrándose ante su pueblo con los zapatos rotos y lustrosos los fondillos de su pantalón,  evidenciando  no saber administrar con inteligencia y buen juicio, lo mismo el capital político que los recursos presupuestales que el pueblo de Veracruz y de México le han confiado.

En lugar de humildad para aceptar los hechos, exhibe soberbia negándolos, no obstante que la realidad le desmiente día con día; el discurso simplón o la declaración banquetera no tapan el sol con un dedo ni contribuyen a tapar el pozo tras el niño ahogado. Números duros, que devienen de la estadística oficial de la Federación, o de los análisis serios de estudiosos e investigadores de la Universidad Veracruzana, como el Dr. Hilario Barcelata Ramírez, entre otros, nos hablan de que más que zapatos rotos, lo mismo en finanzas públicas que en la economía estatal en su conjunto, lo que se exhibe y debemos observar, entender y juzgar es la proximidad de un colapso sin precedente.

 El triunfalismo sin sustento tiene límites. Percepción es política y cuando ésta rebasa los límites permisibles de credibilidad y confianza que la sociedad se da, las consecuencias son de orden político, como política es la respuesta de un pueblo cansado, descontento y harto de escuchar día con día la misma retahíla de mentiras o, en el mejor de los casos, medias verdades y medias mentiras trasmitiendo el falso mensaje de que vamos bien, aquí no pasa nada, cuando en la desfondada nave las llamas alcanzan ya a los aparejos. Esta respuesta no espera a manifestarse en las urnas en junio próximo, se da ya de manera constante y en crescendo a lo largo y ancho de la entidad, sin que por parte del poder público sea escuchada y atendida.

Se cosecha lo que se siembra.

El S. Javier Duarte de Ochoa cosecha lo que ha sembrado a lo largo de cuatro años de ineptitud, despilfarro, corrupción y pésima administración; es el que gobierna pero no el que manda, se dice  al comentar la composición espuria de candidatos del PRI a la diputación federal y la presunta injerencia de su antecesor y padrino en el palomeo de las listas de beneficiarios.

Frente a propósitos y objetivos implícitos o explícitos del proceso electoral en curso, la llamada sociedad civil para el gobernante es mirón de palo, infante de lento aprendizaje cuya opinión ni pesa ni cuenta en la toma de aquellas decisiones que le competen y hoy lastiman.

Lo que sí cuenta es el voto para satisfacer la demanda presidencial, y de ahí el proselitismo ramplón asegurando por anticipado bajo la luz de los reflectores públicos el triunfo del partido en el gobierno, aunque para la democracia secuestrada o la ingente necesidad de enderezar el rumbo, el sufragio sea irrelevante. Y es que en la búsqueda tardía del voto que le avale, el Sr. Dr. en economía (ya dudo de que lo sea), el priísta Javier Duarte de Ochoa se vanagloria mediáticamente de que Veracruz va a la cabeza en la generación de nuevos empleos cuando la realidad muestra que es todo lo contrario, el estado  como los números duros indican, está a la cola entre las 32 entidades federativas de México en este rubro, como también en muchos otros en los que se nos quiere vender la idea de un Veracruz de pie, próspero y pujante.

Frente al desastre no aceptado por el poder público estatal, me quedo con la lección de la abuela. A nada bueno conduce gastar más de lo que nuestros ingresos lo permiten. Cualquier ama de casa lo sabe, en ello radica la fortaleza de la mujer trabajadora que con inteligencia y buen juicio,  administra la economía familiar en un país en el que trabajo humano y salario son permanentemente devaluados y expoliados.

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J. Enrique Olivera

Como reportero laboró en los diarios, “Tiempo” y “El Imparcial de Xalapa”, del que fuera jefe de redacción. Fundando más tarde el boletín diario de noticias “Correo de la Noche” y la revista “Análisis”, en la capital veracruzana.  

Se incorporó a la Confederación Nacional Campesina, participando como delegado del CEN en el Plan Chontalpa, Tabasco. En el sector público federal prestó sus servicios como Sub residente de promoción social y económica de la Comisión del Grijalva en el Plan Balancán-Tenosique; Subdelegado de organización de la SRA en Quintana Roo y Yucatán; Supervisor técnico en el sureste del Fideicomiso de Organización y Capacitación campesina del BANRURAL; Jefe de la Unidad de Supervisión y control de la Delegación de la Secretaría de Programación y Presupuesto en Yucatán; Director de Evaluación Regional en la Subsecretaría de Evaluación de la SPP; Gerente del Banco Nacional Pesquero y Portuario para los estados de Yucatán y Quintana Roo; Delegado federal de Pesca en Quintana Roo; Responsable de promoción de proyectos productivos pesqueros, en la Comisión Intersecretarial para la atención de La Chontalpa y Región Lagunar del Estado de Tabasco. 

También se desempeñó como Jefe de la Unidad de Supervisión del Comité Promotor de Desarrollo de Yucatán, Director de Fomento Industrial en el gobierno del estado de Yucatán, y como Secretario Estatal de Pesca en el de Quintana Roo.

Retomando el periodismo actualmente edita el Semanario en línea Pulso crítico y como articulista independiente  sus colaboraciones se publican en diversos medios digitales en el internet.