Gabinete: los cambios del hartazgo
- Roberto Rock
Cuando se produjeron los cambios de Rosa Icela Rodríguez, de Olga Sánchez Cordero e incluso de Julio Scherer Ibarra, el presidente López Obrador planteó en privado con algunos colaboradores aprovechar el momento para desplazar a los titulares de tres secretarías cuyo mal desempeño no sólo lo inquieta, sino que lo tiene francamente harto, de acuerdo con múltiples testimonios recogidos por este espacio.
A cada uno de los citados actores de ajustes en el equipo de Palacio, López Obrador les expuso el malestar que le representa cómo se están manejando la cosas en los despachos de Luisa María Alcalde, en Trabajo; de Javier May, en Bienestar, y de María Luisa Albores, en Medio Ambiente.
Si ellos tres siguen en sus puestos se debe a que ni Rodríguez -hoy titular de Seguridad-, ni Sánchez Cordero -que regresó al Senado- ni Scherer -que decidió haber cumplido su ciclo- declinaron las propuestas presidenciales para cubrir esos relevos y le solicitaron apoyarlo desde otra esfera de actividad.
Conforme a los reportes obtenidos, los principales reclamos del Presidente frente a aquellos funcionarios que no acaba de mandar a casa, están ligados con la incompetencia en el manejo de programas sociales que deben atraer mayor arraigo de la llamada cuarta transformación en el país. Ese fue el motivo del cese fulminante en julio contra Gabriel García, coordinador de los “súper-delegados”, que cargó con el costo de las derrotas sufridas en las elecciones intermedias celebradas unos días antes.
Luisa María Alcalde es responsable de “Jóvenes construyendo el futuro”, sobre el que existe numerosas evidencias de un desastre, lo que incluye corrupción de funcionarios y de empresarios que se coluden para dar de alta a jóvenes en supuestos registros para cobrar por ellos, pero que en realidad no existen o resultan ser hijos, amigos o similares de quienes montan la maniobra. A la joven secretaria se le atribuye también ausencia en el ejercicio de sus responsabilidades, vacíos que resultan cubiertos por su padre, el polémico abogado laborista Arturo Alcalde.
Javier May es paisano y amigo de juventud de López Obrador. A ello correspondía su ubicación original como subsecretario de Bienestar, pero ascendió apenas hace poco más de un año cuando Palacio entendió que la titular, María Luisa Albores, no podía con el paquete, por lo que fue enviada a Semarnat.
El primero no parece haber rebasado la dimensión de alcalde de Comalcalco, que desempeñó en dos ocasiones, y la segunda podría haber concluido (y no es el único caso en el gabinete) que la administración pública se ejerce mediante el activismo ramplón.
Ahí seguirán los tres, en espera de que el hartazgo presidencial aminore, o de que la suerte impida que se perfile un buen relevo.
Apuntes: Las tres principales figuras dentro de la 4T mencionadas como precandidatos a suceder al presidente López Obrador tuvieron jornadas plenas de mensajes que coincidieron dentro de un periodo de 24 horas. El canciller Marcelo Ebrard tuvo ayer un día de campo durante su comparecencia ante el Senado, donde se le vio acompañado por el embajador norteamericano Ken Salazar. En la víspera, la jefa del gobierno capitalino, Claudia Sheinabum, anotó literalmente gol al patear con cierta destreza un balón que marcó la inauguración de un parque, para lo cual fue esencial el apoyo de empresarios. Ricardo Monreal, líder senatorial, estuvo también el domingo en Quintana Roo tejiendo alianzas, desde donde llamó a establecer primarias -estilo estadounidense- para definir en su momento la postulación presidencial de su partido. Como ha sido típico a estas alturas del sexenio – acaso ahora en forma más prematura-, las rutas hacia el futuro van cobrando ritmo propio.
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Egresado de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Fue Subdirector Editorial de El Universal y Director Editorial General de El Gráfico y de El Universal. Actualmente, es vicepresidente de la Comisión Contra la Impunidad de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP).