Rasquiña magisterial

  • Manolo Victorio

La teoría política indica que los vacíos de información en el ejercicio del poder no existen, sobre todo referente a la información. Cuando no existe un canal de información se genera desinformación, es ahí cuando el discurso es dominado por agentes extraños.

El 15 de mayo pasado, el gobierno federal anunció un aumento salarial directo tasado en 7.5% en beneficio de un millón 181 mil 351 maestras y maestros del país. Para ello la Secretaría de Educación Pública invierte 25 mil millones de pesos.

Jesús Ramírez, vocero presidencial dijo que esta bolsa millonaria se dará a la plantilla docente en apoyo y de respeto al magisterio; “se impulsa la formación continua; y se mejoran la educación y las escuelas”.

Este costal financiero será repartido en los estados, Veracruz, que tiene una plantilla de 93 mil docentes federales y 51 mil estatales, del monto total de incremento al llamado Bono de Bienestar, se llevará 5 mil millones de pesos.

La cuestión que quebró la paz académica fue el hecho que los maestros federales ya han cobrado sus incrementos salariales desde el 15 de mayo cuando Delfina Gómez hizo el anuncio, pero no así los 51 mil docentes estatales que reclaman una bolsa de 700 millones de pesos.

Ahí se hizo bolas el engrudo. La protesta magisterial se incrementa gradualmente pese a los reiterados anuncios sobre el pago con retroactivo al 15 de mayo en la primera quincena de diciembre.

La base magisterial se ha rebelado a sus dirigentes y líderes y no le creen al secretario de educación Zenyazen Escobar García, quien ha perdido el timón, a una semana de la rendición del 4º Informe de Gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, situación que aprieta los tiempos en la solución de este conflicto, pateado hasta diciembre.

En un tercer llamado a la cordura y al restablecimiento de las clases en las 24 mil escuelas de Veracruz, el gobernador ha dicho que los docentes han sido malinformados o de plano están desinformados respecto al pago de este 3,2,1 por ciento.

El gobernador, también maestro universitario, dijo que las maestras “vayan a rascarse…” pero que deben retomar las clases porque se perjudica el proceso de enseñanza-aprendizaje en el ciclo escolar. Los niños y niñas son los más afectados. En esto tiene razón Cuitláhuac García Jiménez.

Sin embargo, los exhortos oficiales han sido predicas en el desierto. Una parte, mínima, habría que citar, de plano se declaró en rebeldía y ha tomado oficinas de administración escolar, planteles y han tomado la plaza pública aquí en Xalapa, en exhibición de musculo que moviliza, grita y reclama.

Que se va a hacer, ha de haber gente pa’todo diría Serrat.

Los maestros y maestras veracruzanos son combativos, luchadores, contestatarios, irreverentes e informados.

La reiteración del abandono de la movilización social tiene motivos variopintos que van desde la desconfianza hacia sus líderes hasta la falta de creencia en la solución del problema por parte del gobierno.

La lucha magisterial es justa, pero tiene raíces políticas, dijo esta semana Atanasio García Durán, maestro y padre del actual gobernador en una narrativa coherente, inteligente, sencilla y directa, sin aspavientos ni florituras verbales.

Puede que tenga razón. Nadie sale a la calle sin motivos ni motor.

Aquí la situación tiende a escalar. Los días pasarán y el descontento magisterial irá in crescendo, sobre todo ante la cercanía del Buen Fin y el pago de las prestaciones de fin de año.

¿Miente el gobierno de Cuitláhuac García Jiménez? No. No tiene la disposición presupuestar para dispersar 700 millones de pesos a maestros y maestras veracruzanos.

¿Quién es el responsable? Tampoco sería respuesta poner en la picota al gobierno federal en esta deferencia a los maestros en su día. Se nota que no fue planeado ni se arrastró el lápiz a la hora del anuncio del incremento salarial al millón 181 mil 351 maestras y maestros del país.

Ahora, el gobierno estatal tiene que aguantar la lluvia de gises, borradores y reglazos que lanzan los maestros que demandan lo prometido.

Ni modo. Le tocó a Cuitláhuac García Jiménez bailar con la más fea.

El consuelo que le queda es que él no puede irse. Es el gobernador. Un millón 667 mil 239 ciudadanos veracruzanos así lo quisieron, por tanto, no puede irse porque los puestos de elección popular son irrenunciables.

Los colaboradores sí son prescindibles.

Zenyazen Escobar García tiene el tiempo encima y los enemigos crecidos en estos días aciagos que podrían convertirse en noches de cuchillos largos.

… de otro costal.

La diputada federal Rosa María Hernández Espejo sabe, como buena reportera, que para quien madruga, hay otro que no duerme.

Rosa María recorre el municipio veracruzano varias veces a la semana, en una actividad partidista incesante, jalando agua al molino de Morena.

Buscará primero la reelección a pie de urna (a ver si no se le atraviesa la reforma electoral) en el distrito 4 federal para no soltar la butaca de la curul y saltar a la 66 Legislatura federal y desde ahí preparar su candidatura a la presidencia municipal del tetra heroico Puerto de Veracruz.

En el 2025 las mujeres estarán más que asentadas en el reparto del poder. Lo sabe la maestra universitaria.

En este camino la acompaña Martín Ramón Álvarez Fontán, titular del Centro de la Secretaría de Infraestructura, Comunicaciones y Transportes (SICT), quien buscará ser diputado local en la elección del 2024 por uno de los dos distritos veracruzanos.

Ahí van, sumando horas, días, semanas y meses en estos tiempos de jauja morenista.

 

ys