China demuestra que es posible crecer velozmente y acabar con la pobreza
- Hilario Barcelata Chávez
China es un ejemplo claro de que una profunda transformación institucional, legal y económica permite alcanzar resultados asombrosos. Si México se sometiera a una verdadera y profunda transformación, podrían alcanzarse los resultados que ha obtenido China. Lo demás es demagogia. Porque una gran Transformación requiere abrir los ojos al mundo y dejarse de ver el ombligo. Dejar de practicar la necrofilia ideológica que consiste en profesar un amor apasionado por ideas muertas de las que se tiene evidencia que en el pasado se aplicaron y fracasaron.
La expansión económica
Desde 1978, China ha registrado un crecimiento espectacular con tasas anuales superiores al 10% anual, pero particularmente en los períodos 1983-1988, en 1992-2997 y en 2005-2010 alcanzó tasas de crecimiento promedio anual de 12%.
Este impresionante crecimiento permitió que el PIB de China pasara de 150,000 millones dólares en 1978 a 12.2 billones de dólares, un incremento de 8,060% en 40 años (mientras que México sólo creció 189% en el mismo período.)
Esta dinámica productiva llevó a China del 9º lugar a nivel mundial al 2º en ese período. Y se espera que para 2030 haya desplazado a Estados Unidos en el primer lugar como la economía más grande del mundo.
Este crecimiento ha estado basado, particularmente, en una amplia expansión de las exportaciones, cuyo crecimiento fue de 1,219% entre 1997 y 2017, lo que ha llevado a China a pasar del lugar 10º al primer lugar en ese período.
Mejoramiento social
Esta expansión económica permitió a China obtener un crecimiento del PIB por persona (PIBpc) de 1,402% entre 1978 y 2017, mientras que el PIBpc mundial aumentó apenas un 63% en el mismo período.
Esta expansión económica le permitió también sacar de la pobreza extrema más de 1,300 millones de personas que en 1980 se encontraban por debajo de la "línea de pobreza extrema" con un ingreso menor a 1,140 pesos al mes (38 pesos diarios). Por lo que la tasa de pobreza se redujo de más del 90% en 1978 a casi 5% en 2017.
Es decir, si se puede alcanzar esa dinámica de crecimiento. Pero se requiere una profunda y verdadera transformación institucional, legal, económica y cultural. Una estrategia inteligente y agresiva para cambiar de manera fundamental las estructuras productivas del país.
Por desgracia, la estrategia de la 4T no es un plan que pueda lograr los resultados que el país requiere para una verdadera transformación.
¿Que hizo China y que podemos hacer en México?
Para decirlo de manera rápida y simple, pero sustancial, China ha llevado a cabo la eliminación del Socialismo de manera gradual sistemática y profunda del socialismo y ha implementado un modelo de desarrollo capitalismo
La estrategia de China incluyó primordialmente las siguientes medidas: Ampliar la libertad empresarial y privatizar las empresas del gobierno mediante una profunda reforma legal e institucional. Integración al mercado de pequeños productores agrícolas e industriales para potenciar la capacidad de generación de riqueza individual. Modernización del campo mediante grandes inversiones del Estado y la implementación de centros de tecnología agrícola para incrementar la productividad de ese sector. Creación de incentivos para que las familias incrementaran su producción, su productividad y sus ingresos; para ello se “individualizó” la producción, abandonando las antiguas comunas rurales y se alentó la producción familiar. Lo mismo se hizo con las empresas industriales de tipo familiar. Modernización de la red de comunicaciones de las regiones más alejadas para facilitar el transporte de productos desde las zonas más apartadas del país.
Se crearon las llamadas Zonas Económicas Especiales, las que hoy suman más de 1,500 en ciudades de la costa interior y sus fronteras, y contribuyen con el 50% del PIB del país. Esto ha convertido a China en el mayor receptor de Inversión Extranjera Directa (IED) con un promedio de 71,000 millones de dólares anuales. Su auge productivo ha incidido en la dinámica exportadora del país y ha generado una impresionante construcción de aeropuertos, carreteras, puertos y ferrocarriles para movilizar insumos y productos.
Si México se sometiera a una verdadera y profunda transformación, podrían alcanzarse los resultados que ha obtenido China. Lo demás es demagogia.
Pero una gran Transformación requiere abrir los ojos al mundo y dejarse de ver el ombligo. Dejar de practicar la necrofilia ideológica que consiste en profesar un amor apasionado por ideas muertas de las que se tiene evidencia que en el pasado se aplicaron y fracasaron.