Piérdele el miedo a la poesía

  • Alma Espinosa

Me atrevo a comenzar estas líneas pidiendo un favor a los adultos: Jamás, jamás pregunten a los niños qué entendieron después de realizar una lectura. No hay nada más terrible que romper ese proceso de comprensión y disfrute de la lectura que preguntar a un lector qué entendió.

¡Qué cosa tan terrible recordar a mis maestros haciéndome esa pregunta! Y, pues, nada, así, nada. Me quedaba diciendo que no entendía nada; en ese momento no podía articular una respuesta porque mi cerebro seguía acomodando las ideas. Así, con esa pregunta, los adultos me hacían salir de esa frontera indómita en la que me metía con la lectura.

Había algo peor, que me preguntaran qué había entendido después de leer un poema. No, bueno, la frustración era inmediata porque, efectivamente, no entendía nada. Como no tengo una prueba fehaciente que esta pregunta no se sigue haciendo, confío que sean menos los adultos de nuevas generaciones que traigan esta pregunta integrada en su gen educador.

La escritora María Baranda es también de esa idea, jamás preguntar qué entendieron porque el poema tiene un lenguaje figurado. En su reciente visita a Xalapa, en la 27ª Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil, la poeta tuvo varias participaciones y en todas evidenciaba que cada lector tiene el derecho de tener su propia versión de la lectura.

Para poner un ejemplo, Baranda invitó a todos a pensar en una palabra. “Si yo pienso en la palabra flor todos pensamos en lo mismo: en mi tía Flor que murió en la flor de la edad (risas). Claro que no. Cada quien piensa lo que quiere con las palabras y todos tenemos la razón. Eso es lo que debemos devolverle a los niños. Nadie puede estar equivocado cuando lee, cuando entiende algo, porque cada quien lo entiende como puede. Y yo, aunque sea maestra no tengo la razón; tiene la razón el lector que es el niño, que escuchó o leyó. Regrésales a ellos ese poder y verás lo que pasa”.

Pero no solo eso, los adultos deben perderle el miedo a la poesía. La autora de numerosos libros infantiles, cree que son los adultos los que le temen a la poesía y no los niños, pues ellos tienen un contacto más natural con este género literario.

Es equivocado pensar que es un enorme reto hacer que a los niños les guste la poesía. En realidad, el enorme reto es que los adultos dejen de pensar eso. Según María Baranda los adultos deben actuar con más naturalidad y confianza y transmitirla a los más pequeños dejándolos actuar como ellos quieran.

La clave está en dejarse ir y confiar. Dejar atrás los prejuicios y pensar que los niños tienen una capacidad inferior de razonamiento ante la lectura y ante géneros literarios como la poesía, con la que muchos han tenido experiencias poco gratas o todavía creen que solo existe la de tipo amorosa-cursi. Perdamos el miedo y dejémonos sorprender por las lecturas de los niños.

¿Qué hacer en la semana?

Impactante. Esa es la palabra que mejor describe la obra del pintor Daniel Lezama. Bajo el título “Peregrinaciones” se presenta en la Galería de Arte Contemporáneo del IVEC una serie de pinturas de gran tamaño, que deja sin aliento por ser prácticamente un espejo de la mexicanidad. Altamente recomendable.

Anteriores

Alma Espinosa

Es originaria del Distrito Federal y desde hace más de una década radica en Xalapa. Es licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Estudió la especialidad en la Enseñanza de la lengua y la literatura en la Universidad Pedagógica Nacional Unidad Xalapa, donde actualmente es docente. Es egresada de la maestría en Literatura mexicana por la Universidad Veracruzana.

Actualmente cursa el diplomado para la Profesionalización de mediadores de lectura por la Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco. Es mediadora del Programa Nacional Salas de Lectura del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Ha impartido talleres relacionados con el tema de la lectura y la escritura, y desde hace dos años es una de las mediadoras que dirige la sala de lectura Equinoccios.

Como periodista ha trabajado en el Instituto Mexicano de la Radio, el periódico U2000. Crónica de la educación superior, y el Departamento de Prensa de la Universidad Veracruzana. Fue gestora cultural en la USBI Xalapa. Actualmente colabora en el área de Comunicación Social del Instituto Veracruzano de la Cultura.