“Política del conocimiento”

  • J. Enrique Olivera

Amigo lector, ¿no está de acuerdo con mi maquinazo? ¿Considera que con una clase política culta le iría mejor a México? Cuestión de enfoques mi estimado. Lo que habría que definir es que debemos entender  por “política del conocimiento”, concepto al que hace referencia Eduardo de la Torre Jaramillo, no sin antes considerar qué debemos entender por conocimiento en la política para entender el porqué para el autor de “François Hollande/Edgar Morin: diálogo sobre la política “, es asignatura pendiente en el bagaje cultural de la mayoría de nuestros políticos; empezando por preguntarnos: ¿que conocimiento?, ¿conocimiento para qué? Y ¿para que sociedad y al servicio de quien estaría éste?

Sin una respuesta racional a estas interrogantes, a mi juicio estaríamos hablando de una abstracción, habida cuenta de la amplitud y complejidad que en sí misma encierra la palabra “conocimiento”.

Política del conocimiento no significa lo mismo que conocimiento de la política entendida esta bien como dominio de la teoría que como praxis resultado de la experiencia.

Atendiendo al texto de Eduardo de la Torre, el conocimiento de la política debería estar subordinado a una política concreta, la del conocimiento; en un lugar y en un tiempo determinado, así como en el marco ideológico en el que anida,  para saber de que se trata esta última. Lo cual el autor no especifica.

Es por ello que en el maquinazo al que usted refiere su desacuerdo, hago hincapié en la necesidad de contextualizar la idea del déficit de conocimientos en nuestra clase política refiriéndome a un marco concreto, el del modelo neoliberal que desde el exterior se nos ha impuesto, referido al México de hoy y no al México de cualquier tiempo.

Ya que para mi gusto no es lo mismo conocer de la política como instrumento en la búsqueda del bien común para todos los mortales, que como herramienta de la que se vale la minoría plutocrática para poner a su servicio el bien común, caso del neoliberalismo como expresión del capitalismo salvaje que hoy por hoy prevalece a escala global.

Como le digo estimado lector, es cuestión de enfoques.

Política del conocimiento

Quiero decirle aprovechando el viaje, que sin temor a equivocarme que en dicho marco hoy día en México y la mayoría de las naciones del orbe, no existe una política del conocimiento ajena a propósitos y objetivos neoliberales, es por ello que, desde temprana edad el conocimiento válido al que se tiene acceso es aquel que se trasmite lo mismo a través de modelos educativos y  libros de texto amañados, que con los medios electrónicos e impresos y las nuevas herramientas de la comunicación y la información; conocimiento enfocado a condicionar y someter al individuo a la ideología dominante, al pensamiento único que modela la concepción del mundo y de la vida en pueblos y naciones, en los términos e interés de la clase dominante por el cabal cumplimiento de la estrategia sistémica de incremento sostenido de la rentabilidad del capital,  por sobre la legítima aspiración de las mayorías a la libertad y el bienestar para todos.

Luego el conocimiento implícito valedero para nuestra llamada clase política, es aquel que conciente o inconcientemente en términos de congruencia y pragmatismo, le condiciona, limita y somete a la política del conocimiento dominante.

Si esto es así, entonces no podemos pedirle peras al olmo pretendiendo que los políticos, con preparación, eficiencia y eficacia, se incorporen al mundo de la modernidad atendiendo al conocimiento de la política, en el contexto de una política de conocimiento que no sea aquella neoliberal oficialmente adoptada por el Estado mexicano, orientada a servir al capitalismo salvaje.

En primera y última instancia, habría que considerar si nuestros políticos, ilustrados o no, le son funcionales al sistema. Por lo que se vive en México indudablemente desde el presidente Peña para abajo, sin distingo partidista, si que lo son reduciendo frente a los avatares del mercado al Estado mexicano y eso,  mi estimado  lector, es lo que cuenta para los propósitos neoliberales

Cabe entonces preguntarse:

¿Es al conocimiento impuesto por la ideología neoliberal al que debemos remitirnos al hablar de la “política del conocimiento” ó el conocimiento de la política en México?

¿O a otro conocimiento ajeno a la ideología dominante que norme conductas y quehaceres de la llamada clase política?

Ahí se lo dejo de tarea mi estimado, invitándole a leer “La revolución de los ricos”, libro de Carlos Tello y Jorge Ibarra, UNAM, 2013.

Otros saberes alternativos

Aclaro que indudablemente existen otros saberes en la política -la no formal y ajena a lo electoral-, que hace verano para nuestra fortuna en cada vez más amplios sectores de la población, lo mismo en el ámbito intelectual que en el común de hombres y mujeres que los oponen al neoliberalismo en su vida cotidiana, resistiendo y generando otra política u otras políticas alternativas del conocimiento retomando el hilo conductor de nuestra identidad, experiencia histórica y afanes libertarios.

Ejemplo de esto último es la experiencia de 20 años del EZLN, con otros paradigmas, otros valores, otras conductas, otra forma de vida, que enriquece teoría y praxis en el conocimiento de la política a nivel internacional. Gobernar obedeciendo, es conocimiento político trascendente que no cabe en los paradigmas de la cultura política neoliberal. Es otra cosa y así lo están entendiendo un cada vez mayor número de movimientos sociales que ya marchan sobre los mismos pasos que el zapatismo.

 Luego si hay de saberes a saberes políticos, cuando hablamos de política del conocimiento o del conocimiento político, lo menos que se debe hacer es contextualizar estos conceptos en el marco de la ideología, paradigmas y valores que en lo personal más nos satisfagan. De lo contrario, insisto, hablar en abstracto de la carencia del conocimiento en la mayoría de nuestros políticos para insertarse y desempeñarse con acierto en una moderna política del conocimiento, es simple juego de palabras, cortina de humo para distraer de asuntos de mayor envergadura y relevancia para el país.

Este es mi pienso estimado lector. Esperemos que Eduardo de la Torre Jaramillo, desde su óptica panista y con la autoridad que como estudioso de la ciencia política le da el conocer del paño, a  usted y a un servidor nos ofrezca mayor luz sobre el tema.- Cd. Caucel, Yucatán, enero 22 de 2013.

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J. Enrique Olivera

Como reportero laboró en los diarios, “Tiempo” y “El Imparcial de Xalapa”, del que fuera jefe de redacción. Fundando más tarde el boletín diario de noticias “Correo de la Noche” y la revista “Análisis”, en la capital veracruzana.  

Se incorporó a la Confederación Nacional Campesina, participando como delegado del CEN en el Plan Chontalpa, Tabasco. En el sector público federal prestó sus servicios como Sub residente de promoción social y económica de la Comisión del Grijalva en el Plan Balancán-Tenosique; Subdelegado de organización de la SRA en Quintana Roo y Yucatán; Supervisor técnico en el sureste del Fideicomiso de Organización y Capacitación campesina del BANRURAL; Jefe de la Unidad de Supervisión y control de la Delegación de la Secretaría de Programación y Presupuesto en Yucatán; Director de Evaluación Regional en la Subsecretaría de Evaluación de la SPP; Gerente del Banco Nacional Pesquero y Portuario para los estados de Yucatán y Quintana Roo; Delegado federal de Pesca en Quintana Roo; Responsable de promoción de proyectos productivos pesqueros, en la Comisión Intersecretarial para la atención de La Chontalpa y Región Lagunar del Estado de Tabasco. 

También se desempeñó como Jefe de la Unidad de Supervisión del Comité Promotor de Desarrollo de Yucatán, Director de Fomento Industrial en el gobierno del estado de Yucatán, y como Secretario Estatal de Pesca en el de Quintana Roo.

Retomando el periodismo actualmente edita el Semanario en línea Pulso crítico y como articulista independiente  sus colaboraciones se publican en diversos medios digitales en el internet.